Las reformas del Partido Comunista difícilmente traerán la prosperidad a
Cuba
MARTIN HUTCHINSON 24/04/2011
Las modestas reformas anunciadas en el Congreso del Partido Comunista de
Cuba celebrado esta semana siguen dejando a la economía de Cuba lejos de
ser libre. Los cambios no parecen suficientes para un despegue al estilo
chino, y es más probable que generen una economía aletargada y corrupta
como la de Ucrania.
Sin un liderazgo reformista que diluya atascos, cualquier mejora se verá
obstaculizada por las normativas y la corrupción como en los años
noventa. En sistemas así, los únicos capitalistas que prosperan son los
amiguetes.
Incluso con la planificación central, Cuba, que cuenta con la ventaja de
su situación geográfica, de unos abundantes recursos naturales y del
turismo, no es tan pobre. Su PIB per cápita, en paridad del poder
adquisitivo, es actualmente superior al de China o Ucrania. Aun así, la
experiencia en la antigua Unión Soviética en los años noventa indica que
los cálculos del PIB suelen caer abruptamente cuando se introduce un
mecanismo de precios, ya que dejan de producirse grandes cantidades de
artículos poco rentables.
La experiencia de China cuando se suprimieron los controles de los
precios agrícolas en 1978 demostró que con el firme empujón de Deng
Xiaoping desde arriba, crear un mercado libre de productos agrícolas
podía propiciar una enorme mejora de la calidad de vida incluso sin una
plena liberalización económica. Por el contrario, la experiencia de
Ucrania y otros ex Estados soviéticos a partir de 1991 demostró que la
liberalización parcial también podía desembocar en un capitalismo de
amigotes y en una caída en picado del nivel de vida para la gente corriente.
Parece probable que la experiencia de Cuba siga el modelo ucranio en vez
del chino. El liderazgo está decidido a "garantizar la continuidad e
irreversibilidad del socialismo" y el nombramiento del octogenario José
Machado Ventura como segundo de Raúl Castro denota que no se alentarán
la flexibilidad y el reformismo en la aplicación de las nuevas reglas.
Un campo más amplio para la empresa privada y una reducción del sector
estatal serán beneficiosos, al igual que cualquier incremento en las
importaciones, que en la actualidad suponen un 6% del PIB. No obstante,
cabe la posibilidad de que los despidos a gran escala en el sector
público, junto con la abolición gradual de la ración alimentaria
universal que se reparte cada mes, reduzcan la calidad de vida de los
pobres, y es probable que los chanchullos aumenten gracias a la mayor
libertad de la que gozarán las empresas de propiedad estatal.
En un sistema así de mercados libres combinados con una planificación
central y la manipulación de las normas, las cosas les van bien a los
que están bien relacionados, pero la gente de a pie sigue siendo pobre.
Y esos no son ni mucho menos los objetivos de ninguna revolución.
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Alta/Fidel-idad/elpepueconeg/20110424elpneglse_10/Tes
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