martes, 5 de abril de 2011

Remesas y Cuba

Cambios, Exilio, Economía

Remesas y Cuba

Las remesas que envían los exiliados a Cuba podrían facilitar la
inevitable y dolorosa transición hacia el sector privado

Sergio Bendixen, Donald Terry, Miami | 05/04/2011

Durante la última década Donald Terry y yo hemos trabajado en conjunto
en más de 30 países en el tema de las remesas. Esos fondos —generalmente
$ 100, $ 200 o $ 300 mensuales— se han convertido prácticamente en una
"mina de oro", que representa más de $ 300 mil millones al año para los
países subdesarrollados, y supera el importe total de la ayuda y la
inversión extranjeras juntas.

En la actualidad amplios sectores ya reconocen que las remesas son
contribuyentes clave al desarrollo económico y social en un gran número
de naciones pobres.

Pero no así en Cuba, por lo pronto.

Los cubanos en el extranjero envían dinero a sus familiares en la Isla
discretamente, a través de "mulas", por temor a verse acusados de estar
ayudando al régimen de Castro, mientras los receptores de la ayuda se
toman el trabajo de darle a esos fondos un uso por el cual no se les
pueda tildar de "capitalistas".

Todo esto puede cambiar drásticamente en los próximos meses —de hecho,
el proceso ya podría haber comenzado. En enero, como gesto que indica un
paso hacia la mejora de las relaciones con Cuba, el presidente Obama
suavizó las restricciones que limitaban el envío de remesas a Cuba por
segunda vez en su mandato.

La tendencia hacia una mayor flexibilidad representa una oportunidad
histórica para Cuba y su pueblo. Los cubanos residentes en el exterior
han estado enviando a la Isla cientos de millones de dólares anuales,
sobre todo desde EEUU, a pesar de que anteriores políticas
gubernamentales estadounidenses restringían el flujo de remesas hacia
Cuba. Porque la familia sí importa.

Como en otras naciones del mundo, las remesas constituyen una cuerda de
salvamento para aquellas familias que dependen de ese dinero para cubrir
necesidades básicas de la vida diaria o para asegurarse una cobertura
frente a emergencias, que pueden incluir huracanes y otros desastres
naturales.

En este momento que vive Cuba, cuando el Gobierno ha anunciado que casi
un millón de personas serán sacados de la nómina gubernamental, estas
remesas podrían, además, facilitar la inevitable y dolorosa transición
hacia el sector privado. La experiencia de la última década, sobre todo
en América Latina y el Caribe, ha demostrado que las transferencias
personales pueden utilizarse con frecuencia para financiar pequeñas
inversiones comerciales.

Cuba no es diferente: investigaciones con un limitado alcance han
demostrado que más de un tercio de los receptores cubanos desearían
invertir una parte de las remesas en algún tipo de negocio. Las remesas
enviadas a la Isla ya están brindando un apoyo importante al crecimiento
incipiente del sector empresarial pequeño y mediano, que será con toda
probabilidad fuente de empleo para un número creciente de cubanos.

El Congreso del Partido Comunista de Cuba que se celebrará en abril
constituye una excelente oportunidad para que el Gobierno de Castro
reconozca la nueva política del Gobierno de EEUU sobre las remesas y la
iguale con un gesto propio que beneficie a los cubanos que las reciben.
La entrega de remesas en Cuba se realiza en la actualidad dentro de un
marco cerrado y controlado. Según el centro Diálogo Inter Americano
(Inter-American Dialogue), en 2009 accedió a la Isla el número más bajo
de empresas dedicadas al envío de remesas de toda Latinoamérica,
mientras el coste por el giro fue el más alto de todos. Las leyes
cubanas establecen que los dólares norteamericanos que llegan a Cuba por
esta vía solo pueden abonarse en sitios restringidos, donde el cambio de
moneda aún sufre un gravamen. Esta política desanima a los remitentes y
asfixia los canales formales de envíos, lo que genera un incremento en
métodos de transferencia costosos e inseguros.

Muchos países del hemisferio occidental han llegado a reconocer que los
gobiernos desempeñan un papel vital en la promoción de vías de entrega
de remesas seguras y eficientes. En la Isla, los primeros pasos hacia un
contexto que propicie transferencias de dinero accesibles y
transparentes podría incluir la eliminación de impuestos
desproporcionados sobre pequeñas transacciones de divisas y el fomento
de redes de pago alternativas distribuidas a lo largo del país. De igual
importancia sería cambiar la política gubernamental para alentar con
decisión la inversión de las remesas sin ningún tipo de restricción.

Un compromiso del Gobierno cubano tendiente a permitir la entrada en la
economía nacional de todas las remesas sin restricciones, impuestos ni
engorrosas trabas burocráticas, podría conseguir que la cantidad total
ingresada en Cuba por este concepto en los próximos años alcanzara los $
2 mil millones. Los familiares radicados en el extranjero enviarían
probablemente cantidades mayores si su dinero pudiera utilizarse para la
creación de empresas, con lo que se estaría cubriendo las necesidades
más inmediatas de los cubanos y contribuyendo al desarrollo económico de
las comunidades donde residen.

Asimismo podría impactar positivamente en la relación del país hacia la
diáspora. El Gobierno de Castro debe actuar ya.

Sergio Bendixen es socio fundador de Bendixen and Amandi International,
una empresa de investigación de opinión pública con sede en Miami.

Donald Terry es ex gerente general del Banco de Desarrollo
Interamericano, profesor en la Boston University Law School y consultor
del Banco Mundial en África.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/remesas-y-cuba-259914

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