Parches para el socialismo
Arnaldo Ramos Lauzurique
La Habana 25-05-2011 - 1:10 pm.
Pretender que Cuba salga de su crisis estructural sin una amplia
apertura hacia el mercado es irrealizable.
La Habana, 22 de febrero de 2008. (GETTY)
Tratando de salvar al régimen, Raúl Castro y su grupo concibieron lo que
ha sido presentado como la "actualización del modelo cubano", sin tener
en cuenta que no existe tal modelo y que por tanto no hay nada que
actualizar.
Las piedras angulares de la tal "actualización" son la entrega en
usufructo de tierras ociosas, sin que los usufructuarios puedan disponer
libremente de éstas ni del producto de las mismas; la reducción de las
plantillas infladas o "proceso de disponibilidad laboral"; la mejora
del balance financiero externo a costa de reducir drásticamente las
importaciones, apoyándose en intentos poco probables de sustituirlas; la
reducción de los gastos del Estado eliminando progresivamente la libreta
de racionamiento y las gratuidades "indebidas" y, lo que constituye el
pivote de toda esa concepción: el incremento del trabajo no estatal,
pero sin brindar los recursos necesarios y con una fuerte carga impositiva.
El Gobierno ha planeado que en los próximos cinco años el trabajo por
cuenta propia ocupe a la tercera parte de la fuerza laboral activa.
Inicialmente, se previó que en el primer trimestre de 2011 la reducción
de plantillas alcanzara a medio millón de trabajadores que se
incorporarían a otras actividades donde falta mano de obra —como la
construcción y la agricultura— y al trabajo por cuenta propia; pero las
cosas comenzaron mal desde la arrancada. El propio Raúl Castro tuvo que
reconocer más tarde la necesidad de ralentizar el proceso de despidos.
El pasado 21 de mayo, el diario oficial Granma anunció que, al concluir
el mes de abril, 309.728 personas ejercían el trabajo por cuenta propia.
En 2002, la cifra era de 141.300.
También señaló Granma que desde que se inició el proceso de reducción de
plantillas en el sector estatal, en octubre de 2010, el número de
trabajadores por cuenta propia se había incrementado en 221.839, lo cual
está muy lejos del medio millón previsto inicialmente para el cierre del
primer trimestre del año.
No se brindaron cifras acerca de cuántos de los trabajadores estatales
despedidos se incorporaron a ese tipo de labor, pero si se toma como
válido el 16% que corresponde tanto a las licencias otorgadas como a la
que están en trámite, ascendería a unos 35.494, apenas el 7,1% de lo
inicialmente previsto.
En la información oficial sobre la reunión del Consejo de Ministros,
celebrada el 15 de mayo, se intentó dar una explicación muy simple de
ese fracaso, expresando que "se demostró la insuficiente preparación
inicial de la base". Además, que hubo dilación excesiva en los trámites.
Pero la verdadera explicación estuvo en el atraso en el cronograma de
ejecución del proceso de disponibilidad laboral, del que aún no se han
informado los nuevos plazos.
En realidad, aunque son ciertas esas explicaciones, la razón fundamental
es que se trata de un conjunto de medidas mal concebidas, contenidas en
unos Lineamientos inoperantes, correspondientes a una estrategia
absurda, que pretende resolver los problemas que han creado los mismos
incapaces que ahora la adoptan.
Pretender que el país salga de la crisis estructural en que se encuentra
sin una amplia apertura hacia una economía de mercado, sin un acceso
amplio a créditos externos, sin la participación de inversiones
extranjeras directas, sin eliminar las restricciones a la actividad
privada —tanto a pequeña como a gran escala—, sin entregar de la tierra
en propiedad ni eliminar las limitaciones en su uso, sin propiciar el
comercio libre de productos agrícolas e industriales, etc., es un deseo
irrealizable del consejo de ancianos que dirige al país y trata de
entretener a la población con viejos métodos camuflados en novedades que
no engañan a nadie.
Les aterroriza por igual la economía de mercado y el llamado socialismo
de mercado aplicado en China. La primera, porque significa su
desplazamiento inmediato del poder y, el segundo, porque significaría
una limitación de su poder absoluto en el corto plazo, sin otra
perspectiva que su fin.
En realidad, el socialismo de mercado no es un régimen social sino la
dictadura de una clase parasitaria, que explota desde sus posiciones
políticas a una sociedad en la que impera un capitalismo salvaje, y en
la que se manifiesta corrupción, desigualdad e inconformidad creciente.
Esa mezcla candente le ha permitido a China lograr un crecimiento
económico y capear la situación, pero en Cuba la situación imperante ya
ha pasado del estancamiento a un retroceso indetenible.
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