Cuba afronta una crisis económica severa de tal magnitud, que de acuerdo
al economista Carmelo Mesa-Lago, si no profundizan los cambios, no
conseguirá resolver los problemas económicos y sociales fundamentales.
Alberto Muller / martinoticias 26 de mayo de 2011
A los nacionales, para producir en el campo, se les dan 10 años, y a los
extranjeros para sacar dividendos al deporte, casi 100.
El hecho de que Cuba tenga que importar granos, café, viandas y hasta
azúcar, denota que la producción agrícola sigue sin encontrar un rumbo
claro de incorporación y productividad para una economía que se debate
entre la crisis y 'el precipicio', según palabra del propio Raúl Castro
durante el VI Congreso del Partido Comunista.
Cuba afronta una crisis económica severa de tal magnitud, que de acuerdo
al economista Carmelo Mesa-Lago, si no profundizan los cambios, no
conseguirá resolver los problemas económicos y sociales fundamentales.
Desde el 2007 el gobierno cubano viene anunciando 'reformas
estructurales' y la más importante de ellas es la entrega en usufructo a
los campesinos de la mitad de las tierras estatales ociosas.
Pero la medida encontró un obstáculo mayúsculo que desanimó a muchos de
los productores agrícolas, al determinar el gobierno que el contrato de
usufructo sería sólo por 10 años, mientras que China cuando logró el
gran salto productivo agrícola, garantizó el término del usufructo entre
50 y 90 años.
Y otra contradicción que molestó a muchos campesinos con el término de
los diez años para el usufructo, de acuerdo al economista independiente
Oscar Espinosa Chepe, es que el contrato en usufructo para que
extranjeros exploten campos de golf en Cuba, se hace por 99 años.
Quiere esto decir que a los nacionales, para producir en el campo, se
les dan 10 años, y a los extranjeros para sacar dividendos al deporte,
casi 100.
A este desánimo de los productores de la tierra, se sumaron que el
contrato en usufructo puede no ser renovado, que el usufructuario tiene
que vender la cosecha a precios fijados inferiores a los precios del
mercado, y que además, no se le permite construir su casa en el terreno.
La gran promesa de la Ley de Reforma Agraria de 1959, de que los
campesinos fueran propietarios de las tierras que laboraban, se ha
quedado engavetada más de medio siglo por la obsesión sistemática de que
el Estado lo controle todo en el país.
Datos oficiales suministrados al periódico oficialista Granma por el
director del Centro Nacional de Control de Tierra del Ministerio de
Agricultura, Pedro Olivera, apuntó que del millón de hectáreas
concedidas en usufructo, de acuerdo a la Ley 259, sólo el 25 por ciento
se dedica a viandas, hortalizas y granos, mientras la tierra restante a
ganado vacuno lechero, ceba de toros, caña, frutales y tabaco.
Olivera añadió que todavía quedan del fondo nacional de tierras ociosas
sin entregar más de 800 mil hectáreas por cierta lentitud en los
trámites y que el Decreto-Ley sobre el usufructo no está exento de
tropiezos, como la falta de insumos o los precios excesivos a los
insumos que se ofrecen.
Para que el sector agrícola cubano produzca con entusiasmo y altos
rendimientos, la consigna estructural tiene que estar involucrada en
convertirlos en propietarios de sus tierras.
Lo demás es prolongar la angustia entre la crisis actual y el precipicio
anunciado.
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