martes, 11 de octubre de 2011

La increíble y olvidada historia de la Cuenca Lechera de Camagüey

La increíble y olvidada historia de la Cuenca Lechera de Camagüey
Última actualización Tuesday, 11 October 2011
Por CALEB VEGA*

- La chapucería, el descontrol y la falta de previsión en la ganadería
cubana están a la orden del día desde hace mucho tiempo. El diario
Granma se ha dado cuenta ahora. Pero si los problemas fueran solamente
en el sector ganadero, la situación no fuera tan grave.

La crisis corroe todas y cada una de las esferas de la producción
agropecuaria en Cuba.

La pasada semana un reportaje en el periódico oficialista sonó la alarma
sobre la debacle ganadera a partir de la pobre campaña lechera que se
desarrolla actualmente en Camagüey. Pero en realidad habría que hacerse
otras preguntas sobre este tema. ¿Por qué los reporteros de Granma no se
llenaron de valor y recorrieron una por una todas las instalaciones
vacunas, indagaron, hablaron con sus trabajadores, los visitaron en sus
casas o en sus puestos de trabajo a la hora del ordeño? ¿Por qué el
reportaje no se fue un poco más allá para conocer cómo comen, en qué
cama duermen, cómo son sus casas, cómo resuelven los zapatos de sus
hijos y sus esposas, cuáles son las herramientas y útiles que tienen
para realizar su labor?

Pongamos el ejemplo del municipio Sibanicú, en la provincia camagüeyana,
con una población actual de alrededor de 33,000 habitantes. Antes del
1959 la población rondaba las 15,000 personas. Sus principales fuente de
empleo son la ganadería y la industria azucarera, antes y después del
triunfo de la revolución castrista. En este momento ambas industrias
acumulan una crisis que las ha convertido de flamantes empresas en
ruinas y desacierto.

Poco después de fundada la villa de Santa María del Puerto del Príncipe,
hoy Camagüey, comenzaron a desarrollarse en esa zona la ganadería y la
industria azucarera. Las praderas y aéreas cultivables reverdecían con
el pasto seleccionado para la, cría, ceba y producción de leche. Con
ellas se fueron incrementado las instalaciones para la cría de ganado,
que con su originalidad y colorido resaltaba la belleza de nuestros campos.

Hoy, después de 50 años de desvastación económica, solo reverdecen en
nuestros campos el marabú y otras plantas leñosas indeseables que año
tras año le roban espacios a los pastos y abastos de agua. Por lo que
mueren anualmente miles de animales de hambre y sed, como si se tratara
de una cría en pleno desierto.

Una historia olvidada

Con la ayuda del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) se
desarrolló en Cuba un fuerte proceso inversionista en la rama pecuaria,
con vista a incrementar sustancialmente la producción de leche. Se
abrieron numerosos frentes constructivos en municipios de la provincia
de Camagüey, el de mayor peso en Sibanicú, donde yo me desempeñaba en
aquel entonces como administrador de la sucursal eléctrica del municipio.

Para que se tenga una idea de la magnitud de ese proceso inversionista,
diré que como empresa construimos más de 100 kilómetros de redes
eléctricas para llevar la electricidad a más de 100 instalaciones
vacunas: bombeo de agua para acueducto, electrificación de varias
comunidades como El Oriente Rebelde, Villa Feliz (antes Villa Miseria),
La Potencia, El Junquito, El Zanjón, y otras más. Solo en el municipio
Sibanicú, porque el proyecto abarcaba tres municipios en la provincia de
Camagüey y otro en la Tunas.

Por la envergadura de estas obras y los altos rendimientos lecheros que
se esperaban se le llamo la Cuenca Lechera. Eran cientos de unidades
vacunas acompañadas de vías de acceso, comunidades, una fábrica de
queso, laboratorios veterinarios, en fin, todo un complejo de
instalaciones que le darían vida al proyecto.

Para garantizar este enorme proceso de construcción se le designó como
"obra de choque", bajo la orientación y supervisión de Fidel Castro. Los
ministros y altos funcionarios de ministerios cuyas empresas estaban
envuelta de una forma u otra en el proyecto viajaban todas las semanas
al lugar para darle continuidad y chequear las obras sobre la marcha.
Los visitantes hacían primeramente un recorrido por las áreas en
construcción y luego se dirigían a un salón de reuniones con la
presencia de los secretarios del Partido Comunista (PCC) de la provincia
y del municipio, así como de los constructores.

Y entonces llegó el Comandante

El Comandante le había puesto como fecha de cumplimiento a esta colosal
obra el 26 de julio de 1987. La inauguración se produjo con la
participación de Castro. El día 25 de julio de 1987 el propio Castro
realizó un recorrido por gran parte de las instalaciones; yo estaba
presente en la fábrica de queso cuando él llegó allí.

Cabe decir que antes del triunfo de la revolución las tierras destinadas
a la Cuenca Lechera fueron propiedades de colonos cubanos. En ellas se
desarrolló una fructífera cría de ganado vacuno, tanto para la
producción de leche como para la de carne. Las áreas de pasto estaban
perfectamente cuidadas y protegidas de plantas dañinas como el marabú.
Se seleccionaba la raza de ganado de manera muy exigente, según el
interés comercial.

Con el tiempo, las hermosas instalaciones que adornaban nuestros campos
fueron desmanteladas y canibalizadas. La cultura ganadera se fue
perdiendo. Las razas finas que protegían celosamente los ganaderos
cubanos se fueron mezclando. Hoy pocas instalaciones vacunas conservan
la raza, mezclándose indiscriminadamente unas con otras. A la vez, el
gobierno fue creando otras razas con el cruce y recruce de ganado,
buscando una que diera más producción de leche, pero que resultó poco
resistente al trato en las distintas instalaciones pecuarias.

Entonces empezaron los delirios de la Cuenca Lechera. Todas las empresas
constructoras tenían técnicas nuevas, desde el transporte hasta la
maquinaria. Los objetos de obra eran las instalaciones vacunas
-alrededor de 100- y la ampliación de la comunidad "Patricio Lumumba",
con varias edificaciones de cinco pisos. La construcción de edificios en
la comunidad El Oriente Rebelde se realizó también con la misma
tecnología. Se comenzó la construcción de dos fabricas de sacharina en
ingenios azucareros de la zona. Pero ninguna se terminó a pesar de
haberse adelantado la construcción civil a un enorme costo.

La sacharina producida se utilizaría para el alimento del ganado.
También con el objetivo de fabricar alimento para el ganado se
construyeron los llamados platos de Jicabú, que funcionaron solo por
unos meses, pues el producto final no se correspondió con los cálculos
hechos para obtener alimentos con alto valor proteico a partir del
bagazo de la caña de azúcar. Se suponía que este producto alcanzaría un
alto nivel proteico mezclándolo con sal urea y miel de pulga, cosa esta
que no resultó a la hora de ponerlo en práctica. Los valores
nutricionales eran pobres y la idea desapareció tan pronto surgió.

De estos platos de Jicabú todavía quedan algunos vestigios, como placas
de asfalto en medio de un potrero. Para la fabricación de edificios,
vaquerías puentes, carreteras, terraplenes, líneas de alto voltaje y
subestaciones eléctricas, se construyó una fábrica de estructuras de
cemento con tecnología soviética para levantar los paneles y las columnas.

Se construyó además una fábrica con capacidad de procesar diariamente
más de 100 mil litros de leche y producir 19 variedades de queso, yogur
y mantequilla, en lo que sería todo un gigante de los productos lácteos
en el país. Esta industria nunca llegó a procesar ni siquiera la mitad
de la capacidad para la que fue instalada.

En carretera, se empezó a construir el cuarto quinto y sexto anillos,
además de alrededor de 100 kilómetros de terraplenes que daban acceso a
las instalaciones vacunas.

Para esta monumental obra se utilizaron tecnología y mano de obra de
empresas constructoras de todo el país. Se inauguraron los poblados de
Oriente Rebelde y Villa Feliz, y la mayor parte de las instalaciones
vacunas, con sus potreros para pastos y locales para ordeño mecánico,
aunque muchas de ellas nunca llegaron a acoger ganado en sus áreas.

Los platos vacíos de Jicabú

En conclusión, se construyeron tres comunidades, alrededor de 100
instalaciones vacunas, varios kilómetros de carreteras terraplenes, tres
subestaciones eléctricas y alrededor de 100 kilómetros de líneas de alto
voltaje; se instalaron más de 200 transformadores eléctricos; se comenzó
la construcción de dos fábricas de zacharina, cuatro platos de Jicabú,
una fábrica de queso y una fábrica Gran Panel para construir estructuras
de hormigón.

La más insólita de las edificaciones fue una fábrica de hielo, ubicada
en un sitio donde no había agua y había que transportarla en pipas. Como
las demás construcciones, esta fábrica duró poco tiempo por razones
comprensibles.

Aclaro que esto es sólo un bosquejo de la magnitud de la inversión. La
mayoría de estas instalaciones vacunas nunca se llegaron a poner en
explotación. Con el paso de los años fueron cediendo ante el embate de
lugareños que desmontaron sus estructuras, techos, vigas de acero y
hormigón, con el propósito de utilizarlas en las construcciones de sus
casas. Puede afirmarse que los componentes de estas construcciones
pasaron a engrosar las ventas del mercado negro a lo largo del país
durante años.

En la actualidad, en Sibanicú solo queda el recuerdo de las largas horas
de trabajo y alguna que otra pieza de esas construcciones que pasaron a
formar parte de viviendas particulares. Las áreas de pasto de las
instalaciones vacunas están actualmente cubiertas de marabú. La fábrica
de sacharina del ingenio Siboney nunca se puso en explotación y ya no
existe. La fábrica de sacharina del central Mola nunca funcionó y
también fue demolida junto con la industria: hoy solo queda la torre del
central azucarero. De los platos de Jicabú solo queda la mancha de
asfalto en medio de un potrero cubierto de marabú.

Las carreteras del cuarto quinto y sexto anillos se han convertido en
terraplén, llenos de desvíos y baches. Los terraplenes de acceso a las
vaquerías están cubiertos de marabú o en mal estado. La fábrica de hielo
desapareció. La enorme fábrica de queso sigue en pie, solo que funciona
al 30 por ciento de su capacidad. La planta de fabricación de
estructuras de hormigón también está en la lista de lo que el viento se
llevó.

Actualmente, cuando llega el periodo de sequía mueren de hambre y sed
miles de cabezas de ganado vacuno. Las pocas instalaciones de ordeño que
quedan allí -la mayoría con ordeño a mano- tienen un rendimiento de
leche por vaca que no alcanza como promedio los cinco litros y en muchas
de ellas apenas llega a los tres litros.

La magna obra revolucionaria, millones de dólares en maquinarias y otros
recursos, están sepultados hoy por el marabú y la indolencia.

Destrucción de la masa ganadera

¿Por qué disminuye de forma considerable la población ganadera en Cuba?
Con el triunfo de la revolución, Castro intervino y estatalizó todas las
producciones, incluyendo las grandes haciendas ganaderas con una rica
tradición en la cría de ceba y producción de leche. En 1959 el país
contaba con siete millones de cabezas de ganado vacuno, más ganado que
habitantes.

¿Qué factores intervienen en la destrucción drástica a de la masa
ganadera? La falta de estímulo a propietarios -estatales o privados- fue
la causa fundamental. Leyes como la penalización del sacrificio y el
control absoluto del estado sobre el destino de las producciones vacunas
y los bajos precios de éstas desestimularon a los productores a tal
extremo que tener ganado pasó de ser un negocio sustentable a un
compromiso indeseable.

Con el tiempo empezaron a desaparecer los potreros con cercas naturales
que le proporcionaban sombra y comida a los animales. Se impusieron las
cercas de poste de cemento y marabú, y en muchos casos se talaban los
árboles que ofrecían sombra a los animales.

También fueron desapareciendo los silos o almacenes de comida natural
para los animales en tiempo de seca, y los molinos de agua con sus
bebederos y pequeñas represas. Todo esto fue dando lugar a la supuesta
nueva tecnología procedente de países como la antigua Unión Soviética,
región con una cultura ganadera totalmente diferente a la nuestra.

El desestímulo a los productores descarriló las proyecciones o
estrategias de trabajo en la cría, desarrollo y ventas de carne y leche.
Los campesinos terminaron por ver el ganado como un compromiso ajeno, no
como su propio negocio. Era preferible vender o utilizar la leche para
beneficio propio en lugar de entregársela al Estado, que ofrecía precios
magros en comparación con los que el propio Estado pagaba para
adquirirla en el mercado internacional.

Morir de sed teniendo tanta agua

Además, los campesinos tenían que acudir al mercado negro para poder
obtener los insumos necesarios, desde como vasijas para la leche hasta
sogas y machetes. También se les amenazó con multas por mantener las
tierras infestadas con marabú u otras plantas indeseables, con el riesgo
de la confiscación de sus tierras, al tiempo que se les prohibía
contratar a obreros para el cuidado y mantenimiento de las fincas. La
mayoría de los pequeños agricultores tienen una edad avanzada y se les
hacía muy difícil mantener ellos solos el cuidado de las tierras.

Los precios que el Estado pagaba por la carne y la leche no se
correspondían con los sacrificios, trabajos y riesgos que implicaba la
cría de ganado vacuno. Leyes como la penalización del sacrificio de
ganado mayor, y las multas y sanciones de los productores por las
pérdidas por robo influyeron en estos años de manera determinante en la
caída brusca de la producción ganadera en Cuba.

La era de Raúl Castro ha traído algunas mejoras a la situación de los
productores ganaderos, con el otorgamiento de un valor más real a sus
producciones y la venta de insumos para las labores agrícolas. Pero no
es suficiente para levantar el cadáver del sector ganadero. Todavía
queda mucho por hacer, empezando por eliminar la ley que prohíbe el
sacrificio de ganado y la venta de carne y leche de forma directa por
parte de los productores.

En el ámbito estatal la cadena de errores y horrores va desde el mal
manejo del rebaño hasta el criminal abuso con los animales. Miles de
animales mueren cada año de hambre y sed de forma injustificada en un
país donde las bondades del clima y de sus tierras permiten minimizar
esas muertes al máximo con sólo un poco de voluntad. Es un acto criminal
que en cualquier otro país sería sancionado. Muchos animales mueren de
sed en el potrero junto a un pozo lleno de agua que no cuenta con una
soga, turbina o molino de viento. En algunos casos existen los recursos,
pero no se reparan por falta de interés.

Conocí personalmente el caso de vaquerías que tenían un pozo lleno de
agua y bebederos ubicados en el potrero, uno al lado del otro, pero al
no contar con los recursos para extraer el agua procedían a llenar los
bebederos con pipas tiradas por un tractor desde varios kilómetros de
distancia. Cosas del manicomio económico socialista: "Cójame a ese perro
mocho por el rabo", como decía mi abuelo.

* Caleb Vega fue jefe económico del central "Alfredo Álvarez Mola", en
Sibanicú, Camagüey, y testigo excepcional de la debacle ocurrida en la
industria azucarera y la Cuenca Lechera. Laboró en el sector por más de
15 años y salió de Cuba en octubre del 2007. Actualmente reside en Miami.

http://cafefuerte.com/2011/10/11/la-increible-y-olvidada-historia-de-la-cuenca-lechera-de-camaguey/

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