11 de enero de 2012 • 10:45
Guáimaro, a 650 kilómetros al este de La Habana, es un pequeño pueblo
situado a lo largo de la Carretera Central de Cuba, famoso por ser el
sitio donde se firmó la primera Constitución de la isla durante la
guerra de independencia con España.
Por estos días, el pueblo habla de otro tipo de independencia en la Cuba
controlada por el Estado. Es la del restaurante privado "Magno", el más
lujoso del lugar, y su propietario Tomás Mayedo Fernández, condenado en
el pasado por homicidio involuntario y convertido ahora en un hombre de
éxito.
El restaurante es uno de los más de 1.000 que han abierto en la isla de
Gobierno comunista desde que el presidente Raúl Castro dio luz verde a
fines del 2010 al desarrollo de pequeñas empresas privadas, como parte
de una reforma más amplia que busca modernizar la economía de estilo
soviético.
Una comida en "Magno" cuesta desde unos pocos dólares si es un sándwich
y cerveza, hasta más 10 dólares si se opta por carne de res o langosta,
en un país donde el salario promedio es menos de 20 dólares.
En Guáimaro hay otros dos restaurantes privados y algunos estatales en
mal estado que son más orientados a pobladores que a visitantes, donde
no hay aire acondicionado ni se ofrece langosta, camarones, carne de
res, whisky y ron añejo.
"Todo fue saliendo poco a poco. No soy gastronómico, no tengo
conocimiento de esas cosas, pero me gusta el tema del negocio y cuando
salió la ley empecé en esto", dijo Mayedo, quien es hijo de un ganadero.
El joven emprendedor vivía en el segundo piso de un edificio centenario
una vez en ruinas, en cuya sala vendía ropas y desde donde podía
observar una destruida y vacía tienda y un patio trasero convertido en
basurero por los vecinos.
VIENDO EL POTENCIAL
El lugar, sin embargo, tenía un gran potencial por estar situado frente
a la Carretera Central, lo que permite el acceso a una gama amplia de
clientes que pasan por el pequeño pueblo en el camino a otras provincias
del país, dijo.
"Ya estábamos trabajando para limpiar el lugar antes de que cambiara la
ley", contó Mayedo, mientras con su teléfono celular en mano toma tiempo
libre de sus charlas con proveedores.
Según dijo, comenzó con una pequeña cafetería, hasta que en diciembre
del 2010 abrió al lado el restaurante. Sus planes no se detienen allí.
"También tenemos un taller de reparación de joyería. En el futuro,
dentro de dos o tres años, quiero empezar con el proyecto de rentar
habitaciones en el patio y hacer una especie de villa", agregó.
Al igual que el resto de Cuba, muchos de los residentes de Guáimaro
tienen familiares en el extranjero, especialmente en Florida, Estados
Unidos.
"Magno" abrió poco tiempo antes de que el presidente estadounidense,
Barack Obama, levantara las restricciones para que los
cubano-estadounidenses visiten su tierra natal.
En las vacaciones recientes, el pueblo, -a donde la gente llega a pie,
en bicicleta o en carros tirados por caballos como principales medios de
transporte-, estaba repleto de autos para rentar, la mayoría alquilados
por cubano-estadounidenses de visita que querían llevar a cenar a
familiares y amigos.
Sólo había un lugar para ir, "Magno", que se ha convertido en una
especie de restaurante de moda, bien conocido en la zona.
"Diciembre fue de lejos el mejor mes que hemos tenido", dijo Mayedo.
Su esposa Yaima López ayuda a dirigir el negocio, mientras que su tía,
una economista estatal retirada, se encarga de llevar las cuentas. Dos
primos, con algo de dinero ganado trabajando en Angola, le prestaron el
capital inicial.
"Les estoy pagando poco a poco, pero no me presionan", dijo.
Los momentos más difíciles fueron al principio, cuando Mayedo creaba su
clientela ante los temores de ir a la quiebra.
"Como todos los negocios el primer y segundo año son los más difíciles.
Y este es el campo, no la capital, donde hay más demanda. Aquí
dependemos de las personas que pasan por la carretera", explicó.
LOS IMPUESTOS
En la medida que su negocio ha crecido, Mayedo subió a ocho empleados a
tiempo completo para ayudar en la inversión. Admitió que el mayor
desafío ha sido la formación de una fuerza laboral que sea disciplinada
y preste atención a los detalles.
Sin problemas serios con el Gobierno, está muy agradecido por las
reformas en curso y cree que llegaron para quedarse. "Gracias por darnos
la oportunidad de poder demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces
de hacer algo bueno", dijo.
"Ningún país puede subsidiar los gastos de una población completa.
Nosotros aportamos salario a los trabajadores, aportamos impuestos y
ayudamos a la economía", agregó.
En un país donde por décadas la mayoría trabajaba para el Estado y no se
pagaban impuestos hasta hace poco, está siendo aplicado un sistema
impositivo a cientos de miles de empresas y granjas privadas surgidas
bajo el plan de más de 300 reformas económicas aplicadas por Castro.
Mayedo dijo que su tía estaba preparando su primera declaración jurada
sobre la renta.
Encogiéndose de hombros, admitió que la escala de hasta 50 por ciento de
impuestos sobre las ganancias era algo para preocuparse, pero dijo que
era mejor eso a no pagar nada por no tener ganancias.
(Traducido por Rosa Tania Valdés; Editado en español por Silene Ramírez)
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