Publicado el Martes, 10 Enero 2012 02:27
Por Café Fuerte
Una influyente promotora del negocio inmobilitario en Estados Unidos
visitó recientemente Cuba, interesada por conocer el panorama del
mercado de bienes raíces en la isla tras los cambios implementados por
el gobierno de Raúl Castro.
Wendy Cole, editora de la revista REALTOR, viajó a La Habana como parte
de una excursión autorizada bajo la política de contactos culturales y
educativos que promueve la administación de Barack Obama. La publicación
es el órgano de la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces (NAR)
y ostenta el liderazgo informativo en el mercado inmobiliario de Estados
Unidos.
La mirada de Cole al universo inmobiliario cubano pudiera resultar
polémica, pero es el resultado de una aproximación interesada en
descubrir las interioridades de un mercado de bienes raíces que ha
vivido paralizado -o simplemente adulterado en un mar de transacciones
ilegales- durante cinco décadas.
CaféFuerte publica a continuación el artículo de Cole, agradeciéndole su
cortesía al permitirnos reproducirlo en nuestro sitio.
CUBA: NACIMIENTO DE UN MERCADO INMOBILIARIO
Por Wendy Cole
Acabo de regresar de Cuba, después de pasar 10 días. Fue un viaje
personal que me dio una visión fascinante de uno de los mayores enigmas
del país: cómo equilibrar el deseo de la gente de mayor libertad
económica, sin comprometer los principios socialistas profundamente
arraigados.
Mi visita, como parte de un grupo, fue posible gracias una licencia bajo
el programa de contactos "pueblo a pueblo", que reinició el otoño pasado
el gobierno de Obama. (Esas visitas a la isla-nación han sido diseñadas
para fomentar el intercambio cultural entre ciudadanos estadounidenses y
cubanos. Se iniciaron durante los años de Clinton y fueron suspendidas
cuando Bush estaba en la Casa Blanca.)
Estaba intrigada sobre todo en ver cómo se estaba poniendo en práctica
la nueva ley de propiedad de Cuba, que permite a los ciudadanos y
residentes permanentes comprar y vender bienes raíces. Anunciada con
bombos y platillos en noviembre, esta reforma orientada al mercado es un
importante cambio tras medio siglo de políticas socialistas y controles
estatales respecto a la vivienda.
Hay algo que resulta evidente dondequiera que vayas en el país (y
viajamos a cinco ciudades): el inventario de viviendas está envejecido y
en mal estado. El embargo comercial de Estados Unidos por 50 años y la
pérdida de la red de seguridad soviética en 1991 significa que los
cubanos deben resolver con lo que tienen o lo que pueden crear, a pesar
de las contribuciones de los pocos países con los que mantienen vínculos
económicos. (Hay mucha necesidad de bombillas y planchas de plywood, por
ejemplo). Aun así, la belleza de arquitectura neogótica y colonial se
nota en muchos lugares, junto con la pintura descascarada y muros derruidos.
Una anfitriona bien informada
Nuestra guía agradable y bien informada, Mirelys González, es
propietaria de una casa típica cubana. Vive con su esposo y su hija de
cinco años en un apartamento de dos dormitorios, construido en la parte
superior de la casa en la que creció en La Habana.
La escasez extrema de viviendas implica que los arreglos
multigeneracionales de vivienda sean bastante comunes. También significa
que las parejas que se divorcian son más propensas a erigir un muro
dentro de la casa que han compartido y a continuar ocupando la propiedad
mucho tiempo después de roto el matrimonio. La razón es que nadie puede
estar seguro de encontrar un nuevo lugar asequible para vivir.
La decisión de González de "construir arriba" es una solución común para
familias en crecimiento. Supervisó personalmente los contratistas que
empleó. Les hizo repetir tres veces las escaleras porque eran demasiado
largas o demasiado cortas, en su criterio. Pero ella admite que no es
experta en remodelación. Cuando se le preguntó por los procedimientos de
autorización del gobierno, arrugó la nariz en señal confusión.
El gobierno, explicó ella, siempre ha dejado que la gente asuma sola los
proyectos de expansión de sus casas. Las preocupaciones de seguridad
recaen en los personas involucradas. Es interesante escuchar lo que el
Estado considera que es de su incumbencia y lo que no.
Precios por las nubes
Los cubanos que aprovechan su nuevo derecho a vender o comprar una casa
deben pagar en efectivo. El concepto de hipotecas no ha llegado todavía,
lo que sin duda limita la cantidad actual de compradores. Las casas
cuestan entre $ 10,000 y $50,000, sumas que están fuera del alcance de
la mayoría de las familias. Sin embargo, los préstamos bancarios para la
reparación o ampliación, disponibles por primera vez, deberán lograr
algunas mejoras notables en el parque de viviendas.
No vi nada parecido a un corredor de bienes raíces durante nuestros
viajes, pero había una serie de letreros señalando las casas que estaban
disponibles "para la venta o permuta". La manera más común para saber
quién vende en el barrio es de boca en boca. González explicó que
algunas personas en la comunidad son designadas como "corredores" para
ayudar a poner en contacto a compradores y vendedores. Las tasas
cobradas por servicios quedan entre ellos.
Si bien no esperamos ver una señal de Century 21 o globo de RE/MAX en La
Habana a corto plazo, el viaje me ofreció una ventana al incipiente
mercado de la vivienda a unas 100 millas de Miami. Ahora que a los
cubanoamericanos se les permite viajes ilimitados para visitar a
familiares y se pueden enviar remesas de dinero sin restricción,
seguramente habrá un boom en el sector inmobiliario que, en la
actualidad, no tiene otra alternativa que el crecimiento.
Traducción: CaféFuerte
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