Agricultura urbana, orgánica y sustentable en Cuba Fernando Ravsberg /
agosto 10, 2012
El escritor Ernest Hemingway recomendaba tomar los mojitos en la
Bodeguita del Medio, así que intentamos averiguar por qué. Reynaldo
Linéa, el barman, resultó ser asiduo lector de BBC Mundo y nos reveló el
origen de la hierbabuena que utilizan.
Resulta que viene de una cooperativa agropecuaria urbana que produce
solo alimentos orgánicos. Siempre está muy fresca porque la cercanía de
la finca les permite comprarla diariamente, como quien dice va desde el
surco al mojito sin escalas.
"La hierbabuena siempre fue deficitaria, al grado que los ministros de
agricultura y turismo habían firmado un acuerdo para garantizar el
abastecimiento a la Bodeguita del Medio", nos explicó Reynaldo, quien
lleva 22 años tras la barra.
Las reformas económicas permiten ahora que el famoso restaurante compre
directamente a los productores pagando en divisas. Unos tiene la
hierbabuena de primer calidad y los otros obtienen moneda dura para
seguir desarrollando la cooperativa.
Del buró al surco
La finca está ubicada en Alamar, a 15 minutos de la bodeguita, así que
fuimos directamente a conversar con los productores. Al llegar
encontramos un punto de venta de verduras, especies y plantas para los
vecinos a precios menores que en los agromercados.
Miguel Salcines, presidente de la cooperativa, nos muestra la
hierbabuena que venden a la Bodeguita del Medio.
Miguel Salcines, presidente de la cooperativa, nos muestra la
hierbabuena que venden a la Bodeguita del Medio. Foto: Raquel Pérez
Miguel Salcines es un técnico agrónomo que trabajó muchos años en el
Ministerio de la Agricultura, uno de los pocos que, durante la crisis de
los 90, optó por dejar las oficinas y dedicarse a producir alimentos.
Con 3 o 4 personas más y utilizando terrenos baldíos fundó la cooperativa.
"Fue un reto, somos un país de monocultivo en grandes latifundios que no
tenía en cuenta a la agricultura de menor escala", dice Miguel pero
agrega que inmediatamente se convirtieron en una fuente de empleo para
la comunidad, fundamentalmente "entre las mujeres y las personas de la
tercera edad".
La escasez de alimentos durante la crisis de los años 90 obligó a los
mas reacios a probar los vegetales de la cooperativa y "poco a poco la
gente los incorporó a su dieta. Así contribuimos a crear hábitos de
consumo diferentes que aun hoy se mantienen".
Ciclos naturales
Jose Luis Roche es uno de los mejores cooperativistas a pesar de que
tiene ya 81 años, 70 trabajando en la agricultura.
En la finca trabajan 160 personas, su "principal fortaleza son los
recursos humanos y su preparación, tenemos 22 profesionales
universitarios, más de 40 técnicos de nivel medio y el resto están entre
9 y 12 grado. El promedio de edad ronda los 50 años", nos explica Miguel.
El mayor de ellos es José Luis Roche, un abuelo de 81 años que lleva 70
años en la agricultura y que "para conversar un ratico con los
compañeros" llega cada día a las 6 am, una hora antes de lo estipulado.
Nos asegura que "trabajar es bueno para la salud lo que es malo es
sentarse".
A sus 24 años Roxana Fleites está a cargo de un laboratorio biológico
ubicado en un ranchón de techo de palmas en medio de la cooperativa.
Dice que no utilizan químicos, "reproducimos insectos beneficiosos y
pichones de cotorras que se comen las plagas".
Lograron ser autosustentables en base a un sistema orgánico de
producción, exento de químicos, en el que se combinan ciclos naturales,
crían vacas, usan sus excrementos para producir humus de lombriz y este
lo aplican a la tierra como fertilizante natural.
Campesinos y accionistas
Miguel nos asegura que el trabajo en la cooperativa que preside es más
humano que en la gran agricultura "el horario laboral es menor,
trabajamos 6 horas en verano y 7 en invierno, hacemos préstamos sin
intereses a nuestros asociados, tenemos almuerzo y cena gratuitos".
Roxana Fleites, es la especialista que cría insectos y pichones de
cotorra para contrarrestar las plagas de la agricultura sin usar químicos.
A pesar de todo les costaba retener a los asociados. Crearon entonces un
sistema de pago en el que se combinan salario y acciones, estas últimas
entregadas a partir "del capital de trabajo" acumulado por cada
cooperativista. "El 50% de las ganancias se reparten entre los accionistas".
Los primeros 3 meses se labora en calidad de empleado y, si la asamblea
aprueba su incorporación a la cooperativa, empieza a acumular capital en
los surcos. El primer año recibe 1 acción y sigue aumentando hasta que
al décimo se consiguen 6 acciones.
El salario básico mensual de un cooperativista es de $ 350 a $700 pero
sumado a las acciones llegan hasta los $ 2000, unos U$D 80. Además, "a
diferencia de otras cooperativas, nosotros no retenemos las utilidades
por meses, las pagamos junto con el salario cada 15 días".
"Lo que no crece perece"
Miguel Salcines nos explica que recibieron apoyo de ONGs europeas, de
los centros de investigación de Cuba y de los gobiernos locales pero
chocan con las trabas burocráticas que frenan el desarrollo agrícola del
país desde hace décadas.
"Las políticas comerciales buscaban proteger a la población contra la
especulación de los alimentos pero crean mucha rigidez en los precios y
eso no estimula la producción. Somos del criterio de que el país debe
subsidiar a la gente y no a los productos".
"El sistema de compra de medios y recursos es de una complejidad
extrema, a través de otra empresa, de otros organismos, con
contrataciones y un maremágnum de papeles y documentos que no le da la
inmediatez necesaria cuando, por ejemplo, se nos rompe un camión".
"También rechazan que hagamos otras actividades al margen de las
agropecuarias, por ejemplo que podamos tener un restaurante, un taller o
una cafetería. Y eso nos mata el capital que tenemos para invertir como
cooperativa porque lo que no crece perece".
http://cartasdesdecuba.com/agricultura-urbana-organica-y-sustentable-en-cuba/
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