lunes, 5 de noviembre de 2012

'Dumping' a la cubana

Economía

'Dumping' a la cubana
Iván García
La Habana 05-11-2012 - 10:32 am.

Control de precios, mercado negro, burócratas corruptos con carné del
Partido. ¿Cómo se mueve la economía informal en la Isla?

Al sur de La Habana, bajo un sol feroz, media docena de hombres trabajan
en un precario taller produciendo bloques en una máquina artesanal
armada a retazos. Es una faena dura.

Doce horas diarias entre cemento, piedras y arcilla, llenando un molde
que luego el Frankenstein mecánico devuelve, tras un jadeo cansino, en
bloques para la construcción. En un mes cualquiera, ganan 1.600 pesos
(64 cuc). Cuatro veces más que el salario promedio en Cuba.

En teoría, estas precarias factorías, montadas a la carrera en cualquier
terreno yermo o en medio de la campiña, junto a las grandes industrias,
serían la clave para elevar la producción de materiales de construcción.
A muchas familias le permitirían reparar sus destartaladas viviendas, en
particular ahora, tras el paso del devastador huracán Sandy por Santiago
de Cuba y otras provincias orientales.

La meta de Alfredo, al frente del improvisado taller, es confeccionar
ocho mil bloques mensuales. La suele cumplir, trabajando a medio gas
durante 10 días. El resto de los bloques producidos, entre 750 y 900
diariamente, son bien guardados en un viejo almacén estatal.

Cumpliendo orientaciones de su jefe, estos bloques no se reportan en el
plan del mes. Son para venderlos "por la izquierda". Si se suman los más
de 20 mil bloques que el taller de Alfredo puede elaborar —timbiriches
ambulantes como éste hay cientos por todo el país— a las grandes
producciones de la industria de materiales, es razonable que la gente se
pregunte por qué se mantiene inflado el precio de los ladrillos y los
bloques de construcción.

Cada uno cuesta 10 pesos en el mercado negro (0.50 cuc). La demanda
supera la oferta. Y cuando vas a comprarlo en los rastros del Estado,
nunca los encuentras. Sin embargo, los patios de algunos almacenes están
desbordados de cemento, baldosas, áridos, ladrillos y bloques.

Según un funcionario del Ministerio de Comercio Interior, directivos de
empresas y almacenes, en contubernio, artificialmente alimentan la
escasez, para mantener elevados los precios. Esto no solo ocurre con los
materiales de construcción.

Acopio, organismo encargado de adquirir el 80% de las cosechas de las
cooperativas y campesinos particulares, se ha transformado en un bastión
de corrupción rapaz. Fábricas y dependencias de Comercio Interior
elaboradoras de productos vendidos en moneda dura, también han montado
un formidable embrión mafioso que lucra con los precios de los alimentos.

El régimen lo suele propiciar y hacerse el de la vista gorda. El costo
de una lata de cerveza, refresco o malta, por ejemplo, incluyendo
transportación y descarga, no supera los 10 centavos de cuc. Luego, en
la red de tiendas recaudadoras de divisas, la venden al por menor con un
precio multiplicado por diez.

La doble moneda ha creado un circuito cerrado en la economía nacional,
sobre todo en las empresas productoras de aceite, mayonesa, puré de
tomate, jabones y detergente, entre las más rentables gracias a los
elevados beneficios por las ventas en pesos convertibles.

Estos clanes mafiosos, enquistados en la cadena de comercio y
distribución local, han amasado fortunas. Por internet circula el caso
del directivo de una fábrica de compotas que tenía en su casa un closet
repleto de dólares. Casi todos los corruptos son burócratas de corta y
clava. Con carnet rojo del Partido en el bolsillo. Y cuando hablan, como
autómatas, en cada oración repiten dos o más veces las palabras
revolución, Fidel y Raúl. Una verdadera casta de oportunistas.

Forman un grupo compacto, con un control de monopolio sobre los precios
de alimentos y artículos esenciales. Cuenta un ex trabajador de un
almacén estatal de víveres que en el pasado mes de abril, del gobierno
provincial recibieron la orientación de surtir todos los puestos de
ventas del Estado con frijoles negros, al precio de ocho pesos la libra.

Una buena noticia para las redes mafiosas. En ese momento, en los agros
no estatales, la libra de frijol negro costaba entre 15 y 18 pesos. La
solución fue retrasar la distribución. Por debajo del tapete comenzaron
a salir camiones repletos de frijoles hacia domicilios particulares,
reconvertidos en almacenes provisionales. Después, desde esas casas,
saldrían los frijoles destinados a abastecer los agromercados privados.

El frijol se vendió al por mayor a intermediarios del sector privado a
12 pesos la libra. Con la ganancia, cuatro pesos por libra, se
financiaba el engranaje de corrupción: camioneros, estibadores y
directivos superiores. Por esa vía se vendieron toneladas de frijoles
negros. Y en los reportes oficiales aparecía consignado que la libra de
frijol se vendió a ocho pesos. Cosa que nunca ocurrió.

Otro buen ejemplo es el de las manzanas. En las tiendas por divisas,
cada una cuesta de 35 a 45 centavos de cuc, según el tamaño y la
calidad. Ahora mismo usted recorre las tiendas y cafeterías habaneras y
no tienen manzanas en venta. Sin embargo, por toda la ciudad, cientos de
carretilleros ofertan a 15 y 20 pesos cada manzana.

Detrás de este dumping a la cubana existe un mecanismo de relojería que
mueve con destreza los hilos de las disponibilidades de alimentos y
precios. Raúl Castro ha creado un ejército de inspectores anticorrupción
capitaneado por Gladys Bejerano, contralora general de la República. La
intención es frenar ese monstruo de múltiples cabezas que afecta la vida
de toda la nación.

Pero por cada cabeza que cercena Bejerano, surgen cinco nuevas. El mal
es de fondo. La gente piensa que se está jugando al flojo. Solamente se
persigue a los tramposos y corruptos de nivel bajo y medio.

Ciertos personajes, señalados por la población como "capos de capos",
continúan en sus oficinas climatizadas, observando tranquilos y
despreocupados el panorama.

http://www.diariodecuba.com/cuba/13831-dumping-la-cubana

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