Adiós a los kiosqueros
Jueves, Abril 25, 2013 | Por Juan Carlos Linares Balmaseda y Carlos Ríos
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Recientemente, el régimen
ordenó cerrar todos los kioscos particulares que vendían carne, viandas,
vegetales, frijoles, frutas y demás productos agropecuarios en las zonas
más céntricas de La Habana.
Aunque no todos han cerrado. Algunos permanecen funcionando y
permanecerán mientras exista el soborno. Según comentarios
extraoficiales, tampoco cerrarán los que pertenecen a familiares, amigos
y protegidos de los burócratas con rango en el gobierno municipal.
En mayo de 2011, estos kioscos, al igual que los vendedores ambulantes
(carretilleros), debían tributar al Estado 262 pesos trimestrales por
concepto de seguridad social, más un 5% de impuesto mensual sobre la venta.
En julio de 2012, por súbito decreto estatal, los kiosqueros pasaron a
un "régimen simplificado". Les quitaron la categoría de "vendedores en
puntos fijo" y los transformaron en "vendedores ambulantes", es decir de
kiosqueros a carretilleros, aunque solo fue en teoría. Luego, sin previa
consulta con los interesados, les libraron del 5% de impuesto mensual
sobre la venta y les impusieron una tarifa fija de 70 pesos mensuales,
manteniéndoles la contribución para la seguridad social. Y un tiempo
después, les elevaron la tarifa de 70 a 200 pesos mensuales.
Así se mantuvieron las cosas hasta el lunes 15 de abril, fecha en que
las autoridades de las respectivas Direcciones de Trabajo y Seguridad
Social municipales pusieron finalmente término a las casetas. De nada
valieron las reclamaciones de los kiosqueros y la de sus clientes
naturales, los vecinos del barrio. A partir de ahora, los clientes deben
lanzarse a la calle, a intentar adivinar dónde y cuándo se parquea la
carretilla más cercana.
Se acabó la modalidad de kiosquero, al tiempo que se reducen en gran
número los carretilleros y la oferta. Porque, para mayor penuria de los
desempleados y de los consumidores, desde hace casi un año tampoco se
emiten nuevas licencias para el oficio de carretillero.
Los que asentaron kioscos en sus viviendas, o arrendaron locales
estatales para ejercer este oficio de cuentapropistas, perdieron la
inversión. Y no serán compensados. Entre tanto, los kiosqueros
–incluyendo muchas mujeres- tendrán que empujar sus carretillas, calle
arriba y calle abajo, bajo el abrasador sol tropical.
Una carretilla, para que atraiga y satisfaga a los clientes, debe tener
la mayor variedad de alimentos frescos, lo que hace muy pesada la carga,
que el carretillero debe empujar continuamente, pues se le prohíbe
estacionarse por tiempo prolongado; solo les es permitido detenerse el
tiempo justo que dure una venta. Asimismo, se le prohíbe aparcar en
calles principales, frente a instituciones públicas.
Tania, una residente en el municipio Diez de Octubre, narra sus últimas
experiencias de kiosquera:
"Me engañaron. Meses atrás vinieron unos inspectores de la Dirección de
Investigación Superior y le tiraron fotos a mi kiosco. Me aseguraron que
iban a admitir sólo los más lindos. Yo pinté y adorné el mío, y ahora me
ordenan cerrarlo. Me advirtieron que me daban tres días de plazo para
vender la mercancía y cerrar, pero al día siguiente me pusieron una
multa de 250 pesos. Son unos mentirosos".
Luego de visitar la sede del Gobierno municipal de Diez de Octubre y la
Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), y de ser sometidos
al peloteo de rigor, estos reporteros se presentaron en la Dirección de
Trabajo y Seguridad Social. Allí vimos a una funcionaria encargada de la
atención a los trabajadores por cuenta propia, a la que preguntamos
sobre la controvertida medida:
¿Si los campesinos tienen que entregar el 80% de su producción al
Estado, y el resto pueden comercializarla con quiénes quieran, ¿por qué
no se otorgan licencias para carretilleros?
La funcionaria respondió que la Ley "está bien concebida, pues tiene que
existir un tope en el número de carretilleros en las calles". Luego,
remató con una interrogante que rebasa la capacidad de comprensión y el
raciocinio de cualquiera: "¿Tú quieres que haya más carretilleros que
guaguas?".
Sin palabras.
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