martes, 2 de julio de 2013

Críticas a “Cuba en la era de Raúl Castro”

Mesa Lago, Reformas, Raúl Castro



Críticas a "Cuba en la era de Raúl Castro"

Esta crítica la hago como aporte a un debate que los académicos de la

Isla suelen evadir debido a la autocensura y porque no hay suficiente

independencia académica

Rolando H. Castañeda, Washington DC | 02/07/2013 12:05 pm



CUBAENCUENTRO ha dado una amplia y oportuna cobertura al libro de

Carmelo Mesa Lago, Cuba en la era de Raúl Castro, que seguramente se

convertirá en un clásico por su descripción y análisis del periodo

2006-2012. El más completo sobre el tema y que coincide con los escasos

resultados obtenidos de los cambios realizados.

Mesa Lago hace un aporte fundamental para entender la situación y

perspectivas socioeconómicas de la Isla, así como para evaluar y poner

en perspectiva las reformas emprendidas por Raúl Castro (Castro II)

después que sucedió a Fidel Castro (Castro I) en 2006, así como

emprender el necesario debate sobre estos temas. Su conclusión medular

es que Cuba requiere reformas socioeconómicas de mayor envergadura que

las emprendidas hasta ahora para progresar y mejorar el bienestar de los

ciudadanos, particularmente ante la inminente reducción de la ayuda

venezolana.

Mi propósito es señalar críticas a algunos temas del libro cuyo análisis

considero requieren revisión y que fortalecerían significativamente su

conclusión central. Entre ellos, la perspectiva histórica de las

reformas y el papel desempeñado por Castro II en ellas, algunos aspectos

clave del sector externo y del bienestar social, la concepción y

estrategia general de las reformas, planteamientos sobre algunas

reformas específicas y por qué la insuficiencia y fracaso de las reformas.

En la perspectiva histórica de las reformas considero que requiere

revisión el énfasis en que las reformas de Castro II son las más

importantes en la era revolucionaria y que están bien orientadas. Esto

es cierto para algunas áreas microeconómicas y sectoriales (la

agricultura, los servicios y la vivienda) a partir 1968, cuando se

realizara la nefasta Gran Ofensiva Revolucionaria. Sin embargo, no lo es

para las reformas macroeconómicas o generales que, por tanto, comparan

mal con las reformas de Castro I en los 1990, tal como la promoción de

las remesas, la inversión extranjera y el turismo. Castro II no ha

realizado reformas de esta naturaleza.

Es desafortunado y se presta a confusiones señalar como periodos

"idealistas" de la era revolucionara, los que reprimieron al sector

privado y el mercado, y eliminaron los incentivos.

A principios de los 1980 Cuba fue pionera en reformas entre las

economías del socialismo real. Esto se debe destacar por su implicancia

de lo mucho que se han demorado, más de 33 años, las reformas básicas en

la agricultura, el cuentapropismo y en brindar incentivos laborales,.

Asimismo, los dos periodos pragmáticos o liberalizadores previos,

1980-1985 y 1991-1996, fueron exitosos en lograr progreso y bienestar

económico, lo que justifica que se deben realizar nuevas reformas.

No es válido exonerar a Castro II de los errores socioeconómicos del

periodo revolucionario ya que tuvo un rol directo y activo, por cierto

muy bien documentado, en la defenestración de los académicos y analistas

reformistas del Centro de Estudios de América en 1996.

En el área del sector externo, se ignora que la remuneración de los

profesionales que brindan servicios en el extranjero, igual que la de

empleados de las empresas mixtas en la Isla, viola los convenios

internacionales del trabajo (Convenio No. 95 de la OIT) y constituye una

repudiable expoliación del trabajador. Los profesionales que salen al

exterior lo hacen motivados por las bajas remuneraciones prevalecientes

en la Isla y muchos tratan de emigrar. También, se evade el tema del

restablecimiento de las relaciones comerciales con EEUU, así como la

potencial contribución que la diáspora podría hacer, las que cambiarían

significativamente la difícil situación y perspectivas de la economía en

general y del sector externo en particular.

Sobre el bienestar social se elude por completo la carencia de

libertades y derechos fundamentales y la represión que sufren quienes

tienen el valor de intentar ejercerlos que son una dimensión esencial

del bienestar social. Hay represión e intolerancia para imponer una paz

romana, aniquilando la oposición, incluso privándola de empleo. Por

consiguiente, es fundamental el establecimiento de prácticas e

instituciones inclusivas que apoyen libertades individuales y un régimen

de derechos para que el sector privado disponga de bases institucionales

para desarrollarse y expandirse sin ser expoliado por la autocrática

élite gobernante (la nomenklatura).

No se presenta un análisis suficientemente crítico sobre la deficiente

concepción, estrategia y coherencia general de las reformas planteadas,

de los componentes de las medidas institucionales básicas

imprescindibles para promover al sector privado y el mercado, ni de las

medidas macroeconómicas requeridas. Específicamente el restablecimiento

de libertades económicas fundamentales para la expansión del

cuentapropismo, la pequeña agricultura y las verdaderas cooperativas

(autónomas). De las políticas macroeconómicas que determinen precios

apropiados y el marco general para alentar la producción de bienes

transables (exportaciones y sustitución de importaciones) en una

economía pequeña que tiene que orientarse al exterior. Castro II no

puede mantener los errores sistémicos y de políticas existentes y

esperar resultados diferentes a los obtenidos.

En cuanto al análisis de las reformas adoptadas, es absurda y carece de

mayor efectividad la campaña contra la indisciplina laboral para

aumentar la productividad en una sociedad donde hay dificultades de

transporte para acceder al trabajo, se pagan bajos salarios reales (del

30 % del nivel de 1989) y hay abundantes trabajadores redundantes (o

planillas infladas).

Es erróneo que la unificación monetaria/cambiaria requiera previamente

que aumenten la producción y la productividad. Esto es hacerse eco de la

excusa para posponer y dificultar una medida necesaria. En cualquier

caso la causalidad es al revés. La producción y la productividad son

bajas por la dualidad existente y aumentarán cuando existan menos

distorsiones y una tasa de cambio realista.

En cuanto al fracaso de las reformas emprendidas, es incorrecto

atribuirlas a las diferencias existentes en la cúpula y en la burocracia

sobre ellas. Si bien hay funcionarios, como Machado Ventura, que

rechazan categóricamente la necesidad de las reformas, ello no significa

que esa oposición haya sido determinante ni decisiva en la limitada

concepción y peor ejecución de las reformas por Castro II. Los pobres

resultados logrados son inevitables por su paradigmático inmovilismo,

mal diseño y pobre implementación.

Esta crítica la hago como aporte a un debate que los académicos de la

Isla suelen evadir por la autocensura que se imponen y porque no existe

suficiente independencia académica. Situación comprobada por las

experiencias recientes de dos economistas que Mesa Lago menciona en el

prólogo de su libro y las experiencias de los académicos y analistas,

que propusieron reformas a mediados de los 1990, en particular los del

Centro de Estudios de América, que ahora residen en el exterior.



Source: "Críticas a "Cuba en la era de Raúl Castro" - Artículos - Cuba -

Cuba Encuentro" -

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/criticas-a-cuba-en-la-era-de-raul-castro-285437

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