miércoles, 26 de marzo de 2014

Las perchas del mercado negro

Las perchas del mercado negro

La ropa hecha en Cuba no gusta. Los jóvenes quieren ropa importada. Y si

es de marca mejor

miércoles, marzo 26, 2014 | Augusto Cesar San Martin



LA HABANA, Cuba. – Próximo a cumplir tres meses de que el gobierno

prohibiera la venta de ropa importada a los que tenían licencias de

modista o sastre, la ropa de afuera se sigue trapicheando en la

clandestinidad. En Galiano y Carlos III, en otras importantes avenidas

comerciales de la capital, prospera el mercado negro.



Dunia, vendedora de la Feria de Galeano y San José intenta sobrevivir.

Tiene varias advertencias de la policía por vender en las calles sin

permiso. ¨Estamos trabajando para subsistir. La ropa hecha en casa no se

vende… En los años 70, las personas se vestían con la ropa de la tienda

(hecha en Cuba), ahora todo el mundo quiere ropa de afuera¨.



La prohibición



La prohibición de vender ropa de afuera, se dirigió a los

cuentapropistas que comercializaban mercadería de fabricación industrial

a través de la licencia de ¨Modista o sastre¨. Según el Ministerio de

Trabajo y Seguridad Social la licencia comprende: Confección, arreglo o

transformación de ropa. Trabajos simples y complejos de sastrería y

costura a la medida. Pero no incluye la comercialización de ropa de

fabricación industrial, y mucho menos de importación.



El negocio cobro auge en el 2006 con la importación de mercadería que

traían turistas extranjeros, principalmente de Ecuador, Venezuela y

México. Un año después los de la isla se apoderaron del comercio

utilizando el libre visado establecido por Ecuador. No pocos cubanos

pagaron hasta dos mil dólares para convertirse en ciudadanos

ecuatorianos y tomar las rutas de Perú y Panamá para la importación de

mercadería. Un grupo menor, se dirigió al mercado de México y los EUA.





Los portales de las avenidas comerciales se llenan de un enjambre de

jóvenes vendiendo. Foto ACSM



Aparente legalidad



La implementación de la nueva política económica del gobierno amplió las

posibilidades del sector privado. Al amparo de la licencia de ¨Modista o

sastre¨, se establecieron en todo el país puntos de ventas de ropa,

bautizados como ¨Perchas¨. La modalidad generó empleos, cubiertos en su

mayoría por jóvenes.



La segunda mayor inversión, después de la gastronomía, se dirigió a la

venta de ropas que trasformó espacios baldíos de la capital en ferias.

Los cubanos rentaron espacios abandonados por el Estado o transformaron

en tiendas casas ubicadas en zonas comerciales.



Durante el tiempo de anuencia gubernamental, la furia de importar ropa

de afuera disminuyó. La generalización ralentizó la venta y saturó el

mercado. No pocos proveedores de las ¨Perchas¨ dirigieron sus

inversiones hacia la gastronomía y otros negocios.



Después de tres años de tolerancia el gobierno decidió la suspensión del

comercio de ropa importada. La prensa oficialista anunció que estaba

dirigida a velar por la legalidad y protección de los trabajadores por

cuenta propia. Las cuentapropistas esperaron sin resultados las

respuestas a sus demandas en el recién culminado Congreso de

Trabajadores. ¨Este año no han tenido la cara de venir a cobrar el

sindicato¨, declaro Dunia.



Algunos cuentapropistas, después de la prohibición de vender ropa de

afuera, reorientaron su negocio hacia la ropa artesanal hecha por la

abuelita en la máquina de coser doméstica. Uno reabrió con un taller de

cuatro máquinas de coser industriales para la confección de ropas y otro

taller de calzado. Paga 1800 pesos mensuales por la renta del local

donde opera al amparo de las licencias de Modista o sastre y Vendedor

productor.



Sobre la venta de ropa artesanal declaro a Cubanet. ¨Es mucho más lenta…

vender ropa confeccionada aquí no es fácil. Luisa María, agregó: ¨Esta

ropa está especial, pero cuando digo que es hecha en casa… se van.

Tenemos días que no vendemos nada…Ganamos 10 pesos, 5 para comer y 5

para pagar la licencia¨.



Otra de las vendedoras que antes de la prohibición pagaba a dos

empleados declaró de forma anónima: ¨Yo viajo y pago 10 dólares por cada

kilo…Si pudiera traer cosas lindas de Perú, como telas de calidad para

hacer blusas… La ropa no se puede adornar con dibujos y cosas llamativas

que gusten a la juventud porque dicen que son importadas¨.



El mercado negro



¨Toda la gente que vendía legal, ahora está ilegal en los portales. El

Estado recauda menos que antes y la gente vende lo mismo¨, insiste un

joven que no se detiene. Tras los quioscos de ropa artesanal, o entre

ellos, un enjambre de desempleados exhibe la muestra de los artículos

prohibidos. El cliente es guiado hasta las ¨claves¨ dónde está el resto

de la mercadería.



Un joven de 24 años que vendía en la Feria de los Ángeles, Centro

Habana, ahora vende ilegal en la calle. Pide omitir su nombre, mientras

no deja de mirar en forma de ventilador giratorio mientras hablábamos.

¨No me queda otro remedio. Aquí nos acosa el jefe de sector para

aplicarnos el peligro pero es la única forma de vivir… Esta es la realidad¨.



Source: Las perchas del mercado negro | Cubanet -

http://www.cubanet.org/destacados/las-perchas-del-mercado-negro/

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