Cuba: Negocios privados arrinconan gastronomía estatal
La mayoría de los cubanos, debido a sus salarios miserables, siguen
viendo las novedades gastronómicas particulares desde la acera de enfrente.
Iván García Quintero
marzo 25, 2014
Sábado, 11 de la mañana. La dulcería y panadería estilo francés del
barrio habanero de La Víbora está desierta. Para ahorrar electricidad,
apagan el aire acondicionado. El baño es un asco. Y dos empleadas
aburridas se abanican con un trozo de cartón, mientras hablan de la
novela brasileña.
"Los clientes se van a otros sitios. Además del alto costo, los panes,
dulces y cakes no tienen la calidad de antaño. Muchos usuarios prefieren
tomar cerveza o adquirir dulces y refrigerios en negocios particulares",
cuenta un dependiente.
"Las ventas han decaído de manera alarmante. Si hace diez años estábamos
abiertos las 24 horas y teníamos un promedio de ventas de 3 mil pesos
convertibles, ahora cerramos a las 11 de la noche y rara vez
sobrepasamos los 600 cuc", señala la económica.
Por falta de mantenimiento, el aire acondicionado no enfría lo
suficiente. El gerente suele encargar un número reducido de productos.
"Todos los días se quedan muchos dulces y panes sin vender. Para tener
menos pérdidas, encargo poca cantidad".
A fines de los años 90, en La Habana se abrieron cinco panaderías,
dulcerías y cafeterías llamadas Pain de París. En sus inicios, fue un
negocio a dos bandas entre Danielle Miterrand, viuda de François
Miterrand, y el régimen cubano.
En un centro de elaboración situado en el municipio Playa, al oeste de
la capital, panaderos y reposteros franceses confeccionaban los
productos. Con el tiempo, los Pain de París fueron perdiendo calidad,
algo típico en Cuba.
Ahora mismo, las más de 400 paladares, el millar de cafeterías y decenas
de dulcerías y bares de tapas diseminados por toda la ciudad, han ido
arrinconando a la gastronomía estatal. Si usted visita la pastelería
Fontanella, en el reparto Nuevo Vedado, comprenderá por qué los negocios
del Estado van perdiendo terreno en su competencia con los particulares.
El buen trato, la decoración del lugar y la alta calidad en la
elaboración de dulces y cakes, provoca que siempre haya una fila de
personas y autos esperando por los encargos, a pesar de que no son
baratos y de que abren todos los días de la semana, de 9 de la mañana a
9 de la noche.
La especialidad de la casa es el "Cake de las Tres Leches", una panetela
de vainilla bañada con una crema de leche condensada, evaporada y leche
entera. El más pequeño cuesta 3 cuc o 75 pesos, el mediano 5 cuc o 125
pesos y el más grande, 8 cuc o 200 pesos. No olvidar que el salario
promedio en Cuba es de 19-20 dólares.
"No damos abasto. A veces tenemos que trabajar toda la madrugada, para
garantizar las ventas de la mañana siguiente", señala el dueño.
La creatividad, calidad y buen trato brindado por los particulares dista
años luz del ofrecido por los los estatales. En los establecimientos del
Estado, el cliente es sinómino de botín. Los dependientes intentan
ordeñarte como si fueses una vaca.
"Si no andas fino te cobran de más. Cuando compras un sandwich o una
pizza, te lo venden con queso, jamón y puré de tomate adulterado, además
de robarte unos cuantos gramos", se queja un cliente que era asiduo al
restaurante estatal Castillo de Jagua, en 23 y G, Vedado.
En estos momentos, en La Habana encuentras restaurantes particulares
especializados en comida hindú, japonesa, china, rusa, francesa o de
diferentes regiones de España, entre otras. Si prefieres la comida
rápida, existen innumerables pizzerías, hamburgueserías y cafeterías que
debido a la fuerte competencia entre los propios negocios privados,
elaboran platos de 12 y 15 pesos cubanos (1.50 y 2.20 dólares), con una
calidad muy superior a los estatales.
Olvídese de Coppelia, otrora orgullo de Fidel Castro, que cuando se
inauguró ofrecía 26 sabores de helados. En este falso invierno habanero,
la céntrica heladería solo oferta dos o tres sabores de un insípido helado.
Los emprendedores privados han tomado nota de la decadencia de Coppelia.
En el barrio de Buena Vista, en Playa, de lunes a sábado funciona El
Barquillón, que está causando furor debido a la excelente confección de
helados y dulces.
A dos cuadras de la intersección de las calles 23 y 12, donde en abril
de 1961 un iracundo Castro proclamó el carácter comunista de su
gobierno, un italiano casado con una cubana ha abierto una
pizzería-heladería al mejor estilo Mediterráneo.
Es cierto que una cerveza en un bar privado cuesta más cara o que un
tentempié puede rondar los 6 cuc. Y que la mayoría de los cubanos,
debido a sus salarios miserables, siguen viendo las novedades
gastronómicas particulares desde la acera de enfrente.
Source: Cuba: Negocios privados arrinconan gastronomía estatal -
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