martes, 3 de junio de 2014

De Platón al embargo - una pregunta

De Platón al embargo: una pregunta

ERNESTO MENÉNDEZ-CONDE | Nueva York | 3 Jun 2014 - 10:44 am.



El empobrecimiento del país, lejos de provocar la aparición de una

vigorosa oposición política, contribuye a mantener la represión sobre

los ciudadanos.



Los debates sobre el embargo comercial de Estados Unidos hacia Cuba han

adquirido cierta vitalidad en las últimas semanas. No obstante, muy

pronto las discusiones parecen llegar a un punto muerto, donde uno y

otro bando afirman tener la razón de manera tajante, sin que dejen de

escucharse —por suerte cada vez con menos frecuencia— acusaciones de

hacerle el juego al Gobierno cubano, aunque sea de manera inconsciente,

o de obedecer a la derecha más radical del exilio. Es probable que estos

ataques no carezcan de fundamento, pero no hay dudas de que simplifican

o caricaturizan la realidad.



Opinar sobre la pertinencia o no del embargo estadounidense es también

un modo genuino de participar de la democracia, independientemente de

cuáles los intereses políticos y económicos que defiendan los grupos de

poder. Los que creen que deben flexibilizarse las sanciones comerciales

no necesariamente le hacen el juego al régimen de La Habana (ni siquiera

de manera inconsciente), mientras quienes abogan por el mantenimiento de

tales medidas no siempre se identifican a sí mismos con los políticos o

los medios masivos cubanoamericanos.



Lo más lamentable de estas discrepancias es que tanto los simpatizantes

como los detractores persiguen objetivos similares. En definitiva unos y

otros discuten sobre cómo el embargo —su endurecimiento o su

flexibilización— podría favorecer a la democratización de la sociedad

cubana. Un ligero cambio de perspectiva podría propiciar un acercamiento

entre las opiniones encontradas. En lugar de preguntar por qué es

conveniente conservar o derogar el embargo, pudiera ser útil ensayar

respuestas a la cuestión de cómo el mantenimiento del embargo —o su

eventual desmantelamiento— beneficiaría a la democratización de la

sociedad cubana.



Brevemente intentaré contestar esta pregunta. Lo haré desde el

presupuesto de que la represión económica del ciudadano constituye una

de las herramientas fundamentales que el Gobierno cubano ejerce para la

conservación del poder. Este es el tipo de represión que ahora mismo se

está tratando de implantar en Venezuela y que uno puede encontrar

mencionada en un texto de la Antigüedad Clásica. En el libro octavo de

La República de Platón, Sócrates traza un retrato de la figura del

tirano. Cito unas líneas de su diálogo con Adimanto, que el filósofo

narra desde la primera persona:







—¿No es cierto —dije— que, en los primeros días y en el primer tiempo,

aquel sonríe y saluda a todo el que encuentra a su paso, niega ser

tirano, promete muchas cosas en público y en privado, libra de deudas y

reparte tierras al pueblo y a los que le rodean y se finge benévolo y

manso para con todos?



—Es de rigor —contestó.



—Y pienso que, cuando en sus relaciones con los enemigos de fuera se ha

avenido con los unos y ha destruido a los otros y hay tranquilidad por

parte de ellos, entonces suscita indefectiblemente algunas guerras para

que el pueblo tenga necesidad de un conductor.



—Es natural.



—¿Y para que, pagando impuestos, se hagan pobres y, por verse forzados a

atender a sus necesidades cotidianas, conspiren menos contra él?



—Evidente.







Merecería leerse todo el pasaje, que conserva una admirable actualidad;

pero traigo este pequeño fragmento a colación no solo para hacer notar

que la represión económica era ya perfectamente conocida en los tiempos

de la democracia ateniense, sino también para llamar la atención sobre

el vínculo entre el enemigo político externo y la represión económica

interna, donde el primero justifica a la segunda.



Como parte de la represión económica sobre los ciudadanos, la Revolución

cubana, desde sus comienzos, se enfrentó al capital privado. Esa lucha

no concluyó con las nacionalizaciones de los primeros años, ni con las

que afectaron a las pequeñas empresas en 1968. A principio de los 80 la

iniciativa privada reapareció en las licencias que se les concedieron a

artistas, artesanos, campesinos y posteriormente a dueños de

restaurantes y otros cuentapropistas. Con la excepción notable de los

artistas, los otros grupos han tenido que lidiar con regulaciones que

obstaculizan su desarrollo (desde abusivos pagos de impuestos, hasta

restricciones sobre las capacidades, los productos o las condiciones de

las ventas).



De este modo, el capital privado en Cuba apenas tiene relevancia dentro

de la economía nacional y su crecimiento suele pasar por cíclicos

retrocesos, después de haber experimentado tímidos avances. El Gobierno

cubano emprende aperturas que encierran una contradicción. Permitir la

inversión de capital privado nacional y al mismo tiempo oponerse la

expansión de dicho capital. Esta contradicción solo se explica por la

necesidad de abrir la economía, motivada por el empuje —que tampoco es

nuevo— de las posiciones reformistas, y al mismo tiempo mantener la

represión económica, como piedra angular para la conservación del poder.



Igualmente el texto de Platón habla del ciudadano que se hace más pobre

—y por lo tanto carecería de recursos financieros para constituir una

oposición política— y dispone de menos tiempo para dedicarse a la

política, ya que debiera estar enfrascado en solucionar problemas más

inmediatos como alimentarse, vestirse, transportarse, bañarse, etc.



Durante la primera mitad de los años 90, las carencias de la población

fueron aprovechadas —e incluso acentuadas artificialmente— como una

herramienta que garantizara la estabilidad del poder político. Así que

se tiene la paradoja de que el país se empobrece, pero al mismo tiempo

el deterioro económico, lejos de provocar la aparición de una vigorosa

oposición política, contribuye a mantener la represión sobre los

ciudadanos. La represión económica los hace más indefensos frente al

poder, del que apenas tienen otra alternativa que depender. Esto no solo

explica el por qué el Gobierno cubano sobrevivió al colapso que provocó

el derrumbe de los socialismos de Europa del Este; sino también por qué

el embargo, que aspira a ejercer presiones económicas sobre el Gobierno,

ha sido contraproducente durante las más de medio siglo.



Una flexibilización podría estar orientada a estimular al endeble

capital privado de la Isla. Claro que el Gobierno cubano podría

anteponer nuevos resortes legales destinados a contener dicho

crecimiento. Pero en todo caso, la flexibilización del embargo forzaría

a una actitud defensiva, propiciaría situaciones desestabilizadoras, y

necesariamente conduciría a una mayor circulación de capital en la Isla.



También volvería obsoletos todos esos puntos de vista que, tanto dentro

como fuera de Cuba, se escudan en el embargo para justificar los

innumerables desaciertos que el Gobierno cubano ha puesto en práctica

durante el último medio siglo. Es un discurso en el que ya casi nadie

cree, pero que todavía conserva su eficacia represiva. Permite acusar a

los disidentes de mercenarios o de aliados del imperialismo

norteamericano, ya que son grupos que reciben ayudas financieras

mientras que para el resto de la sociedad —incluidos quienes tratan de

llevar adelante sus pequeños negocios— solo existen las restricciones

comerciales.



La flexibilización beneficiaría al también al necesario flujo de la

información. Las aperturas en la política estadounidense harían más

difícil la represión económica. Contribuirían a que los ciudadanos estén

menos supeditados al Gobierno y sean menos dependientes de las remesas

familiares que llegan desde el exterior. Un ciudadano que estaría en

mejores condiciones de expresar su inconformidad, sentirse con mejores

perspectivas ante el futuro, y participar más activamente en la vida

política.



He intentado contestar la pregunta desde la perspectiva de la represión

económica que el Gobierno cubano ejerce sobre la población. Seguramente

podrían proponerse otras respuestas a la interrogante sobre cómo el

embargo o su progresivo desmantelamiento, contribuirían a acelerar los

cambios en Cuba. Sospecho que, al pensar sobre esta pregunta, estaríamos

en mejores condiciones para comprender qué significa el embargo

estadounidense y cuáles podrían ser sus logros o sus fracasos en el

futuro inmediato. Enhorabuena, si así fuese.



Source: De Platón al embargo: una pregunta | Diario de Cuba -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1401739708_8861.html

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