domingo, 20 de julio de 2014

El mejor negocio privado en Cuba es el transporte

El mejor negocio privado en Cuba es el transporte

Cambiar de mentalidad siempre cuesta. Y en una nación donde durante 55

años hacer dinero fue sinónimo de delito, es 'normal' que se persiga y

limite con decretos y elevados impuestos aquellos negocios que obtienen

suculentos beneficios.

Iván García Quintero

julio 18, 2014



Noel, chapista de autos, desde hace 6 años montó un taller clandestino

en la parte vieja de La Habana. Ahora mismo, junto a un par de

ayudantes, renuevan un destrozado Cadillac de 1956 y un jeep Willy de

1954, que llevaban diez años sin rodar. Su negocio no solo es reparar

anacrónico autos, jeeps y camiones. También recorrer la isla, desde

Pinar del Río hasta Baracoa, en busca de cacharros salidos de los

talleres de Detroit en la década 1940-1950.



"No importa que no tengan motor o lleven parados un montón de años.

Compró cualquier carrocería, por muy descompuesta que esté. Ya en La

Habana es imposible comprar autos-chatarra a buen precio. La gente vende

cualquier antigualla como si fuera oro puro. En otras provincias es

donde se pueden rastrear autos viejos", señala Noel.



El negocio de taxis ha disparado el precio de autos, jeeps y camiones.

Según Noel, los vehículos made in USA con 60 años de explotación son los

preferidos preferido para alquilar. "Son muy fuertes. Los autos modernos

o los Ladas y Moskovich rusos, no aguantan la carga de trabajo de los

carros americanos, porque las calles y avenidas de la capital están en

mal estado", acota.



Noel forma parte de una cadena que comercia, repara y administra un lote

de vehículos particulares utilizados como taxis. "A día de hoy, quizás

es el mejor negocio privado que existe en Cuba. No es del todo legal,

pero por ahora las autoridades se hacen los de la vista gorda", cuenta

Erasmo, dueño de una flota de seis autos y tres jeeps dedicados al

transporte de pasajeros.



Después que en el otoño de 2010 el gobierno de Raúl Castro ampliara los

micro negocios familiares, la lista de emprendimientos autorizados se

extendió a 201, aunque no se reconoce la chapistería.



Al leer la letra pequeña del mamotreto jurídico que apuntala las

reformas económicas, se descubre que no está permitida la acumulación de

negocios o capital por parte de una o varias personas.



Cambiar de mentalidad siempre cuesta. Y en una nación donde durante 55

años hacer dinero fue sinónimo de delito, es 'normal' que se persiga y

limite con decretos y elevados impuestos aquellos negocios que obtienen

suculentos beneficios. El dinero en manos de pequeños empresarios de

éxito, otorga cierto poder y autonomía que el celoso Estado verde olivo

no desea compartir.



Cuando en enero de 1959 Fidel Castro ocupó el poder, mucha gente no se

tomó muy en serio el discurso del 'hombre nuevo' ni el de una sociedad

donde el dinero no tendría cabida. Las leyes estaban escritas. Pero no

se cumplían. En una noche, Castro confiscó puestos de fritas y talleres

de fregar automóviles. Al día siguiente, muchos comenzaron a funcionar

en la sombra.



Las sociedades de ordeno y mando y economía centralizada, suelen crear

mentalidades retorcidas. Aplauden y gritan consignas en una atiborrada

plaza, y al llegar a casa, trasiegan con leche en polvo robada en un

almacén estatal o gasolina hurtada de una empresa.



Más de cinco décadas ha demorado el régimen en comprender que el Estado

es un pésimo administrador. Recientemente, Raúl Castro autorizó a

trabajadores privados arrendar el ineficiente servicio gastronómico.



Pero el siempre incompetente transporte público, es una parcela que

todavía regenta. Se permite el servicio de taxis y en La Habana

funcionan dos cooperativas de microbuses que con su buen servicio, dejan

en evidencia el fracaso del Estado como empresario. Algunos de esos

negocios, al filo de la navaja y en un limbo jurídicos, tienen en

plantilla hasta 25 personas.



Erasmo es uno de los habaneros que proporcionan servicio de transporte

las 24 horas. "Tengo una flota de seis autos, tres jeeps y 18 choferes

en dos turnos de trabajo de doce horas. Los autos tienen cinco plazas

cada uno y en cada turno los choferes me entregan 550 pesos (21

dólares). Los jeeps tienen diez asientos y por ellos en cada turno me

entregan 1,000 pesos (40 dólares). Como mínimo, un chofer gana 400 pesos

diarios (casi 20 dólares). Además, para casos de roturas tengo un taller

móvil. Cada determinado número de kilómetros recorridos, tres mecánicos

realizan mantenimiento a los vehículos".



En una finca en las afueras de la ciudad, Erasmo guarda cientos de

litros de diesel comprado en el mercado negro. Ocasionalmente, encarga

en Miami piezas de repuestos. A todos su vehículos les ha montado

motores modernos de petróleo, más económicos. Y ha entrado en negocio

con chapistas como Noel, para comprar autos viejos y remozarlo.



"Si el Estado arrendara las terminales de ómnibus a los particulares, te

aseguro que el funcionamiento sería de primera. Si con cacharros

antiguos, trabas legales y altos impuestos el servicio de taxis -solo en

La Habana hay más de 11 mil- es eficiente y deja elevadas ganancias,

imagínate que no podríamos hacer con guaguas que tienen solo 6 o 7 años

de explotación", apunta Erasmo.



De momento, el gobierno de Raúl Castro no contempla esa opción. Entre el

temor a que un sector de emprendedores haga demasiado dinero o ceder

parcelas de poder, elige por tirar el freno de mano.



Source: El mejor negocio privado en Cuba es el transporte -

http://www.martinoticias.com/content/cuba-transporte-negocio-privado-/38701.html

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