viernes, 25 de julio de 2014

La aduana cubana y el mercado

La aduana cubana y el mercado

julio 24, 2014

La carreta delante de los bueyes

Fernando Ravsberg*



HAVANA TIMES — "Hacerse el sueco" en Cuba significa no darse por

enterado de lo evidente y creo que con las críticas a las nuevas

regulaciones aduanales más de uno se ha convertido en escandinavo como

por arte de magia, buscando un cabeza de turco sobre el cual descargar

la ira.



La Aduana General de la República ha recibido críticas a mansalva, aun

cuando todos en Cuba sabemos que semejantes resoluciones no pueden

provenir de una institución cuya función se limita a hacer cumplir las

regulaciones que aprueba el gobierno.



Además tampoco las normas que se aplicarán resultan tan extremistas si

se las compara con las de otros países. Viajar con 5 pares de zapatos es

más que suficiente por mucho que se quiera caminar y hasta al más limpio

le basta llevar decenas de jabones en la maleta.



Los precios de algunos productos provocan el contrabando. Para comprar

este pedazo de queso hacen falta 2 meses de salario íntegro de un

trabajador del Estado.

El problema no radica en lo que la Aduana nos permite entrar al país

sino en lo que nosotros –cubanos y extranjeros residentes- necesitamos

traer para llenar el enorme bache que produce la escasez y/o los

altísimos precios existentes en el mercado interno.



Juro solemnemente que a mí no me place viajar desde España con las 4

gomas de mi automóvil bajo el brazo. No es fácil buscarlas y

empaquetarlas, además de encontrar un taxi con suficiente capacidad para

llevarme al aeropuerto sin protestas.



Hacer la cola en los vuelos hacia la isla desde cualquier parte del

mundo es como meterse en una convención de vendedores ambulantes,

cargados de las mercancías más insólitas, muebles, interruptores

eléctricos, repuestos de autos, bombillos de luz, televisores, bombas de

agua o prótesis mamarias.



Lo que falla no son las regulaciones aduanales sino el comercio interno

y el gobierno debe aceptar que viene fallando desde siempre.

Prácticamente el país no ha tenido un solo momento de abastecimiento

pleno, sin escasez ni racionamiento.



Un viejo chiste dice que si Jesucristo hubiera sido cubano nunca lo

hubieran crucificado porque aquí cuando no falta el martillo escasean

los clavos o se pierde la madera. De hecho no hay un lugar en toda Cuba

donde se pueda comprar un par de tablas legalmente.



El mercado negro enseguida se apropia del espacio, dudo que haya otro

país con uno tan pujante y moderno como el de Cuba. Tiene incluso webs

como Revolico o Porlalivre donde se oferta todo, al doble de lo que

cuesta fuera y a la mitad de lo que vale en Cuba.



Da igual que se trate de un tubo de pasta de dientes o de una laptop de

última generación, todo será más barato que en las tiendas del Estado,

es que los mercaderes le suben apenas un 100% mientras que el gobierno

le aplica un impuesto del 240%.



La mayor parte de la ropa y zapatos que venden el Estado es mercancía

vieja, cara y de mala calidad. Un par de zapatos puede durar un mes y no

hay donde protestar cuando se rompen porque la defensoría del consumidor

en Cuba es una utopía.



Con las nuevas regulaciones aduaneras el gobierno ha puesto la carreta

delante de los bueyes, prohibiendo la importación antes de ser capaz de

crear un sistema comercial que satisfaga mínimamente las necesidades de

consumo de los ciudadanos.



Nadie debe temer que la importación ponga en crisis el comercio para eso

basta con la propia ineficiencia de las autoridades encargadas de

abastecer el mercado. Es que ni siquiera son capaces de mantener en las

tiendas de forma permanente las frazadas para limpiar pisos.



Lo peor es que estas medidas solo afectarán al ciudadano que viaja de

vez en cuando pero no detendrá el contrabando duro porque este entra al

país de forma cotidiana en las maletas de las tripulaciones de aviación

o en pacas, con el visto bueno de aduaneros corruptos.



Source: La aduana cubana y el mercado - Havana Times en español -

http://www.havanatimes.org/sp/?p=97647

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