viernes, 18 de julio de 2014

Nepotismo revolucionario

Nepotismo revolucionario

JOSÉ PRATS SARIOL | Miami | 18 Jul 2014 - 9:44 am.



Han surgido nuevas oportunidades para los hijos de papá del castrismo,

que se extienden hasta Miami y más allá.



Aparecen nuevas formas de nepotismo revolucionario. Ya es viejo que

Yasnay trabaja en la gerencia de un hotel habanero, Frank en el nuevo

puerto del Mariel, Magie en la aduana, Enrique en el Consejo de

Estado... Se sabe que los hijos de mamá y papá —la cúpula militar y

partidista— no tienen problema para obtener lo que hay. Pero han surgido

otras oportunidades.



Bien se han encargado padres, familiares y amigos íntimos del

intercambio: hoy por ti y mañana por mí, un clavo saca otro, la familia

es la familia... Lo mismo para trabajo que para entrar a los Camilitos,

vacaciones —todo incluido— en Jardines del Rey o autos chinos, adjuntos

salariales en CUC y laptops, boletos para Tropicana o tarjetas

prepagadas, celulares y acceso libre a internet... Ahora, sin embargo,

aspiran a otros privilegios.



Se sabe, se acepta como habitual la sobrevivencia del amigo de sus

amigos: el dentista les reserva la amalgama donada por Suiza, el

psiquiatra más turnos a la viuda, el dueño del paladar una mesa de

cortesía, el del Bufete Colectivo la documentación que legaliza... Pero

lo nuevo va por otro lado.



Claro, favorecer a parientes y amigos es una herencia universal, tan

vieja como los primeros caciques y brujos. Su lozanía, para los cubanos

heredada de España —donde pervive escandalosamente—, es consustancial a

la especie. Sin embargo, en nuestro triste país apenas es una astilla

del madero castrista. Lo que aumenta sus daños sociales, sobre todo los

morales como hábito —"normal", dicen— de corrupción. Porque más pastoso

en Cuba que su papá el caudillismo y su mamá unipartidista, el nepotismo

también asola la vida en la Isla.



Para colmo, en 2014 ha obtenido otras fuentes para fortalecerse,

vigorizarse. Se trata de los viajes a los Estados Unidos, España y

Venezuela, con una cuota menor a México y otros países latinoamericanos

y europeos.



Al parecer todo empezó por los médicos y técnicos de la salud, con sus

misiones al extranjero pagadas por la Organización Mundial de la Salud

(OMS), cuya directora, por cierto, acaba de estar en La Habana, de

reunirse con Raúl Castro y de elogiar al régimen... Había y hay misiones

más misiones que otras. Y ahí entró el nepotismo estatalizado: en

Venezuela, no es lo mismo estar de médico en un hermoso pueblo como

Tovar, en Mérida de los Andes, que en una favela caraqueña. Y así. Basta

un ejemplo, agrandable.



Pronto la elite que detenta el poder supo adueñarse de las misiones

internacionalistas, favorecer, privilegiar aquí o allá, en Luanda o en

Quito, en San Salvador de Bahía o en Antigua. Yasnay, hija del general

tal, para el puesto médico de Miraflores; Yusleidi, hija de un

trabajador de los muelles, para el alto Orinoco, con los pasos perdidos

porque además es negra, zona oculta del nepotismo.



¿Y dónde entran los Estados Unidos? Un visitante holguinero me acaba de

enunciar algunas dádivas, a partir de las visas de entradas múltiples:

permisos laborales también de múltiples entradas, por tiempo fijado por

el viajero; entrada por aduana como si fuera un viaje de trabajo, con

impuestos para el televisor de pantalla plana en pesos cubanos. A lo que

siempre se añade la selección de delegaciones artísticas, culturales o

deportivas con el añadido nepotista, como ocurre con los invitados por

LASA a sus congresos anuales. Más, hacia adentro, la atención a

excursionistas académicos, contactos que aparte del negocio —días de

tres comelatas y tragos, más lo que se pega— abren posibilidades para

recibir semestres de visitantes, giras, dolaritos más verdes que un

poema de García Lorca.



Este mercado, desde luego, es hoy por hoy uno de los más feroces,

despiadados, hasta perverso. Miami o Nueva York implican un nepotismo

cinco estrellas. Y a otro nivel, presumible pero real, campo para

discretas inversiones, desde casas hasta acciones a través de

familiares, que gustosamente sirven de testaferros para dinero

proveniente de no se sabe cuál negocio de Corporación Gaviota o vaya

usted a saber cuál empresa mixta o banco de bolita.



Lo mismo, salvando las distancias, ocurre en países europeos, incluyendo

la Rusia actual o antiguos países de la esfera soviética: República

Checa, Rumanía, Polonia. Aunque el flujo tenga a España como capital.

Con el añadido de que allí hay becas para estudios universitarios en

Berlín o París, excelentes para nietos de apellidos ilustres, para

formar bien a los futuros dirigentes.



Otro tanto, a menor escala, se extiende desde Ciudad de México hasta Río

de Janeiro, con escalas en Panamá —zona franca— y hasta Buenos Aires,

sin excluir las permisivas islas caribeñas, con sus paraísos fiscales en

breve vuelo directo desde Baracoa, al oeste de La Habana.



Pero el plato más apetecible está en el imperio revuelto y brutal, donde

radicamos nueve de cada diez cubanos exiliados, lo que implica decisivas

relaciones familiares, elite incluida con hijos y nietos. Y donde,

mañana o pasado mañana, cuando el castrismo y el embargo desaparezcan,

se consolidará para siempre la interdependencia.



El canon, la vara para medir el nepotismo cubano, tiene muchas muescas.

Las más altas hasta con vínculos mafiosos, las nuevas en el extranjero.

Solo aquí crecen, compañeros. Solo aquí se libra esta nueva batalla

gloriosa de la revolución.



Source: Nepotismo revolucionario | Diario de Cuba -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1405524763_9535.html

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