De vuelta al corral de las batas blancas
Asombra la pasividad de los médicos cubanos, que son tratados como
esclavos y no se atreven a decir ni pío
jueves, diciembre 3, 2015 | Luis Cino Álvarez
MIAMI, Estados Unidos.- Me siento culpable de haber estropeado, sin
querer y tal vez irreversiblemente, los planes de un amigo. Se trata de
un médico del Vedado que planificó pasar la primera quincena de
diciembre y unos pocos días más en Miami, y no pudo hacerlo porque no
tenía alojamiento: Estoy parando en la habitación que le estaba
destinada en el apartamento de su primo en el South West.
Mi amigo, que tiene una visa estadounidense por cinco años y ya ha
estado aquí antes, aplazó sus vacaciones y el viaje para enero. Pero
ahora, con las limitaciones para viajar impuestas nuevamente a los
médicos por el gobierno cubano, lo más probable es que en mucho tiempo
pueda regresar a Miami. Tal vez nunca pueda hacerlo.
Mi amigo médico no podrá salir de Cuba si el Ministerio de Salud
Pública, firma del ministro mediante, no le concede el permiso. Para
esto, debe estar garantizado que otro médico cubrirá su puesto en el
hospital donde trabaja, algo que es bastante improbable, no tanto porque
mi amigo sea un excelente especialista, sino porque en Cuba, siempre hay
déficit de médicos debido a la cantidad de ellos que cumplen en misiones
en el exterior, fundamentalmente en Venezuela y Brasil.
Precisamente eso, impedir afectaciones la calidad de los servicios
médicos en Cuba, es el argumento que ha empleado el régimen para
justificar esta medida arbitraria que se sacó de la manga, sin venir al
caso, al calor de la crisis generada por los miles de cubanos
procedentes de Ecuador que se hallan trabados en la frontera entre Costa
Rica y Nicaragua.
Hasta ahora, esas afectaciones a la salud pública en la isla parecen
haber importado menos que los beneficios en divisas convertibles
reportados por la exportación de médicos y paramédicos al exterior, una
fuente de ingresos que supera al turismo y a las remesas y que es tenida
en cuenta a la hora de calcular, por los muy particulares métodos
matemáticos castristas, el crecimiento del Producto Interno Bruto.
Baste recordar el estado ruinoso y cochambroso de los hospitales
cubanos, la proverbial falta de médicos y medicinas –que también se
exportan a Venezuela-, especialmente de dentistas (¿han reparado en el
lastimoso estado de la dentadura de la mayoría de los cubanos que pasan
de los cuarenta y tantos años?).
El régimen cubano ha decidido impedir a toda costa que los médicos
deserten –ah, los castristas y su jerga bélica-. Como ha decidido
subirle la parada a Obama, su nueva petición –que espera sea
graciosamente concedida- es que no puedan acogerse al parole que les
concede el gobierno norteamericano y posteriormente a la Ley de Ajuste
Cubano.
Los mandantes chantajistas volverán a hablar de lo que costó a la
revolución formar a esos médicos, como si de verdad no hubieran pagado
con creces esos estudios con los dos años del servicio social y los
salarios de miseria, con aumento y todo, que desde entonces perciben por
sus servicios.
Estas limitaciones a los viajes de los médicos significan un retroceso:
los vuelven a encerrar en el corral, con candado y doble vuelta de
llaves. Como si fueran esclavos. Solo que en lugar de rústico bayajá y
bambula, visten batas blancas.
Allá quien piense que los mandarines han cambiado su mentalidad de
mayorales. Un poco más y se les asoma el látigo. Y no precisamente para
autoflagelarse.
No me sorprende la actitud de los mandamases. Me asombra más la
pasividad de los médicos, que son tratados como esclavos y no se atreven
a decir ni pío.
Por supuesto que no le reproché esto a mi amigo, el médico del Vedado,
cuando conversamos anoche por teléfono y me dijo: "Oye, acabaste
conmigo"… Sé cuán arraigado está el miedo entre mis compatriotas.
Especialmente entre los que tienen algo que perder, como los
profesionales de la salud.
Sentí lástima, rabia, impotencia. Y de tan deprimido, tuve que irme a la
cama. No pude, como era mi plan, salir a pasear por Miami, esa ciudad
con la que él sueña, particularmente en esta época navideña, y que ya,
por decisión de sus amos, sabrá Dios hasta cuando, no podrá disfrutar.
luicino2012@gmail.com
(Luis Cino, periodista independiente que reside en Cuba, se encuentra de
visita en Estados Unidos)
Source: De vuelta al corral de las batas blancas | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/de-vuelta-al-corral-de-las-batas-blancas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario