¿Engañar a todos, todo el tiempo?
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 22 Dic 2015 - 1:16 pm.
El gobierno del general Raúl Castro miente cuando afirma que la economía
cubana en 2015 creció en un 4%, o sea, ocho veces más que la tasa de
entre 0.3% y 0.5% que como promedio la CEPAL estima crecerán este año
las naciones de América Latina.
Y no hay nada de qué sorprenderse. Ello ocurre cada año por estos días
desde 1960, cuando el Che Guevara, entonces presidente del Banco
Nacional de Cuba, se indignó al conocer que el PIB en 1959 había crecido
solo un 1% y ordenó inflar dichas estadísticas para dar una "buena
imagen" de la revolución.
El coronel Marino Murillo, ministro de Economía, faltó a la verdad al
anunciar ese 4% de aumento en el PIB. Y el diario Granma mintió al
informarlo a la población. Pero era lógico. El titular de Economía no
podía admitir —sin ser destituido al instante— que Cuba aplica un método
único en el mundo para calcular el PIB, que es fraudulento de pies a cabeza.
Tampoco podía reconocer que en Cuba la formación bruta de capital fijo
es de apenas un 9% del PIB (en Latinoamérica oscila entre 20% y 32% del
PIB) y una economía descapitalizada no puede crecer, no es posible; y no
podía insinuar siquiera que como en la Isla no hay entidades autónomas
que puedan verificar las cifras oficiales, el fraude es imparable.
Y ahora con el proceso de normalización de relaciones con Washington el
régimen tiene motivos para mentir aún más. Es simple, una economía
socialista "robusta", que crece en un 4% o más, es un magnífico
argumento para rechazar darle libertad económica total a los cubanos y
permitir que surja un amplio y pujante sector privado, tanto en la
industria como en los servicios. Para qué, si el sistema de propiedad
estatal centralizada marcha estupendamente, con una tasa de crecimiento
que ya quisieran los países de América Latina, Estados Unidos, Canadá,
la Unión Europea, Canadá, Australia, o Japón.
Es inmoral que el Gobierno hable de crecimiento económico cuando la
mitad de sus tierras cultivables están ociosas e invadidas por el
marabú, razón por la que tiene que importar el 80% de los alimentos
que consume el país; que tenga que importar hasta frutas frescas y
vegetales para los hoteles, y que produzca menos leche, carne y café
que en 1958. Para que se tenga una idea, en 1958 Cuba produjo 960
millones de litros de leche, y en 2014 la cifra fue de 497 millones de
litros, o sea, la mitad de hace casi 60 años.
Igualmente es vergonzoso que el país tenga que importar la inmensa
mayoría de los productos no alimenticios de consumo porque la
destartalada industria nacional es incapaz de producirlos, cuando hace
57 años producía la mayoría de ellos; y que el desempleo real en el país
fácilmente pase de un 20% de la fuerza de trabajo total, y que otro
porcentaje muy superior tenga que robar al Estado para nutrir el mercado
negro, el único que funciona y gracias al cual los cubanos comen y se
visten.
Ningún jerarca de la nomenklatura comunista va a admitir tampoco que si
de veras hubo algún repunte en el PIB en 2015 con respecto a 2014 (nunca
de un 4%) un factor clave fue el aumento sustancial del turismo,
particularmente desde EEUU, y de las remesas familiares y otras muchas
ventajas obtenidas por el régimen como consecuencia del "deshielo" entre
La Habana y Washington. Y también debido al incremento abusivo de los
precios que cobra el Estado en las "shopping", que a veces superan el
700% del costo de importación, algo único a nivel mundial.
Gastos como si fueran ingresos
¿Cómo se fabrica el fraude para calcular el PIB? Pues los burócratas de
la dictadura contabilizan como nuevos valores creados ciertos gastos
sociales gratuitos, es decir, cuentan esos gastos no cobrados como si se
hubiesen cobrados y fuesen ingresos. En Salud Pública, por ejemplo, se
calcula arbitrariamente cuánto costarían en países capitalistas las
cirugías realizadas en los hospitales de Cuba durante un año, y los
análisis de sangre, rayos X, etc.
En educación se estiman los costos de carreras universitarias y otros
tipos de enseñanza en naciones de economía de mercado. Y todos esos
cálculos se convierten en ingresos y en nuevos valores creados por la
economía cubana, como si hubiesen sido cobrados. Y se suman
tranquilamente al PIB.
Por otra parte, el Gobierno asienta en sus libros los subsidios
chavistas correspondientes al salario de los miles de médicos en
Venezuela como si fuesen exportación de servicios, lo cual no es
exactamente así. En el PIB no se pueden contabilizar ingresos obtenidos
por nacionales en el extranjero. Lo que pasa es que el régimen les
secuestra su salario a los médicos como si esos profesionales fuesen
esclavos de propiedad estatal.
Ese dinero ganado con su trabajo por los médicos en Venezuela, Brasil y
64 países más no le pertenece al Estado, sino a ellos y otros
profesionales que trabajan en territorio extranjero. Por tanto no
debiera sumarse al PIB, que solo incluye los bienes y servicios
(cobrados) generados en suelo nacional.
Esta ficción contable en su conjunto equivale a miles de millones de
dólares que se suman como ingresos y nuevos valores creados. Es decir,
el castrismo suma valores ficticios de servicios prestados gratuitamente
como si hubiesen generado ingresos a instituciones privadas. O cobrados
en el extranjero por profesionales a los que se les secuestra su
ingreso. Y todo basado en otro fraude mayúsculo, al darle al peso
convertible (CUC) una equivalencia con el dólar estadounidense que está
a años luz de tener.
Manipulación aceptada
Pero ese juego sucio de manipulación estadística hasta el delirio no
tiene importancia, a no ser que se descubra y quede en evidencia, cosa
que no parece vaya a ocurrir, al menos a corto plazo. Total, la ONU, la
CEPAL, la FAO, la OEA, la Unión Europea y todos los gobiernos y
organismos del orbe aceptan sin chistar el ya habitual fraude
estadístico de Cuba.
Esta complacencia de la comunidad internacional, que al final puede
pasar a la historia como complicidad, involuntaria o no, explica que
pese al ostensible desastre de la economía cubana, salvo cuando se
produjo el cese de los subsidios de Moscú en 1991, la dictadura nunca ha
admitido una contracción del PIB.
Por eso los hermanos Castro son los únicos dirigentes políticos que han
puesto en duda, hasta ahora, la famosa frase de Abraham Lincoln: "Puedes
engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el
tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo."
Claro, todos sabemos que este axioma de Lincoln sí se va a cumplir.
Ojalá sea más temprano que tarde.
Source: ¿Engañar a todos, todo el tiempo? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450786282_19003.html
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