¿Y qué hacemos con los salarios?
ELÍAS AMOR | Valencia | 23 Dic 2015 - 3:12 pm.
Si hay algo que funciona rematadamente mal en la economía castrista son
los salarios. Por ello, no es extraño que en la reunión del Consejo de
Ministros se abordó este asunto. La ministra de Trabajo y Seguridad
Social, Margarita González Fernández, presentó una evaluación sobre la
aplicación de nuevas formas de pago en el sistema empresarial. Según la
ministra, "tras un año y medio de su implementación, la Resolución 17 ha
favorecido el aumento del salario de los trabajadores, asociado al
incremento de la eficiencia, el aprovechamiento de la jornada laboral y
la disminución de gastos y costos".
La cuestión salarial en Cuba es uno de los asuntos más importante de
cara a la normalización del sistema económico creado por los Castro hace
más de medio siglo. Los salarios nominales cubanos siguen siendo de los
más bajos del mundo, en términos absolutos y relativos. La ministra
ofreció algunos datos que tenemos que valorar con sumo cuidado. El
salario mensual por trabajador quedó en 696 pesos (29 dólares al cambio
actual) con un crecimiento del 12% comparado con el plan. Lamentable.
Ciertamente, resulta difícil encontrar otros en que las remuneraciones
se sitúen a unos niveles tan reducidos.
El régimen justifica estos bajos salarios nominales argumentando que, a
cambio, los cubanos reciben gratuidades en una medida destacada, lo que
aumenta el salario real. En esencia, las consabidas educación y sanidad
gratis, que realmente no lo son porque se pagan por la detracción de
ingresos que realiza el Estado, y la canasta normada, cada vez más
reducida, entre otros.
Este año aparece una novedad en la información oficial de la ministra.
Casualmente, el aumento salarial coincide con un incremento de la
productividad del trabajo, un 30% respecto a lo planificado. Cabe
concluir que si el aumento salarial ha sido un 12% y la productividad lo
ha hecho en un 30%, la diferencia supone un descenso de casi un 20% en
los costes unitarios, que son los que influyen de forma directa en la
determinación del nivel de beneficios.
Resultados más propios del "capitalismo salvaje" que del paraíso de los
trabajadores en el que, además, según datos oficiales, "las empresas con
pérdidas se redujeron de 245 en 2014 a 64 en el primer semestre de 2015
y se mantiene la tendencia a la disminución del número de empresas que
pagan salario sin respaldo productivo, de 238 en el 2014 a 99 en la
primera mitad del 2015". Pero es fácil de suponer que en un país en que
no existe la negociación colectiva, ni los sindicatos libres ni tampoco
la libertad de elección de profesión y oficio, los determinantes del
salario en el mercado laboral son inexistentes.
A pesar de estos resultados, hasta cierto punto positivos, la ministra
se refirió a cuestiones como, "el incumplimiento de los indicadores
directivos, deficiencias en la elaboración del plan, errores en la
planificación del fondo de salario, retraso en el arribo de materias
primas, roturas de equipos y la no aplicación de lo que está regulado
para las interrupciones laborales" que originan mayores problemas en la
determinación de los salarios.
Este tipo de análisis vienen a confirmar, una vez más, lo alejado que se
encuentra el análisis de las autoridades de la realidad económica. Y
claro, lo más gracioso de esta historia, es que un general del ejército
castrista sea el que tenga que incidir en la cuestión de la "necesidad
de medir con exactitud el impacto que pueden tener medidas de carácter
estratégico, como es el caso del salario de los trabajadores. Hay que
tener en cuenta la diversidad de las cuestiones, pues lo que se aprueba
es para implementarlo en todo el país y no es igual lo que sucede en un
territorio u otro".
Absurda letanía. Los salarios dependen de la productividad, y esta se
encuentra en función de las condiciones técnicas, productivas y
laborales de cada una de las empresas. Pretender condiciones salariales
homogéneas es algo que puede funcionar en las organizaciones cuarteleras
castristas, pero no en una economía que quiere ser dinámica y eficiente.
Convengo con el General su afirmación de que "las instrucciones no se
pueden quedar arriba. Tenemos que llegar hasta la base, tocar con las
manos las insatisfacciones, escuchar las opiniones y no esperar a que
los problemas nos sorprendan, puntualizó". Cuidado con lo que vayan a oir.
Más de medio siglo para darse cuenta de ello.
Este artículo apareció en el blog Cubaeconomía. Se reproduce con
autorización del autor.
Source: ¿Y qué hacemos con los salarios? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450819125_19015.html
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