Costureras de barrio, las modistas de pobres
Un negocio floreciente para ex amas de casa, pensionadas y jubiladas en Cuba
Martes, junio 27, 2017 | Ernesto Aquino
LA HABANA, Cuba.- Un número cada vez más creciente de mujeres que
sobrepasan los 50 años dedican entre 10 y 12 horas diarias al arreglo y
producción de prendas de vestir y otras confecciones textiles, como
trabajadoras del sector privado.
Daisy Pedroso Rodríguez, una técnico medio en confecciones textiles,
modelista y Costurera de 52 años, nos recibe en el pequeño atelier "La
elegante del vestir", ubicado en Calzada de Diez de Octubre esquina a
Lacret, en La Habana.
Según el testimonio de Pedroso Rodríguez, el local donde trabajo hoy
"funcionó como establecimiento estatal durante quince años, pero el
inmueble se había deteriorado mucho y el servicio iba de mal en peor,
por lo que el Gobierno decidió cerrarlo y entregarlo en arrendamiento. Y
desde hace siete meses laboramos como negocio privado".
Daisy explica que "el negocio funciona con dos costureras y una
recepcionista vendedora. El Atelier ofrece un servicio integral de
confecciones y arreglos para ropas de niños, de hombre y de mujer;
además de confecciones especializadas como uniformes escolares, trajes
típicos para religiosos de la santería, ropitas para muñecas, zapateras
y canastilleros".
Por su parte, Marta Flores Hernández, la otra costurera que junto a
Daisy atiende todo el trabajo de confecciones y arreglos, quien además
es la titular del arrendamiento, asegura que "una particularidad que nos
distingue es la flexibilidad de los precios en los servicios que
ofrecemos y el tratamiento especial que le damos a los jubilados y
personas con bajos ingresos".
"Uno de los servicios de mayor demanda en los meses de julio y agosto, y
que la población agradece mucho, es la confección y arreglo de uniformes
escolares, porque a los alumnos sólo le garantizan un uniforme para todo
el año, y en el 90 por ciento de los casos los uniformes que les
entregan están 3 o 4 veces por encima de la medida", agrega Flores.
Deysi se apresura a decir entonces: "Y una cosa muy importante, y que me
gustaría que se supiera, es que todos los recursos con los que
trabajamos lo tenemos que adquirir a precio de mercado, además de que
tenemos que gestionarlos nosotras mismas; incluso las máquinas con las
que laboramos son todas de nuestra propiedad, porque cuando el Estado
cerró el Atelier se llevó todas las máquinas industriales que había, aun
cuando nos impuso como condición para el arrendamiento que debíamos
garantizar el servicio comunitario".
Otra de las entrevistadas fue la enfermera retirada Cecilia Valdés
Oropesa de 63 años, de los cuales ha dedicado más de 40 a las
confecciones tejidas a croché.
Cecilia nos cuenta que el arte de tejer "me lo enseñó mi padre, desde
muy pequeña, y se convirtió en mi mayor pasión. Te puedo decir que,
prácticamente, estoy tejiendo todo el día. El único momento que no tejo
es cuando realizo las tareas domésticas habituales. Estoy obsesionada
con el tejido".
Valdés Oropesa confecciona "vestidos playeros, blusas, vestidos
juveniles, bufandas, vestidura para juegos de sala, manteles, fundas
para sombrillas, tapetes para centros de mesa y cualquier pieza que me
pidan".
Explica Cecilia que "la ropa tejida se lleva mucho en Cuba, ya que la
temperatura es muy alta y el costo de la mayoría de estos tejidos no
pasa de los 15 dólares, con excepción de los forros para juegos de sala,
que constan de entre 11 y 13 piezas y tienen un precio de 30 dólares y
las fundas para sombrillas que tienen un precio de dos dólares".
"Puede que el precio parezca alto", continúa Cecilia, "pero la
confección de cada pieza demora entre uno y tres meses, y la materia
prima se dificulta mucho para conseguirla, sobre todo el hilo de cordel
y el de hilaza, que son los que más rinden; y cuando aparecen, los conos
pueden costar entre 10 y 15 dólares cada uno".
Los consumidores opinan
Algunos consumidores que ofrecieron su testimonio sobre el trabajo
privado de costura insistieron en señalar que "la labor de los
cuentapropistas está muy lejos de ser perfecta. Hay de todo, buenos
malos y regulares; pero el otro referente que tenemos es el estatal, que
se desentiende de las necesidades del ciudadano y cuando ofrece algún
servicio la calidad es de mala a pésima".
"No tienes más que ver lo que tenemos que sufrir las madres con el tema
de los uniformes escolares de nuestros hijos", comenta Regina Odenia
Zaldívar, una ama de casa de 38 años, madre de dos niños de 7 y 9 años.
"Todos los años es lo mismo", continúa Regina. "Las tallas de los
uniformes son inmensas. Cómo va el Estado a resolver el arreglo de los
uniformes escolares si desde que los fabrica los hace demasiado grandes
para el promedio".
"Hay costureras estatales que te pueden ofrecer un buen servicio", dice
Marlen Parrales Casals, de 29 años. "Muchas están capacitadas para hacer
cualquier arreglo o confección; pero ya sabes, el primer arreglo que te
hacen es el del precio".
Mario Alpizar Consuegra, un ingeniero en Construcción Civil, de 65 años,
valoró el trabajo privado de "positivo, aunque polémico", y aseguró que
"en Cuba, cualquier servicio puede resultar demasiado costoso, porque el
salario promedio es muy bajo. Hay personas para quienes un dólar es la
ganancia de todo un día de lucha por subsistir".
Siempre hay una mano que te levanta
Pero el trabajo de los pequeños establecimientos de barrio, dedicados a
la costura, y las costureras y tejedoras que laboran en solitario, va
"más allá de lo utilitario y económico", como nos lo asegura María Regla
Villa Bravo, una enfermera pediátrica jubilada de 65 años, que desde
hace 15 se dedica a la costura.
María Regla, quien también confecciona ropa para muñecas, vestidos para
ceremonias religiosas de la santería y otros variados arreglos de ropa,
refiere que "no siempre se trata de dinero. Yo vivo frente a una Escuela
Primaria, y constantemente recibo a profesores que me traen a alumnos a
los que se les daña el uniforme jugando en los recreos o padres que
vienen con sus hijos para que yo los ayude con algunos trabajos manuales".
Continúa María Regla: "Sin contar los vecinos, sobre todo personas de la
tercera edad que carecen de recursos y necesitan hacer reparaciones
menores y remiendos. Mira, hijo, si el pueblo cubano puede sobrevivir a
pesar de tantas carencias y necesidades es porque detrás de la mano que
te derriba siempre está la mano que te ayuda a levantarte".
Source: Costureras de barrio, las modistas de pobres CubanetCubanet -
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