Inversión extranjera, militares empresarios y deuda pública
CARMEN HOYO | La Habana | 18 de Julio de 2017 - 14:33 CEST.
Después de Fidel, en uno de esos azares que parecen cálculo del destino,
vino la recesión. Nadie la tiene por tragedia, porque Cuba no sabe de
prosperidades. Como no ha habido apagones eléctricos, salvo por la
declaración del Gobierno, atenuada, en sordina, nadie sabe bien qué
significa la recesión ni quienes compran, a ciegas, los bonos públicos
emitidos para sortearla.
La política económica de Marino Murillo, pilar de las reformas
emprendidas por Raúl Castro, ha fallado precisamente por causa de la
política. Pasos breves, vacilantes, han dado, cuando se necesitaban
zancadas.
Los inversores desconfían. Venezuela no endereza. El Gobierno pide
paciencia, confianza, aunque acaba de perder, ante Donald Trump, el
comodín del turismo estadounidense.
De una y otra orilla del espectro político, la solución del problema
económico cubano parece una obsesión común.
Énix Berrios Sardá, economista, dirige el Centro de Estudios y de
Alternativas para la Transición Democrática de Cuba, en La Habana. A él
acude DIARIO DE CUBA para comprender el paisaje económico de los bonos
soberanos y el puerto del Mariel, del Manzana Kempinski y los boteros de
La Habana.
¿Las medidas para sortear la actual crisis están a la altura del problema?
Definitivamente, no. Siempre me gusta precisar que la economía es un
instrumento, un medio para alcanzar el desarrollo, y no un fin en sí
misma. Es importante comprender su dimensión política.
Me gustaría poner un ejemplo muy simple que tiene que ver con el día a
día de los cubanos y cubanas: la alimentación, que es carísima y de muy
mala calidad.
Es sabido que la agricultura cubana requiere de inversiones, buenas
prácticas productivas y tecnologías, además de fuerza de trabajo. Sin
embargo, y a pesar del endeudamiento millonario que tiene el Gobierno
cubano con los pequeños agricultores, que solo poseen el 14% de la
superficie agrícola, los campesinos han logrado acumular recursos
financieros por el orden de los 500 millones de dólares americanos. Y no
pueden invertirlos en la producción agropecuaria por falta de un mercado
interno donde adquirir aperos, semillas, transportes y tecnologías, así
como por las limitaciones impuestas por el Gobierno para usar esos
recursos que están obligados a depositar en el sistema bancario oficial.
Con el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU, granjeros y
agricultores norteamericanos, actores decisivos en ese acontecimiento
histórico, ofrecieron a los campesinos cubanos la posibilidad de acceder
directamente al mercado estadounidense como opción viable y eficiente
para la mejora de la agricultura y de la economía cubana en general. A
los pocos días, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP),
la oficialista organización de campesinos cubanos, declaró públicamente
que ningún cubano quería o necesitaba establecer vínculos directos con
los productores estadounidenses. Así es como hacen economía los
políticos comunistas cubanos.
Superar el viejo ciclo vicioso de la economía cubana supone
redimensionar el sector empresarial a partir de criterios de eficiencia
internacionales para cada sector, estimular el desarrollo del sector
privado en todas las parcelas de la economía, lograr tasas de
acumulación de capital del 25% del PIB, suprimir la dualidad monetaria y
cambiaria, recomponer las relaciones económicas internacionales del país
y fomentar la inversión de la emigración.
Por ahí, como decimos coloquialmente en Cuba, deberían ir los tiros.
¿Por qué fracasó la política de inversión extranjera en Cuba?
Hay que tener en cuenta que esos capitales no abundan. Existe una gran
competencia. La paradoja aquí es que la economía cubana pudiera ser
atractiva, tiene sectores atractivos, pero no convencen los instrumentos
jurídicos que regulan la actividad, y mucho menos las políticas
económicas del Gobierno.
En la actualidad pocos apuestan por una economía que sustenta sus
políticas en un modelo que las propias autoridades consideran agotado y
que se muestra contradictorio, ineficaz y desesperanzador para el
ciudadano común.
Cuba dice requerir 8.000 millones de dólares estadounidenses en
inversión extranjera. Esa cifra pudiera estar muy por debajo de las
necesidades de financiamiento externo requerido por la maltrecha
economía nuestra, pero obtenerlo es irreal, si se conoce que esa misma
cifra fue el monto total recibido en 2015 por el conjunto de todas las
economías del Caribe insular en concepto de inversión extranjera.
Es cierto que el embargo de EEUU ha tenido sus efectos negativos en la
realidad económica cubana. Pero, a mi juicio, lo más dañino ha sido las
políticas económicas que sustentan las estrategias de desarrollo del
Partido Comunista de Cuba (PCC).
Los militares ya gestionan buena parte de la economía cubana, ¿qué papel
les pronosticas en los tiempos del relevo generacional?
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) no son solamente el ejército
de Cuba. Es un poder real dentro del poder, al margen de la
institucionalidad formalmente aceptada.
Esa realidad tan bizarra data de la década del 60 y, en mi opinión, está
directamente relacionada con las características personales de Fidel
Castro. Un ejército de proporciones extraordinarias para las dimensiones
de este país fue empleado en la penetración del socialismo en África
durante el periodo de descolonización, y en América Central en los 70 y 80.
Habrá que estar atento, aunque esto no sea de dominio público, a las
importaciones militares procedentes de China y Rusia, segundo y cuarto
exportador de armamento mundial, respectivamente, con historia y
mentalidad imperiales, aliados estratégicos de Cuba.
En lo económico, los sectores que fueron favorecidos por la inversión
extranjera directa como el turismo internacional, las telecomunicaciones
y el sector inmobiliario son controlados por los militares cubanos como
procesos cerrados.
Los recursos generados por esos sectores no son sometidos a contraloría
social, nadie exige responsabilidad a los militares por su gestión en
los negocios cubanos en el turismo internacional donde controlan el 80%,
o por el control absoluto del monopolio estatal de las comunicaciones
(que incluye el único proveedor de internet), o por el empleo de los
multimillonarios recursos rusos, iraníes y chinos en los ferrocarriles,
la gestión de zonas, puertos y depósitos francos, transportación
terrestre de mercancías, aeronáutica civil, redes de establecimientos
comerciales mayoristas y minoristas, restauración y conservación de La
Habana y otra ciudades.
Casi todos los actores económicos importantes están siendo monopolizados
o controlados por militares. Y eso no cambiará por el momento.
¿Qué son los bonos soberanos emitidos por Cuba para resolver el déficit
presupuestario?
Como ocurre en casa, no es muy racional gastar más de los que
ingresamos. Eso mismo pasa en la gran hacienda, la economía de este
país. En caso de mala planificación, baja recaudación tributaria, caída
de los precios de productos en el entorno internacional, el paso
destructor de un huracán y un largo etcétera, el Gobierno emite bonos,
que son instrumentos financieros de deuda, por el cual reciben dinero de
personas privadas, empresas y bancos y por el cual se compromete a
pagarlos transcurridos 20 años con interés del 2% al 5%. Eso significa
que se mantiene la tendencia al crecimiento de la deuda pública.
En 2017 el déficit fiscal, ascendente a 11.500 millones de pesos, que
alcanza la barbaridad del 12% del PIB, se financia con préstamos del
estatal sistema bancario y, según las autoridades, financiará la
producción de bienes materiales y el desarrollo social, en particular el
gasto de consumo como leche, arroz, frijoles, azúcar.
En mi opinión, debería tomarse medidas de otro orden como potenciar el
desarrollo del trabajo privado que se frena por políticas económicas
erróneas para enmascarar la ineficiencia del Gobierno en economía. Ese
sistema bancario cubano alega falta de recursos para no conceder exiguos
créditos al sector privado para capital de trabajo e inversiones.
¿Hasta qué punto la actual contracción económica influirá en el destino
político del país?
Más que la contracción económica, que resulta una interpretación
temporal cortoplacista, me gustaría emplear el término "modelo económico
fallido", que es mucho más preciso en la actualidad nacional y que nos
permite comprender que la economía es la base de los cambios en Cuba.
Se debe superar el fraccionamiento polarizado de la sociedad cubana. Hay
que construir un pueblo políticamente operativo para la construcción de
la democracia cubana, y un proyecto económico que incluya a los cubanos
y cubanas que viven en el exterior. Si nos planteamos el cambio así,
pudiera ser esperanzador y movilizador de las energías y recursos de
este pueblo. En cambio, si lo consideramos como un mero relevo de un
grupo o de una elite, el panorama es desalentador.
Aquí lo que se decide es el tipo de cambio, y eso supone, al menos así
lo aprecio, darle a la ciudadanía cubana la posibilidad de decidir sobre
su futuro, de poder optar por el proyecto de desarrollo social más
conveniente. Eso es lo trascendental y el liderazgo del PCC tiene que
asumirlo con responsabilidad.
El tiempo político en Cuba favorece una transición democrática que, a su
vez, debe favorecer un proyecto de país diferente. La economía requiere
de un modelo diferente en donde el sector privado se convierta en el eje
dinamizador de la sociedad. Todos los cubanos, independientemente donde
estén, merecemos una Cuba próspera.
Source: Inversión extranjera, militares empresarios y deuda pública |
Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1500381190_32639.html
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