sábado, 28 de julio de 2007

POR QUÉ NO PODEMOS CREER QUE LA ECONOMÍA CUBANA HA CRECIDO UN 12,5% EN 2006? (1)

¿POR QUÉ NO PODEMOS CREER QUE LA ECONOMÍA CUBANA HA CRECIDO UN 12,5% EN
2006? (1)
2007-07-27.
Elías Amor Bravo, Economista, ULC

CEPAL acaba de publicar su Estudio económico de América Latina y el
Caribe 2006-2007, en su 59ª edición, y al igual que en el año anterior,
las cifras relativas al crecimiento de la economía cubana se apartan de
la metodología utilizada por esa prestigiosa institución y se atribuyen
a una Oficina Nacional de Estadística de Cuba, que apuesta por un
crecimiento del 12,5%, que en absoluto se corresponde con la realidad.

Lo primero que llama la atención es la debilidad exportadora de la
economía cubana. Justo en un ejercicio en que a nivel regional, el
comercio exterior se ha visto beneficiado por las mayores compras
procedentes de los países industrializados y en vías de desarrollo, y de
una muy favorable relación real de intercambio, el régimen castrista
cierra el año con un aumento de sólo 1,1% en las exportaciones.

El círculo vicioso de la economía cubana, origen de las imperfecciones
del sistema comunista, vuelve a influir de forma negativa sobre la
capacidad exportadora. Suprimida por decreto la producción de azúcar,
con el cierre masivo de ingenios, la economía perdió el principal
capítulo de la exportación y uno de los instrumentos principales para la
obtención de recursos financieros en el exterior.

Posiblemente, como consecuencia de las brillantes ideas de Fidel Castro
en materia de gestión macroeconómica, se consideró que producir azúcar
para los mercados mundiales y ser líder en la economía internacional
para ese producto, no era la opción más adecuada de futuro, como
consecuencia del elevado nivel de protección en los mercados avanzados y
la caída estructural de la demanda.

Sólo tres años después de aquel análisis, sin duda estimulante, pero sin
rigor, el comandante desde su lecho de enfermo, ha tenido que cuestionar
el aumento de producción de caña de azúcar como componente básico del
etanol, por el principal competidor de Cuba en el mercado mundial,
Brasil, y de ahí sus andanadas contra el biocombustible que, como otras
tantas cosas, terminan siendo autocríticas destructivas, más que
constructivas, que impiden al pueblo cubano salir de las graves
condiciones de miseria en que vive.

Si Cuba hubiera seguido siendo primera potencia mundial azucarera, las
posibilidades de reorientar la producción hacia el etanol estarían
dándole oportunidades interesantes de negocio en el ciclo actual,
gracias a los crecientes precios del azúcar a nivel internacional. Pero
esa es otra historia, sobre todo si se piensa que las poco más de tres
millones de toneladas de azúcar apenas permiten a la economía cubana
satisfacer su consumo racionado, mientras los campos fértiles propiedad
del estado comunista se abandonan para siempre.

El resto de capítulos exportadores de la economía cubana, no muestran
datos para la satisfacción. Las ventas al exterior de mariscos y
pescados a la baja, como consecuencia de los menores precios. El tabaco
experimentó un ligero aumento en volumen que apenas compensó los bajos
precios alcanzados en los mercados mundiales por los productos cubanos,
que siguen careciendo de una adecuada estrategia comercial. Otro tanto
respecto de los cítricos, también condicionados por la caída de las
producciones. En cuanto al níquel, pese a los favorables precios,
tampoco registró un crecimiento como consecuencia de los límites de la
capacidad productiva de las plantas extractivas.

En tales condiciones, el comercio exterior lejos de convertirse en
estímulo para el crecimiento económico, como en la mayoría de países de
la región, ha sido un freno, si se tiene en cuenta que las
importaciones, es decir, la adquisición de bienes y servicios por parte
de la economía cubana en el exterior se han disparado hasta un 45,9%,
sobre todo para atender las necesidades de alimentación y la política de
reestructuración energética. Más descontrol en la política económica,
imposible.

El escaso crecimiento productivo de la economía se traslada al exterior
en forma de mayores importaciones, sin que ello redunde en beneficio de
la estructura de la economía y sus efectos eslabonamiento entre los
distintos sectores. Una economía que sólo puede avanzar por la vía de
las importaciones, de bienes de consumo y energéticos, es un mal ejemplo
de lo que se recomienda en los manuales de ciencia económica a los
estudiantes de primer curso.

Además, en contra de cualquier lógica macroeconómica, el régimen
castrista ha decidido concentrar el comercio exterior con Venezuela y
China. Entre ambos concentran ya 4.000 millones de dólares, alrededor
del 40% del comercio total de la Isla. Excesiva concentración que no
obedece más que a razones políticas bajo una notable ineficiencia
productiva.

Por último, si bien, directamente relacionado con la balanza de
servicios, el turismo. Por segundo año consecutivo, un fracaso. El
crecimiento de esta rúbrica sectorial de la economía cubana no ofrece
motivos para la alegría. Un 0,7% de incremento para los ingresos pone de
manifiesto que el sector ha tocado techo, que continúa el descenso de
visitantes extranjeros y que las políticas turísticas no están bien
diseñadas y mucho menos ejecutadas por los burócratas comunistas.

En tales condiciones, la contribución del sector exterior al crecimiento
económico ha sido fuertemente negativa, y dudo mucho que los avances
experimentados en la demanda hayan podido contrarrestar estas
tendencias. Pero ese será objetivo de otro análisis.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10948

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