26/07/2007 - 20:35
IBLNEWS, AGENCIAS
Tras un año de inmovilismo, el presidente provisional de Cuba, Raúl
Castro, parece dispuesto a poner la casa en orden para atajar los
principales problemas económicos del país, con cambios estructurales que
se aplicarán con disciplina y sin soluciones "espectaculares".
Castro realizó hoy un diagnóstico de algunas de las deficiencias del
modelo económico cubano y abordó de lleno problemas que se han ido
postergando durante años, como la precariedad salarial o la falta de
productividad, aunque no detalló reformas concretas.
Aprovechando una fecha tan señalada para la revolución cubana como el 26
de julio, día en que tuvo lugar en 1953, la primera acción armada de la
guerrilla contra el dictador Fulgencio Batista, y en ausencia de Fidel
Castro, el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) quiso
dejar claro que durante el año que lleva al frente del país no se han
descuidado los asuntos pendientes.
"No hay asunto referido al desarrollo del país y las condiciones de vida
del pueblo que no se haya abordado con responsabilidad y en cuya
solución no se trabaje", afirmó,
No hay tarea impulsada por Fidel Castro, dijo, que esté paralizada.
Durante su gobierno provisional, Raúl Castro no ha puesto en marcha
reformas significativas ni ha podido dar solución a los importantes
problemas que hoy mismo reconoció en su discurso.
El general Castro no se ha dejado llevar por la aparente bonanza que
reflejaban las últimas cifras de crecimiento del país -un 12,5 por
ciento el pasado año- y se ha volcado en trabajar estrechamente con sus
asesores, con cuadros del Partido Comunista, el Gobierno y expertos
economistas para identificar los problemas y las posibles salidas.
Los informes recibidos por Raúl Castro, según fuentes consultadas por
Efe, mencionan la precariedad salarial, las dificultades que plantea la
coexistencia de dos monedas en el país, la falta de vivienda, las
carencias del transporte, la corrupción y la existencia de un enorme
mercado paralelo al que los cubanos acuden para resolver sus necesidades
cotidianas.
Sus conclusiones sobre estas consultas parecen claras, a juzgar por su
discurso de hoy: Cuba no ha salido del periodo especial y no hay lugar
para alegrías, es necesario acometer cambios estructurales, mantener la
disciplina, incrementar la productividad e impulsar la agricultura y la
industria.
Hay que seguir combatiendo el despilfarro y potenciar el ahorro,
especialmente en materia energética, mientras se abandona la
autocomplacencia y se erradican las "actitudes burocráticas o indolentes".
Si para lograr dar un empujón a la economía hay que incrementar la
presencia de la inversión extranjera en el país, se hará, pero con todo
tipo de precauciones para evitar "errores" del pasado.
Las mejoras no serán inmediatas y algunos de los problemas más
acuciantes para la población, como los salarios, que no superan los 20
dólares mensuales de media, necesitarán primero del impulso de la
productividad.
Para lograr este ambicioso objetivo, Raúl Castro bien podría utilizar la
fórmula de "perfeccionamiento empresarial" que convirtió a las empresas
de las FAR en las más rentables del país tras el desplome del bloque
soviético, con un modelo basado en la organización y la disciplina.
Los mismos elementos que defendió hoy de nuevo el general: "trabajo
organizado, control y exigencia, un día tras otro, rigor, orden y
disciplina sistemático", junto a un "sentido crítico y creador, sin
anquilosamiento ni esquematismos".
"Estamos en el deber de cuestionarnos cuanta cosa hacemos, en busca de
transformar concepciones y métodos que fueron los apropiados en su
momento pero han sido ya superados por la propia vida", afirmó.
Todo ello sin cruzar la línea marcada por socialismo ni los principios
de la revolución liderada durante medio siglo por su hermano Fidel.
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