jueves, 9 de septiembre de 2010

COOPERATIVAS EN CUBA? SÍ, PERO DE OTRA FORMA

¿COOPERATIVAS EN CUBA? SÍ, PERO DE OTRA FORMA
09-09-2010.
Elías Amor, Delegado ASCE en Europa

(www.miscelaneasdecuba.net).- En ese batiburrillo de confusión que se
han convertido las pretendidas reformas de la economía de Raúl Castro,
si, las mismas que han convencido a Leire Pajín que en Cuba algo se
mueve, ahora se anuncia que el gobierno piensa "transformar algunas
pequeñas empresas manufactureras y de servicios en cooperativas".

Una medida que, para el todopoderoso Estado comunista, supone la entrega
de algunos negocios con la esperanza de incentivar la deprimida economía
local. Porque en el fondo de todas estas medidas se cuece una idea
perversa, los cambios que se van a realizar en la economía no tienen que
sacrificar el sistema socialista instalado en Cuba tras la revolución de
1959.

Siempre defenderé el modelo de funcionamiento de las cooperativas de
producción. Sin tratarse de empresas de propiedad individual o anónima,
las cooperativas suponen la participación real de los trabajadores en el
proceso productivo, la obtención de beneficios y la acumulación. Un
estímulo real para la eficiencia y la competitividad.

En España existen modelos de cooperativas altamente exitosos en el País
Vasco o Valencia, que nada tienen que ver con el modelo que se pretende
introducir en Cuba. En la Isla llevan tiempo funcionando, al menos
desde finales de la década de los años 70, aunque condenadas a una
existencia marginal y siempre sometidas al poder político, a la Asamblea
Provincial de La Habana con la esperanza de "recuperar la producción
local y mejorar la moral y la competitividad".

Esta huida adelante en el conjunto de reformas para reflotar
cooperativas incluye sacar de la "ilegalidad" a negocios privados que
actualmente funcionan en la marginalidad o en el mercado negro, y con el
fin de que paguen impuestos.

Una medida que podría ser calificada como positiva. Sin embargo, las
autoridades la han vuelto a convertir en algo inservible con ese empeño
en no alterar la base totalitaria y comunista de la sociedad. En efecto,
la idea del gobierno es que las cooperativas no sean de propiedad de los
trabajadores, sino que sean arrendadas por el Estado, único propietario
en la Isla de todos los activos, y que su gestión se realice dentro de
unos ciertos márgenes de autonomía que, en cualquier momento, se pueden
volver a eliminar. Igual que en 1968, cuando de un plumazo se
nacionalizaron todas las empresas en la Isla, sin contraprestación
alguna a sus legítimos dueños.

Esa animadversión del régimen comunista cubano hacia el derecho de
propiedad, la economía de mercado, la acumulación y distribución
legítima de beneficios, es el origen del auténtico bloqueo del sistema
económico y del círculo vicioso de la economía.

De nada sirve arrendar locamente pequeñas peluquerías y salones de
belleza a empleados, o el servicio de transporte privado, como taxis, si
luego el resto de las actividades económicas se someten a la regulación
de burócratas alejados de la realidad del mercado. La economía funciona
como un todo interrelacionado, en el que no se puede funcionar con unas
partes, y no con otras.

Si el objetivo es crear nuevos puestos de trabajo para los millones de
trabajadores que el Estado no puede asumir, entonces la solución no es
ir autorizando a la iniciativa privada a poner en marcha pequeños
negocios, sino darle un giro de 180º al sistema estalinista.

Equivocado está Raúl Castro cuando piensa en la responsabilidad de los
gobiernos locales y provinciales para impulsar el desarrollo económico
que necesita el país. La denominada "Iniciativa Municipal para el
Desarrollo Local" que entró en vigor a comienzos de año, apenas ha
servido para movilizar recursos productivos y amenaza con convertirse en
otro grave problema para la ineficiente economía castrista.

En los países avanzados, el desarrollo local se basa en la existencia de
una base económica consolidada, de raíz privada, eficiente,
especializada y con capacidad para generar empleo y producción. En Cuba,
la obsesión centralista del gobierno en los últimos 51 años ha situado
cualquier decisión autónoma en la marginalidad del sistema, de modo que
no existen redes de transporte, de alimentos, de servicios, de comercio
que cumplan los niveles medios de cualquier país subdesarrollado. Basta
pasear por las calles de las ciudades cubanas para contrastar la pobreza
de sus infraestructuras.

El origen de todos los problemas está en esa obsesión con impedir el
funcionamiento de la economía de mercado. Un sector como el de la
distribución al por menor, por ejemplo, el que permite a la gente tener
acceso a todo tipo de bienes y servicios en las proximidades de sus
domicilios, en cantidad y calidad, no se puede estimular en Cuba si no
es creando una iniciativa privada amplia con capacidad de acumulación y
dueña de sus activos y propiedades. No hay alternativa. Los ensayos no
conducen a más que fracasos y la situación de la economía no está para
juegos.

Es posible que haya que reflexionar mucho todos estos cambios. No fue
eso lo que hicieron en 1968 cuando robaron a los cubanos el legítimo
derecho de propiedad y de ejercicio de libre empresa. Las informaciones
de la Isla apuntan a que llevan más de un año pensando qué hacer. Y que
cada día a algún funcionario o ideólogo comunista se le ocurra cualquier
idea nueva que paralice el proceso de transformación. Un día se dice una
cosa, y al otro se dice justo lo contrario.

La falta de claridad de ideas solo lleva a una cosa. El Estado comunista
debe continuar como el único propietario de las cooperativas, como hace
con la mayoría de las propiedades en Cuba, pero los trabajadores
administrarán los negocios, cubrirán los costos operativos, pagarán
impuestos y se quedarán con las ganancias. Luego está la cuestión de
quiénes van a dirigir estos proyectos. ¿Serán personas cualificadas con
formación empresarial, o volverán a ser cuadros obedientes del partido?

A mí, personalmente, me cuesta creer que lo que han declarado algunos de
los que participan en el proceso "los análisis que se están llevando a
cabo son para saber cómo se van a comprar los insumos y detalles tales
como los salarios mínimos, y si los ingresos de los administradores
deben ser tapados".

Todo se reduce a lo mismo de siempre: control y más control, pobreza de
la economía y sumisión a la ideología. Nada ha cambiado en Cuba, por
desgracia.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29735

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