domingo, 9 de febrero de 2014

Haciendo los peores negocios

Haciendo los peores negocios
¿Hay alguna racionalidad económica, que no sea la extorsión a incautos,
en vender un auto en tanto dinero a personas que ya tienen alguno u otra
forma de conseguirlo?
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 13/01/2014 10:26 am

Cuando uno observa la "actualización" del Raúl Castro, siente que es
lenta y limitada. Pero por momentos uno percibe que avanza en la
dirección en que la élite política prefiere hacerlo, sea porque quieren
preservar el orden al corto plazo (el único plazo al que la mayoría
puede jugar) o porque quieren garantizar la prosperidad de los bolsillos
familiares al largo plazo.
La reforma migratoria, por ejemplo, puede ser criticada desde muchos
ángulos (yo lo he hecho) pero no puede obviarse su funcionalidad
respecto a intereses políticos conocidos, y muchas de sus limitaciones
son tributarias al tipo de gobernabilidad que los dirigentes cubanos
conocen. Así es la política.
Pero hay otros momentos en que todo se disloca y no hay forma de
encontrar una racionalidad. Este es el caso de los precios ridículamente
astronómicos de los autos.
La única virtud que pudiera uno imaginar tras esos precios sería una
inclinación ambientalista para prevenir una avalancha de autos en la
isla, más de los que los viales de la isla, y en particular de La
Habana, soportarían. Pero no es creíble, pues los dirigentes cubanos
siempre han tenido al auto como fuente de prestigio, diríamos, como
atributos de marca superior. Nunca han olvidado a sus familiares cuando
de repartir autos se ha tratado. Y de cualquier manera creo —y no me
encuentro entre quienes valoran al auto como virtud— que la única manera
convincente de evitar el auto es con un sistema de transporte público
cómodo y barato, que sencillamente lo haga innecesario. Justo lo que no
han logrado hacer en medio siglo, mientras que otras ciudades de
continente lo han conseguido.
Descartado el móvil altruista, solo me queda sumergirme en los móviles
económicos. Pero siempre me pregunto si hay alguna racionalidad
económica —que no sea la extorsión a incautos— en vender un auto en
tanto dinero a personas que ya tienen alguno u otra forma de conseguirlo.
Me pregunto cuántos compradores idiotizados con dinero sobrante se
pueden encontrar en la ciudad para adquirir autos a precios
exorbitantes. O cuántos parientes ricos en Miami están dispuestos a
desprenderse de 100 mil dólares para regalar un auto que en buena lid
vale una quinta parte de ese precio. Aquí no hay cálculos de economía de
escala, ni de captación fiscal y comercial estable, ni siquiera una
visión elemental de cómo funcionan los mercados.
Y finalmente me pregunto cuando los dirigentes cubanos van a entender
que hay un dinero que no les pertenece, y que no pueden seguir jugando a
la vulgar desposesión en nombre de altos principios que pisotean todos
los días.
El resultado ha sido una indisposición general de la población, incluso
de aquella parte de la población que no tiene dinero para comprar un
auto. Y probablemente nunca lo tendrá.
Si nos sumergimos en la lógica de lo que los dirigentes cubanos insinúan
como modelo —un sistema capitalista autoritario en nombre del
socialismo— hay que asumir que el gobierno tiene que privilegiar el
consumo de un sector emergente de nuevos ricos sencillamente porque
ellos constituyen el basamento social de la "actualización" y el actor
que estaría llamado a dinamizar el proceso de cambios pro-mercado. Aquí
se incluyen gerentes y profesionales del área mercantil de la economía,
administradores de grandes empresas, emigrados cercanos al sistema,
"macetas" blanqueados, herederos familiares (incluyendo los chicos del
Clan Castro) y artistas y deportistas orgánicos a una sociedad que
crecientemente será una meca de espectáculos.
Pero evidentemente no puede hacerlo ofendiendo la inteligencia de esta
gente. Si quieren restaurar el capitalismo, y creo que efectivamente
quieren hacerlo, lo primero que tienen que hacer es pensar seriamente en
el asunto.
Pero por momentos me parece que ni eso. Y de ahí estas malas políticas
que acarrean todos los inconvenientes posibles y algún que otro incauto
desesperado que se compre un sedán Hyundai en diciembre del 2013 en 100
mil dólares. Es decir, un carro del año pasado.

Source: Haciendo los peores negocios - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro
-
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/haciendo-los-peores-negocios-316495

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