El mejor negocio privado en Cuba es el transporte
Cambiar de mentalidad siempre cuesta. Y en una nación donde durante 55
años hacer dinero fue sinónimo de delito, es 'normal' que se persiga y
limite con decretos y elevados impuestos aquellos negocios que obtienen
suculentos beneficios.
Iván García Quintero
julio 18, 2014
Noel, chapista de autos, desde hace 6 años montó un taller clandestino
en la parte vieja de La Habana. Ahora mismo, junto a un par de
ayudantes, renuevan un destrozado Cadillac de 1956 y un jeep Willy de
1954, que llevaban diez años sin rodar. Su negocio no solo es reparar
anacrónico autos, jeeps y camiones. También recorrer la isla, desde
Pinar del Río hasta Baracoa, en busca de cacharros salidos de los
talleres de Detroit en la década 1940-1950.
"No importa que no tengan motor o lleven parados un montón de años.
Compró cualquier carrocería, por muy descompuesta que esté. Ya en La
Habana es imposible comprar autos-chatarra a buen precio. La gente vende
cualquier antigualla como si fuera oro puro. En otras provincias es
donde se pueden rastrear autos viejos", señala Noel.
El negocio de taxis ha disparado el precio de autos, jeeps y camiones.
Según Noel, los vehículos made in USA con 60 años de explotación son los
preferidos preferido para alquilar. "Son muy fuertes. Los autos modernos
o los Ladas y Moskovich rusos, no aguantan la carga de trabajo de los
carros americanos, porque las calles y avenidas de la capital están en
mal estado", acota.
Noel forma parte de una cadena que comercia, repara y administra un lote
de vehículos particulares utilizados como taxis. "A día de hoy, quizás
es el mejor negocio privado que existe en Cuba. No es del todo legal,
pero por ahora las autoridades se hacen los de la vista gorda", cuenta
Erasmo, dueño de una flota de seis autos y tres jeeps dedicados al
transporte de pasajeros.
Después que en el otoño de 2010 el gobierno de Raúl Castro ampliara los
micro negocios familiares, la lista de emprendimientos autorizados se
extendió a 201, aunque no se reconoce la chapistería.
Al leer la letra pequeña del mamotreto jurídico que apuntala las
reformas económicas, se descubre que no está permitida la acumulación de
negocios o capital por parte de una o varias personas.
Cambiar de mentalidad siempre cuesta. Y en una nación donde durante 55
años hacer dinero fue sinónimo de delito, es 'normal' que se persiga y
limite con decretos y elevados impuestos aquellos negocios que obtienen
suculentos beneficios. El dinero en manos de pequeños empresarios de
éxito, otorga cierto poder y autonomía que el celoso Estado verde olivo
no desea compartir.
Cuando en enero de 1959 Fidel Castro ocupó el poder, mucha gente no se
tomó muy en serio el discurso del 'hombre nuevo' ni el de una sociedad
donde el dinero no tendría cabida. Las leyes estaban escritas. Pero no
se cumplían. En una noche, Castro confiscó puestos de fritas y talleres
de fregar automóviles. Al día siguiente, muchos comenzaron a funcionar
en la sombra.
Las sociedades de ordeno y mando y economía centralizada, suelen crear
mentalidades retorcidas. Aplauden y gritan consignas en una atiborrada
plaza, y al llegar a casa, trasiegan con leche en polvo robada en un
almacén estatal o gasolina hurtada de una empresa.
Más de cinco décadas ha demorado el régimen en comprender que el Estado
es un pésimo administrador. Recientemente, Raúl Castro autorizó a
trabajadores privados arrendar el ineficiente servicio gastronómico.
Pero el siempre incompetente transporte público, es una parcela que
todavía regenta. Se permite el servicio de taxis y en La Habana
funcionan dos cooperativas de microbuses que con su buen servicio, dejan
en evidencia el fracaso del Estado como empresario. Algunos de esos
negocios, al filo de la navaja y en un limbo jurídicos, tienen en
plantilla hasta 25 personas.
Erasmo es uno de los habaneros que proporcionan servicio de transporte
las 24 horas. "Tengo una flota de seis autos, tres jeeps y 18 choferes
en dos turnos de trabajo de doce horas. Los autos tienen cinco plazas
cada uno y en cada turno los choferes me entregan 550 pesos (21
dólares). Los jeeps tienen diez asientos y por ellos en cada turno me
entregan 1,000 pesos (40 dólares). Como mínimo, un chofer gana 400 pesos
diarios (casi 20 dólares). Además, para casos de roturas tengo un taller
móvil. Cada determinado número de kilómetros recorridos, tres mecánicos
realizan mantenimiento a los vehículos".
En una finca en las afueras de la ciudad, Erasmo guarda cientos de
litros de diesel comprado en el mercado negro. Ocasionalmente, encarga
en Miami piezas de repuestos. A todos su vehículos les ha montado
motores modernos de petróleo, más económicos. Y ha entrado en negocio
con chapistas como Noel, para comprar autos viejos y remozarlo.
"Si el Estado arrendara las terminales de ómnibus a los particulares, te
aseguro que el funcionamiento sería de primera. Si con cacharros
antiguos, trabas legales y altos impuestos el servicio de taxis -solo en
La Habana hay más de 11 mil- es eficiente y deja elevadas ganancias,
imagínate que no podríamos hacer con guaguas que tienen solo 6 o 7 años
de explotación", apunta Erasmo.
De momento, el gobierno de Raúl Castro no contempla esa opción. Entre el
temor a que un sector de emprendedores haga demasiado dinero o ceder
parcelas de poder, elige por tirar el freno de mano.
Source: El mejor negocio privado en Cuba es el transporte -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-transporte-negocio-privado-/38701.html
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