viernes, 11 de julio de 2014

Raúl Castro no tiene prisa… ni prosa

Castro, Cambios



Raúl Castro no tiene prisa… ni prosa

¿Le sobra el tiempo o se considera inmortal?

Eugenio Yáñez, Miami | 10/07/2014 3:22 pm



Como si le sobrara tiempo, Raúl Castro no muestra prisa por avanzar en

la solución de los problemas de Cuba. Tras medio siglo de fracasos, dice

que "El resultado alcanzado no nos satisface, pero tampoco nos desanima

en lo más mínimo".

Poco original el general. Ahora la palabra del día es gradualidad. "La

gradualidad no es un capricho —dijo—, ni mucho menos el deseo de

retrasar los cambios que debemos efectuar; todo lo contrario, se trata

de una necesidad para asegurar el orden y evitar vacíos que nos

conducirían directamente a errores que desvirtúen los objetivos

propuestos". Teniendo en cuenta ese enfoque, todo parece indicar que

continuará fracasando "gradualmente".

Tampoco muestra mucha prosa el general: para decir lo que dijo en el

último cónclave del siempre unánime "parlamento" cubano, no hace falta

oratoria ni prosa de lujo: basta una grabadora que repita, una vez más,

lo que se viene diciendo hace 10, 20, 30, 40, 50 años en la Cuba de los

Castro: la culpa la tiene el imperialismo, o el totí, o la tienen otros,

o no la tiene nadie, pero nunca la tendrán los gobernantes cubanos.

¡Faltaría más!

Según Raúl Castro, la "desaceleración" de la economía cubana, eufemismo

para decir que Cuba será el país con menos crecimiento en América Latina

en 2014, está provocada por factores internos (incumplimientos en las

exportaciones, condiciones climatológicas adversas, insuficiencias de

gestión) y externos (crisis internacional, bloqueo de EEUU).

Sería bueno saber cuál de los cinco factores mencionados tiene que ver

con que en Cuba no se produzcan ni siquiera suficientes calabazas o

boniatos a precios asequibles a los salarios de los cubanos.

Dicen y repiten en La Habana que pretenden un socialismo próspero y

sustentable, aunque nadie hasta ahora haya explicado las características

de ese supuesto socialismo. Hace escasamente tres meses, cuando se

reunió la Asamblea Nacional para refrendar la Ley de Inversión

Extranjera, se dijo que la economía cubana debería recibir unos $2.500

millones anuales en inversiones extranjeras y crecer a un ritmo entre 5

y 7 por ciento anual para ese socialismo próspero y sustentable.

Sin embargo, y a falta de inversiones extranjeras en los primeros meses

del año, el plan de la economía cubana para 2014 contemplaba un

insignificante crecimiento del PIB del 2,2 %, bastante lejos del 5-7 %

deseado, aunque con el raquítico crecimiento del 0,6 % logrado durante

el primer semestre del año, fue necesario ajustar la previsión de 2014.

Lo dijo Raúl Castro: "Para alcanzar al cierre del año un crecimiento del

Producto Interno Bruto del 1,4 %, se requerirá trabajar más y mejor en

el segundo semestre y potenciar el empleo de las reservas de eficiencia

que no explotamos adecuadamente". No está automáticamente garantizado

ese potenciar en el empleo de reservas de eficiencia en un país donde se

incumplen los planes y donde lo menos presente en la producción y

servicios de las instituciones estatales es precisamente la eficiencia.

Dicho con otras palabras, al menos este 2014, lo de socialismo próspero

y sustentable, de acuerdo a las cifras ofrecidas por el mismo gobierno y

su máximo dirigente, quedará diferido hasta quién sabe cuando. ¿Tal vez

hasta las calendas griegas?

Si tareas relativamente sencillas, como eliminar el invento

súper-ineficiente que son las empresas estatales de Acopio, que llevan

años y años destruyendo la riqueza del país sin que nadie decida cortar

el nudo gordiano y eliminarlas de una vez por todas, ¿qué puede

esperarse para poner en práctica la separación de funciones entre

órganos locales de gobierno y consejos de administración, o entre

funciones ministeriales y empresariales?

Ya en la década de los ochenta del siglo pasado discutíamos sobre esos

temas en cursos, seminarios y estudios de casos para dirigentes

estatales y empresariales en ministerios, órganos locales de gobierno y

empresas, así como en cursos de postgrado para profesores de la

enseñanza superior. Prácticamente todos los presentes estaban de acuerdo

en la necesidad inexcusable de acometer esas tareas para elevar la

efectividad y eficiencia de la dirección y gestión en el país. Las

diferencias fundamentales de opiniones se daban en cómo llevar a cabo

ese proceso, pero en sentido general se sabía que, en la forma en que se

organizaba y dirigía la economía del país en aquellos momentos, era

imposible obtener resultados aceptables, y mucho menos avanzar.

En las bibliotecas universitarias en La Habana y provincias deben quedar

rastros suficientes de todo aquel esfuerzo colectivo que se realizaba

hace más de veinticinco años. De ahí que la "gradualidad", más de un

cuarto de siglo después, suene a burla o cinismo, pero de ninguna manera

a estrategia bien fundamentada.

Peor aún será con la unificación monetaria. Lo que se desee, cuando se

aplique en el famoso Día Cero, chocará con un escollo insalvable: ¿con

qué contabilidad se valorarán activos y pasivos de empresas, unidades

presupuestadas, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias,

campesinos privados y cuentapropistas? Porque la contabilidad que

funciona en Cuba, puro surrealismo, se considera "no confiable".

De manera que habrá que seguir esperando por la "gradualidad", porque

Raúl Castro quiere avanzar sin pausa pero sin prisa… y además sin prosa

para convencer.



Source: Raúl Castro no tiene prisa… ni prosa - Artículos - Cuba - Cuba

Encuentro -

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/raul-castro-no-tiene-prisa-ni-prosa-319118

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