miércoles, 23 de julio de 2014

Regulaciones aduaneras - Éstas no serán las últimas

Regulaciones aduaneras: Éstas no serán las últimas

Para los coroneles y generales, dueños de todas las tiendas en divisas,

es delito que nuestra gente ingrese al país con 60 jabones o cuatro

docenas de bragas

martes, julio 22, 2014 | José Hugo Fernández



LA HABANA, Cuba -Con las nuevas regulaciones aduaneras que se pondrán en

vigor en Cuba, a partir del 1 de septiembre, el régimen persiste en sus

errores históricos, que parecen múltiples y variados pero en realidad

son siempre los mismos, consistentes en utilizar las leyes y el poder

como instrumentos a su exclusivo servicio, obviando el interés popular

con absoluta falta de escrúpulos y de sesos.



Todavía está fresca la tinta con que firmaron las regulaciones

anteriores, y ya dictan otras para derogarlas. Pero éstas tampoco serán

las últimas. Para los coroneles y generales, dueños de todas las tiendas

que aquí venden en divisas (y también de la Aduana), resulta un delito

inadmisible que nuestra gente ingrese al país con 60 jabones en su

equipaje, o con cuatro docenas de bragas o con dos motherboard de

computadora, pues eso (según creen) significa una merma para sus

bolsillos por concepto de venta de jabones, bragas o motherboard.



Se diría que no saben que el fraude y los modos de evasión para estas

nuevas regulaciones, como para todas las que han dictado y dictarán,

vienen ya previstos, como un inciso de su cuerpo legal, por la

putrefacta corrupción que impera en todas las instancias oficiales,

donde la Aduana no es excepción sino regla.



Tampoco es que esto les importe mucho, o al menos mientras puedan

salirse con la suya, que es, por un lado, neutralizar la competencia de

quienes venden aquí -traídos por las mulas- productos de mejor calidad y

a mejores precios que los de las tiendas; y por el otro lado, frenar en

alguna medida la entrada al país de enseres que propicien una mayor

informatización (dígase, de paso, información) de los cubanos.



Es realmente patético el espectáculo de una banda de ancianos a quienes

ya nadie respeta, aunque aún temen, enfrentando con disposiciones

tiránicas las iniciativas comerciales de la gente de a pie y los avances

de la tecnología, sólo por conservar durante un tiempo más sus viciadas

y ruinosas parcelas de poder.



También resulta descorazonador y bochornoso ver a la gente levantarse

cada día bajo la presión de inventar nuevas formas de evadir las malas

leyes para continuar respirando. Sin contar el triste espectáculo de

nuestros paisanos emigrantes, que hoy se rompen el lomo trabajando en el

capitalismo para propiciar que aquí no falte lo más elemental de todo

cuanto nos niega el socialismo.



No existen estadísticas que permitan conocer con rigor el número de

familias que hoy sobreviven en Cuba, o las que pueden vestir

decentemente, gracias a esas ropas que les envían los suyos desde el

exterior, o a los variados productos con los cuales logran mantener un

cierto movimiento dentro del mercado interno, cada vez más raquítico y

paralizado. Pero se sabe que son miles de miles.



Ante la inutilidad y la falta de preocupación estatales por garantizar

que el pueblo sobreviva gracias a su propio esfuerzo, la única

alternativa con vergüenza ha sido la ayuda de aquellos emigrantes que,

luego de haber sudado la gota gorda manejando un camión, o trabajando en

una fábrica o en la construcción, limpiando cristales, estibando bultos,

sirviendo mesas, limpiando pisos, atendiendo un mostrador, sacrifican

sus modestas ganancias en la compra y envío de productos que sus

familiares de aquí puedan vender en las calles, para ganarse los

frijoles sin perder la noción del sacrificio y del trabajo, sabiendo que

no les caen del cielo.



Y tales pobres remedios son calificados ahora por los voceros de la

Aduana como acciones con fines de lucro, ante las cuales, dicen, hay que

proteger el mercado nacional. Dan ganas de arrastrarse de la risa, o de

vomitar, ante palabras tan cínicas.



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Source: Regulaciones aduaneras: Éstas no serán las últimas | Cubanet -

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