lunes, 7 de julio de 2014

Un viaje Santiago-Habana

TRANSPORTE



Un viaje Santiago-Habana

LOURDES GÓMEZ | Santiago de Cuba | 7 Jul 2014 - 1:56 pm.



Corrupción, suciedad, mal servicio. Los viajes interprovinciales en Cuba

siguen siendo una odisea.



Realizar un viaje Santiago-Habana, o viceversa, sin pasajes de reserva,

puede ser un negocio complicado, incluso teniendo dinero. La experiencia

comienza al llegar a las terminales de La Coubre en La Habana o la

Terminal de Ómnibus Nacionales en Santiago, atestadas con cientos de

personas necesitadas y desesperadas por llegar a su destino.



Las reservaciones para viajar se hacen en las oficinas disponibles de

cada ciudad con tres meses de antelación. Las colas para hacerlas son de

varias horas, llegando muchos usuarios a amanecer para coger los

primeros turnos. Como casi cada servicio en Cuba, ello genera una gran

corrupción: revendedores de turnos y de oficinistas que venden tiquets

de última hora si se pagan 10 cuc por arriba.



La transportación nacional de pasajeros siempre ha sido una empresa

conflictiva. El control absoluto del Estado y su dependencia de

diferentes mercados para la obtención de los buses —Rusia, Japón, China

o Checoslovaquia, entre otros— es la primera fuente de problemas: se

compran guaguas de las que después no se pueden obtener los repuestos,

teniendo que enviar los ómnibus al desguace en cuanto se desgastan.



En este desfile guagüero han pasado disímiles marcas —Leyland, Camberra,

Ikarus, Hinos, Girón (de factura cubana) y las recientes Yutongs chinas

y Mercedes Benz brasileñas—, pero ninguna ha sido suficiente. La crisis

del transporte se incrementa, y al Gobierno no le queda otra que acudir

al sector privado.



El problema es que para la transportación nacional se necesitan guaguas

y el sector privado no las tiene. Sin embargo, los cubanos no nos

arredramos. Si construimos botes de cualquier cosa, cómo no hacer de un

camión una guagua. Así, ya tenemos a estos nuevos cuentapropistas,

aparcados en las terminales anunciando sus travesías:

Habana-Bayamo-Santiago.



La verdad es que todavía muchos pasajeros tienen temor a abordarlos.

Entre el precio y la incomodidad de las guaguas-camión, hay que

pensarlo. El precio para la travesía Habana-Santiago es de 10 cuc, un

cuc más caro que el mismo trayecto hecho en avión. Solo que los asientos

acolchados, reciclados de viejas guaguas, están deteriorados y no se

reclinan, además de no contar con los beneficios del aire acondicionado.



No obstante, los camioneros persisten y ganan terreno ante la

incompetencia de la empresa estatal ASTRO, que ya no sabe cómo

chapistear las carrocerías oxidadas de ómnibus Yutongs con más de una

década de uso.



La corrupción generalizada que corroe a esta empresa incluye a los

choferes, que manejan las guaguas como privadas, montando y cobrando a

cuanto viajero se encuentran en el camino, convirtiendo un ómnibus

interprovincial en una común guagua urbana con su pasillo lleno de

pasajeros de pie, negocio redondo para los guagüeros, que terminan cada

viaje con miles de pesos en los bolsillos, sin costo ni inversión alguna.



El negocio de estos choferes es tan completo que se ahorran hasta la

dieta de comida que les da la empresa. Los centenares de pintorescos

paladares establecidos a lo largo de la autopista y la carretera central

les brindan sus servicios gratis a cambio de llevar a comer allí a sus

pasajeros.



Los camiones, en cambio, tienen sus ventajas. Son el más rápido

transporte terrestre de carga de personal en Cuba. Pueden tardar hasta

dos horas en llenarse, pero hacen el recorrido de 966 kilómetros entre

Santiago y La Habana en 12 horas. La guagua, por su parte, lo hace en

entre 15 y 16 horas. El tren, en más de 18.



Los conductores de camiones llenan también sus vehículos de pasajeros,

como los chóferes de guaguas, pero es el precio a pagar si quieren sacar

ganancias ante tanto impuestos y el elevado precio de la gasolina.



Para Irene, cliente de la lista de espera en la terminal de Santiago:

"ellos resuelven, como ves para la guagua de La Habana, solo llamaron un

número. Ya por fuera no solo te piden 10 cuc más el pasaje. Cuando la

cosa se pone mala te piden 25 cuc por todo, además de que no tienes

asiento seguro, debes ir rotando por los asientos que se van vaciando

entre terminales mientras se ocupan".



Y todavía no ha llegado el verano, o mejor dicho, las vacaciones

escolares, periodo pico en el traslado de pasajeros del país.



Finalmente, Irene se va en el camión para La Habana. No es su primera

vez. Ella comprende que no todos pueden pagar 250 pesos o 10 cuc por el

traslado. Es el sueldo promedio de un jubilado. También entiende que

reservar tres meses antes no cubre los imprevistos. Pero lo principal

para ella es no dormir en la terminal tres y cuatro días a la espera de

una guagua.



El lamentable estado higiénico y de infraestructura de las estaciones

cubanas es denigrante para el ser humano. El espectáculo nocturno de

decenas de personas durmiendo como mendigos en las aceras, frente a la

estación La Coubre, a la espera de una guagua, es una visión alucinante.



Ante tal panorama, no es difícil coincidir con el comentario cáustico de

Irene: "Yo no quiero dormir en una terminal churrosa".



Source: Un viaje Santiago-Habana | Diario de Cuba -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1404734169_9403.html

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