El Ejército controla la economía de Cuba
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias tienen poder político y además
gestionan el 30% de las empresas nacionales
JUAN JESÚS AZNÁREZ 11/02/2007
El primero de agosto del pasado año, al filo de las tres de la
madrugada, un día después de conocerse la urgente intervención
quirúrgica de Fidel Castro, tropas del ejército y decenas de miles de
reservistas y milicianos tomaron posiciones en los cuatro puntos
cardinales de Cuba. "Algunos halcones del imperio (EE UU) pensaron que
el 31 de julio había llegado el momento de destruir la revolución",
justificó el presidente interino, Raúl Castro, ministro de las Fuerzas
Armadas (Defensa) desde el derrocamiento de Fulgencio Batista, en el año
1958. "No podíamos descartar el peligro de que alguien se volviera loco,
o más loco todavía, dentro del Gobierno norteamericano".
El Ejército tuvo que reducir efectivos al cortarse el suministro de la
Unión Soviética
Estados Unidos no invadió la isla, no se produjo la sublevación de sus
habitantes y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) prosiguieron con
las misiones encomendadas, entre ellas gestionar empresas: 844
compañías, el 30% del total, al cierre del año 2006. Los militares
controlan los sectores estratégicos, desde el azúcar, la agricultura y
la construcción hasta el turismo y las industrias básicas.
Lo hacen a partir de 1984, con estímulos que vinculan directamente el
salario con los resultados. Durante el arranque de esa gestión militar,
ese método se aplicó sólo a las empresas de armamento y mantenimiento
militar, mientras el resto de las empresas civiles eran gestionadas sólo
con estímulos morales, que arrojaron magros resultados. Como el método
de vincular las retribuciones a los resultados se reveló más eficaz, se
ha extendido: el 64% de la recaudación total de divisas de Cuba procede
de compañías controladas gerencialmente por las FAR.
La red de generales y coroneles, en activo o en la reserva, al frente de
empresas o asignados a tareas económicas se ha formado en el Grupo de
Administración Empresarial, dirigido por el general Julio Casas
Regueiro, segundo militar en jerarquía después de Raúl Castro. "Los
empresarios españoles que han hecho negocios con ellos dicen que son muy
serios", señala un diplomático. El denominado sistema de
perfeccionamiento empresarial (SPE) combina formatos de organización
capitalista y "principios socialistas". Hay estímulos materiales, no
sólo ideológicos; también, plantillas más racionales y exigencias de
cumplimiento. Todo, desde la lealtad política al Partido Comunista de
Cuba (PCC).
"Si alguien está esperando un levantamiento de los militares contra los
hermanos Castro, no se producirá. Son la columna vertebral del régimen y
fundamentales en cualquier escenario de futuro sobre Cuba", afirma un
diplomático latinoamericano. Apenas hay información sobre las
interioridades del estamento militar e incluso hay agregados extranjeros
que no han sido invitados a visitar el Ministerio de Defensa, pero no se
detectan en los cuarteles fisuras, ni facciones que reclamen más
apertura política o económica. Tampoco se sabe de movimientos golpistas
en su seno, al contrario de lo ocurrido en la mayoría de los institutos
armados de América Latina. La deserción más sonada fue la protagonizada
por el general Rafael del Pino, en 1997, que tuvo un papel destacado en
la derrota de la invasión de bahía Cochinos, en 1961, promovida por EE
UU. El fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y otros oficiales en 1989,
acusados de traición, causó desconcierto en algunos sectores de la
milicia, aunque no se tradujo en desobediencias ni conspiraciones. El
propio Ochoa nunca se había manifestado políticamente contra el régimen,
según fuentes oficiales.
Cualquier análisis sobre el papel de los militares en Cuba debe tener en
cuenta su victoria en las guerras de Angola y Etiopía, su apoyo a
guerrillas latinoamericanas y africanas, su determinante papel en la
economía, su permanente alerta ante el largo conflicto con Estados
Unidos; y el hecho de que Fidel y Raúl Castro visten uniformes verde
olivo desde su triunfal entrada en La Habana, hace 48 años. Parte del
generalato combatió en la guerrilla creada el 2 de diciembre del año
1956, pero ya se está produciendo el relevo en la cadena de mando:
numerosos oficiales actuales no habían nacido cuando fue derrocado
Batista y ahora dirigen unidades de combate. El jefe con más facultades
operativas después de los hermanos Castro es el general Álvaro López
Miera, de 62 años, jefe del Estado Mayor General, hijo de un capitán
republicano español.
El poder político de las FAR procede de su propia historia y de la
presencia de los militares, en los cuadros del Partido Comunista de Cuba
y en su Buró Político, máximo órgano partidista. De sus 19 miembros,
cinco de ellos son generales: Leopoldo Cintras, Ramón Espinosa, Abelardo
Colomé, Julio Casas Regueiro y Ulises Rosales del Toro. Un general,
Abelardo Colomé Ibarra, dirige el Ministerio del Interior. "Los
militares están considerados, incluso por los cubanos que están hartos
del castrismo, porque reconocen que el ejército no ha estado implicado
en actos de represión", señala un observador de la Unión Europea (UE).
"Además, se les ve integrados socialmente. También lo pasaron mal
durante la bancarrota de principios de los noventa. Usted puede verlos
haciendo botella (autoestop) como cualquiera. No se les ve que sean
millonarios". Los salarios de la jefatura rondan los 680 pesos (unos 30
dólares), aunque el ejército dispone de algunos economatos y servicios
propios, como vehículos y complejos vacacionales.
Un millón de hombres y mujeres pertenecen a las llamadas Milicias de
Tropas Territoriales y reciben entrenamiento militar, y 3,5 millones de
trabajadores integran las Brigadas de Producción y Defensa, cuya tarea
sería procurar alimentos y servicios en caso de guerra.
Independientemente del grado de entusiasmo y de sinceridad en la
adscripción civil a los batallones complementarios, esos cuerpos, y el
Ejército Juvenil del Trabajo, constituyen una tela de araña que penetra
en todos los estratos sociales de este país de 11 millones de personas y
permite sondear el humor nacional.
La lealtad de los jefes militares a la revolución parece fuera de duda,
incluso para quienes renegaron del régimen, hace 15 años, como el ex
piloto de la Fuerza Aérea Vladimiro Roca. Muchas cosas cambiaron en Cuba
a raíz del progresivo desmoronamiento de la Unión Soviética. A partir de
1990 apenas se ha recibido armamento nuevo del exterior y las FAR,
demasiado grandes y costosas, tuvieron que reducir sus efectivos
drásticamente en decenas de miles. La Fuerza Aérea fue una de las más
afectadas por los recortes. "Los cubanos saben perfectamente que si
Estados Unidos quiere entrar en la isla, pues entrará", señala un
experto. "Pero quieren transmitirle el mensaje de que el coste de vidas
será muy alto una vez dentro. Han aprendido de Vietnam y también de lo
que pasa en el Irak ocupado".
El general del azúcar
El general Ulises del Toro, de 64 años, héroe de la República de Cuba,
bragado en la lucha contra Fulgencio Batista y en la guerra de Angola,
dirige el Ministerio del Azúcar desde el año 1997. Entonces se consideró
que el aumento de la zafra pasaba por incrementar la disciplina en la
organización del trabajo y la aplicación del sistema de
perfeccionamiento empresarial.
Ulises del Toro habla como un gestor interesado en los beneficios. "Los
altos precios que alcanza hoy el azúcar en mercados internacionales
incentivan la industria y justifican las consid
erables inversiones que se hacen en el sector".
En el año 1990 se cortó abruptamente el suministro de armas y otro
material militar a Cuba desde Moscú, que desde la década de los sesenta
equipó a la isla por un monto de 10.000 millones de dólares, una cuantía
calculada oficiosamente por su valor a finales de los ochenta.
Otro general, Luis Pérez, dijo al periodista cubano Luis Báez, para su
libro Secreto de generales: "El perfeccionamiento empresarial ha ayudado
a que podamos seguir reparando los tanques, aviones, equipos de
comunicación y cañones". El general Pérez está relacionado con el sector
turístico.
"Si queremos que el conjunto de la economía funcione mejor, el tema está
en que entren más empresas al sistema", según el coronel Armando Pérez
Betancourt, responsable del grupo gubernamental del sistema de
perfeccionamiento empresarial. "El principal objetivo es elevar la
eficiencia y que ésta se refleje en un crecimiento permanente de las
utilidades y los aportes en divisas al Estado". Falta mucho para lograr
la meta pues las auditorías militares confirman que el 60% de las
empresas nacionales funcionan "deficientemente o mal". Los errores en el
control interno, las indisciplinas, las corruptelas y la desorganización
en los pagos y cobros son graves.
El oficial destacó que sólo el 7% de las empresas gestionadas por el SPE
registró pérdidas en 2006, frente al 38% del total de las entidades
nacionales que terminaron el ejercicio con números rojos.
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