Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - "Un total de 38 millones164
dólares ha perdido la industria sideromecánica y del reciclaje desde
abril del pasado año hasta el primer trimestre de 2009, como
consecuencia del bloqueo económico y comercial impuesto por Estados
Unidos". Así comienza un artículo del periódico Juventud Rebelde,
publicado el 21 de julio (1), acerca de los efectos del embargo
norteamericano a Cuba en esa industria, basándose en datos aportados por
funcionarios del ramo.
Según el diario, esas pérdidas provienen de la imposibilidad de
conseguir insumos en Estados Unidos debido al embargo, lo que provoca
gastos adicionales por motivos de fletes, uso de intermediarios
(supuestamente bancarios), tasas de cambios desfavorables y otros
gravámenes. De acuerdo con esos cálculos, el país pudo haber adquirido
con ese dinero 129 mil 284 refrigeradores u 8 millones 480 mil 906
resistencias para cocinas eléctricas, entre una larga lista de cosas.
Indudablemente, el embargo norteamericano es un obstáculo. Por concepto
de fletes los ahorros pudieran ser considerables debido a la cercanía de
las costas norteamericanas. Hoy, el dólar es relativamente más barato
que otras monedas, y los productos poseen una gran calidad, pero sobre,
todo aquel es el primer país en avances tecnológicos en el mundo, sin
desdeñar la seriedad comercial de sus empresas. Por tanto, es lamentable
que todavía pervivan rasgos negativos en las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos que no permitan ampliar el comercio mutuamente
ventajoso, debido a prácticas aislacionistas que, lejos de ayudar a la
democratización de la sociedad cubana, han servido a los sectores
conservadores gubernamentales para tratar de justificar el colosal
desastre nacional y la represión contra las personas que protestan por
la falta de democracia e irrespeto a los derechos humanos, y buscan
soluciones pacificas a la peligrosa situación nacional.
Sin embargo, resulta deplorable que en este artículo se ignore que hoy
Estados Unidos es el quinto socio en el comercio de bienes y el cuarto
exportador a Cuba; también el primer suministrador de alimentos y
aportador de divisas por concepto de remesas. Quien lo dude puede
consultar el Anuario 2008 publicado recientemente por la Oficina
Nacional de Estadísticas (ONE).
Sería útil que al mismo tiempo que se hacen cálculos sobre las pérdidas
ocasionadas por el embargo, fueran evaluadas las pérdidas sufridas por
el país debido a decisiones irracionales tomadas por el gobierno durante
decenios.
Por ejemplo, podría hacerse un estimado de las pérdidas causadas por la
crisis en la producción agropecuaria nacional que ha resultado en un
80,0% de importación de alimentos, que perfectamente pueden producirse
nacionalmente, creándose una perversa dependencia del exterior,
mientras que considerables extensiones de tierra fértil han permanecido
sin cultivar por décadas. Incluso, este desastre agrícola debería
cuantificarse por partidas en dos sectores, por lo menos: la producción
azucarera, donde se pasó de gran exportador a importador; y la
disminución de la producción de carne y leche, incluida la minoración
radical de la masa ganadera de más de 7 millones de cabezas (1967) a 3,8
(2008), cifra que muchos especialistas estiman aún inferior.
La lista de desastres económicos y sociales es interminable, además del
caos de la producción agropecuaria. Podrían citarse las pérdidas
multimillonarias de energía eléctrica por las malas condiciones de las
líneas de transmisión, subestaciones, transformadores, postes eléctricos
-de estos últimos se están importando grandes cantidades de Estados
Unidos-, o los enormes volúmenes de agua perdidos debido a la falta de
mantenimiento de las conductoras, acumulado durante años de falta
atención, con el despilfarro de enormes caudales del vital liquido y de
una parte sustancial del combustible empleado para bombearlo.
A lo anterior habría que añadir el inadecuado mantenimiento de vías,
viviendas, sistemas de alcantarillado y un sinnúmero de problemas que,
sumados, arrojarían cientos de miles de millones de dólares dilapidados
por la inoperante e incompetente gestión estatal.
No queda a la saga la desafortunada política educacional con las
escuelas en el campo que, ahora se reconoce, han costado tres veces más
que la formación de los jóvenes en las ciudades, sin tomar en
consideración las deformaciones causadas a nuestros adolescentes, al
haberlos separado de sus familias en edades tan delicadas, sin
condiciones apropiadas, lo cual parece se pretende reparar después de
tantos años.
Habría que agregar los perjuicios sociales, demográficos y medio
ambientales, sin soslayar las dolorosas divisiones familiares, y las
pérdidas de valores espirituales, incluido el deterioro de la identidad
nacional, así como los sufrimientos infringidos a un pueblo que con gran
nobleza se entregó a la edificación de un proyecto que prometía el
paraíso, pero ha resultado el infierno.
En resumen, si efectivamente la política norteamericana de aislamiento
ha ocasionado quebranto a la sociedad cubana y debe ser eliminada,
comparativamente es minúsculo el daño en relación con la catástrofe
motivada por mantener un sistema disfuncional, que ha conducido a un
total desastre nacional.
Por ello, llamamos a los expertos de la industria sideromecánica a que,
al mismo tiempo que continúen sus estimaciones sobre los efectos nocivos
del embargo, realicen un análisis más integral sobre las verdaderas
causas de los problemas de Cuba.
Cuba: Evaluación parcializada (4 August 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/agosto09/04_C_6.html
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