Crece la ansiedad por la espera de despidos
By PAUL HAVEN / AP
LA HABANA
Yordan Rodríguez no se ha presentado a trabajar en cuatro meses pero aún
tiene su empleo. Al menos por ahora.
Al herrero de 25 años de edad le dijeron que no se molestara en ir al
trabajo porque la constructora estatal para la que trabaja no tiene
hierro para procesar. Desde entonces ha hecho trabajos desde casa, con
lo que gana algo de dinero, y aguarda lleno de ansiedad.
Rodríguez sabe que el gobierno planea despedir a medio millón de
trabajadores que no necesita, y sólo espera no ser uno de ellos. Y
podría tener suerte: la iniciativa para reducir enormemente la nómina
del gobierno se ha estancado en medio de la resistencia a implementar
los despidos, lo que ha derivado en que muchos cubanos sigan esperando
por la mala noticia.
``Me encanta mi trabajo'', dijo Rodríguez. ``Quiero trabajar. . .y
necesito trabajar''.
El caso de Rodríguez muestra todas las paradojas de la situación
económica cubana. Pocos empleos son tan cruciales como los de la
construcción calificada, en particular en un país donde sus hermosos
edificios coloniales han estado desmoronándose por décadas. Pero pagarle
a un hombre para que se quede en casa por cuatro meses es emblemático
del derroche que ha invadido a la economía de la isla por años y que el
presidente Raúl Castro ha prometido eliminar.
Más de cinco meses después de que el gobierno anunció que una décima
parte de la fuerza laboral de Cuba sería despedida para el 31 de marzo,
es difícil hallar a un desempleado, o a una persona que conozca a
alguien que haya perdido su empleo. El rezago demuestra el dilema en el
que se halla el gobierno mientras busca desesperadamente la manera de
reducir costos al Estado sin causar un conflicto social.
Decenas de cubanos entrevistados en la capital y en otras partes dijeron
que aún no pasa nada, y que la incertidumbre es insoportable.
Esta semana, el gobierno y líderes sindicales reconocieron por primera
vez que el programa de despidos estaba lleno de problemas. Criticaron a
los empleados del Ministerio del Trabajo por no comunicarse entre ellos
y censuraron la incompetencia de las comisiones formadas para decidir
quién sería despedido.
Dijeron que algunos puestos fueron eliminados en las industrias de la
salud, turismo y azucarera, pero no dieron cifras.
Lo que no se dijo tampoco fue el hecho de que despedir a tanta gente es
potencialmente incendiario en un país que se ha mantenido a sí mismo
desde la revolución de Fidel Castro de 1959 en la búsqueda de construir
una utopía igualitaria. A los cubanos nunca les prometieron riquezas,
pero un empleo siempre se ha considerado un derecho de nacimiento.
El concepto de desempleo es ajeno para la mayoría de los cubanos,
quienes se han presentado diligentemente durante décadas en fábricas en
bancarrota, en oficinas con más empleados de los necesarios y en tiendas
vacías, aun si no había mucho qué hacer ahí.
La mayoría de los trabajadores gana menos de $20 al mes, pero recibe
generosos subsidios, como educación y servicios de salud gratuitos.
Antes de que se anunciaran los despidos y otros cambios económicos, la
tasa oficial de desempleo era de sólo 1.7 por ciento, y el Estado era
patrón de 84 por ciento de la fuerza laboral.
Dado que los exiguos salarios no son suficientes para subsistir, muchos
cubanos pasan gran parte de lo que debían ser sus horas de trabajo
tratando de ganar dinero en empleos informales o llevándose objetos de
sus lugares de trabajo para venderlos o hacer trueque. Sin un empleo,
las cosas se ponen más difíciles.
Raúl Castro ha tratado de cambiar la actitud laboral de los cubanos
desde que reemplazó a su hermano Fidel en el 2006. Ha sido franco en su
evaluación de las finanzas del Estado, las cuales han sido maltrechas
por la crisis financiera global, tres huracanes que azotaron la isla en
el 2008 y por el embargo impuesto por Estados Unidos.
De acuerdo con el plan anunciado en septiembre, una comisión de expertos
definiría el número óptimo de personal para cada dependencia estatal.
Las comisiones de trabajadores especialmente entrenados decidirían
cuáles puestos eliminar.
Una integrante de una comisión de trabajadores de la capital dijo que
los despidos fueron ``paralizados'' debido a la resistencia de los
gerentes. ``Este es un proceso muy, muy sensible'', dijo en condición de
anonimato porque temía perder su empleo.
Los trabajadores a despedir son nombrados ``disponibles'' y a muchos se
les ofrecerá un empleo alternativo en sectores esenciales como
agricultura, construcción o la policía.
Las autoridades necesitan recortar la nómina mucho más si desean generar
ahorros considerables, por lo que el gobierno ha permitido que decenas
de miles obtengan licencias para trabajar en el sector privado, o puedan
rentar habitaciones, o abrir restaurantes e incluso contratar personal.
Castro ha advertido que el país se encamina a un ``abismo'' económico, y
que no hay mucho tiempo para corregir las cosas, pero ha prometido que
nadie va a ser abandonado, subrayando la cuerda floja que debe caminar
el gobierno mientras trata de avanzar.
Economistas dicen que no es sorpresivo que el proceso se haya trabado,
dada la enormidad de los cambios propuestos, y lo espinoso de cualquier
plan para recortar empleos.
``Tiene sentido que no hayan hecho nada'', dijo Rafael Roméu, presidente
de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana, una organización
si fines de lucro con sede en Washington. ``Despedir a medio millón de
personas --es un ajuste difícil para tan poco tiempo. Ellos están
cambiando el acuerdo social en una forma en que no lo han hecho en 52
años''.
Otros observadores --la mayoría de los exiliados anticastristas en
Miami-- han mencionado el espectro de las sublevaciones populares en
Egipto, Túnez y otros países del Oriente Medio, que han sido desatadas
en parte por alto desempleo, un incremento de precios y la ausencia de
oportunidades económicas para la población.
``El principal problema es que el cambio que Cuba trata de hacer es un
cambio total del sistema'', dijo Arturo López-Levy, un economista que
dejó Cuba en el 2001 y que ahora ofrece conferencias en la Universidad
de Denver. ``Siempre va a haber resistencia y temor en casos así''.
Pese a la demora, los despidos propuestos han tenido un efecto
escalofriante en trabajadores y sus familias.
Una contadora de 48 años en una tienda de productos electrónicos en la
capital dijo que la ansiedad ha sido alta desde que ella y sus
compañeros de trabajo se enteraron que la compañía iba a eliminar de
siete a 12 posiciones.
``Eso fue hace casi cinco meses, y desde entonces no han dicho nada'',
dijo Ana, que pidió que no se mencionase su apellido, por temor a perder
su trabajo. ``Aún estamos esperando''.
Rodríguez, el herrero, disfruta su trabajo, y dice que estaría contento
de probar su suerte en el mercado libre si se le permite, pero la
herrería no está entre las 178 profesiones aprobadas para una licencia
privada.
http://www.elnuevoherald.com/2011/02/19/v-fullstory/889485/crece-la-ansiedad-por-la-espera.html
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