Las reformas de Castro podrían acentuar la brecha social en Cuba
Jueves, 3 de Febrero de 2011 - 20:00 h.
LA HABANA, 3 (Reuters/EP)
Las reformas económicas emprendidas por el presidente cubano, Raúl
Castro, podrían acentuar las diferencias sociales en la isla, un desafío
para una nación que durante medio siglo promovió la igualdad de clases.
Castro reveló en septiembre su plan de recortar medio millón de empleos
estatales y expandir el sector privado. Las medidas, según dijo, son
imprescindibles para revivir la economía y salvar el sistema socialista
cubano.
Más de 80.000 personas han aprovechado hasta ahora la oportunidad de
ganarse legalmente la vida fuera de la administración pública. Nuevas
cafeterías, peluquerías y puestos de venta de DVD piratas están
cambiando las cara de las ciudades de Cuba.
"Gano en un día el salario de una semana como técnico de una empresa del
Estado", afirmó Gerardo, que renunció a su empleo y ahora alquila dos
habitaciones de su casa. "Ahora no somos tan mal mirados. Hasta el
Gobierno está diciendo que el trabajo por cuenta propia también es
honrado si se cumplen las reglas", agregó.
Pero la aparición de los nuevos pequeños empresarios como Gerardo ocurre
en un contexto de incertidumbre por los despidos masivos en la
administración pública, durante 50 años casi el único empleador en Cuba.
El Gobierno apuesta por que muchos de los parados sean absorbidos por el
sector privado.
Las diferencias sociales en la isla fueron mínimas tras la revolución de
Fidel Castro en 1959. Durante tres décadas, el régimen garantizó a los
cubanos un empleo y les ofreció comida, ropa y hasta juguetes a precios
fuertemente subvencionados.
Pero la primera fisura en el tejido social apareció en la década de
1990, cuando la desintegración de la Unión Soviética cortó la ayuda y
Cuba tuvo que recurrir al turismo y abrirse un poco a la inversión
extranjera. Así emergió un pequeño grupo de cubanos con acceso a moneda
dura que les permitía vivir por encima de la media.
"Aquí las diferencias entre ricos y pobres hace tiempo que existen. Lo
nuevo es que ahora uno puede ganar dinero de manera legal, pagando
impuestos", aseguró Miguel, de 37 años, que acaba de abrir un
restaurante en la terraza de su casa en La Habana.
¿VIVIR SIN LA LIBRETA?
El Gobierno de Castro ha dicho que no va a desamparar a nadie. Los
impuestos del sector privado permitirán seguir financiando servicios
gratuitos como la salud y la educación. Las reformas buscan reducir el
peso del Estado y hacer más eficiente la economía socialista. Pero el
trago es amargo y el Gobierno lo sabe.
"Es vital explicar, fundamentar y convencer al pueblo de la justeza,
necesidad y urgencia de una medida, por dura que parezca", dijo Raúl
Castro al Parlamento cubano en diciembre pasado.
Para muchos cubanos, la prueba de que las reformas van en serio es la
eliminación gradual de los alimentos repartidos mediante la libreta de
racionamiento, un sistema creado en la década de los sesenta para
garantizar alimentos básicos a precios subvencionados.
"No es posible. Si quitan la libreta ¿qué hacemos los pobres?", preguntó
Cristina, de 86 años, ante la mirada compasiva de sus vecinos durante
una reunión en La Habana.
"Mi vieja, no hay remedio", le respondió Ramiro, un joven comunista.
"Las cuentas no dan y Raúl (Castro) dijo que el país no puede gastar más
de lo que tiene", concluyó.
Aunque insuficientes, los alimentos entregados a través de la libreta
son cruciales para cubanos como Cristina, cuya jubilación mensual de 242
pesos (6,7 dólares) se evapora rápidamente en mercados en divisas con
sobreprecios de más del 200%.
¿NUEVOS RICOS?
El Gobierno asegura que la economía seguirá siendo planificada y no
permitirá la acumulación de riquezas. La regla es simple: Quien más
gane, pagará más impuestos.
Pero aún con márgenes de ganancia limitados por la falta de acceso a
insumos a precios mayoristas, miles de personas están montando pequeños
negocios y algunos sueñan con crear una cadena de restaurantes.
Los "nuevos ricos" cubanos tienen poco que ver con los oligarcas que
emergieron en Rusia tras el colapso de la Unión Soviética. En Cuba, la
diferencia puede ser tan simple como conducir un coche ruso marca Lada o
pasar un fin de semana con la familia en el balneario de Varadero.
Castro ha pedido superar la desconfianza ideológica hacia los pequeños
empresarios. También aclaró que esta vez no hay marcha atrás, a
diferencia de lo que ocurrió en la década de los noventa, cuando
permitió algunos negocios privados pero retrocedió apenas mejoró la
economía.
Y hasta la Iglesia Católica, que cobra cada vez más relevancia como
interlocutor del Gobierno, echó su peso detrás de las reformas.
"La generación de riquezas, y el surgimiento de nuevos "ricos" puede
representar un desafío de orden ético o legal diferente, pero la pobreza
extendida no resulta menos desafiante o peligrosa para nuestra
sociedad", señala un texto divulgado esta semana por la revista católica
Palabra Nueva en un editorial titulado "Sin miedo a la riqueza".
"El fin del Estado paternalista hará que algunos se sientan huérfanos y
otros liberados. Debemos prepararnos para una nueva realidad, la de
ganarse la vida con el esfuerzo propio después de tantos años
esperándolo todo --aunque el todo no fuera tanto-- del Estado", alertó.
http://www.invertia.com/noticias/articulo-final.asp?idNoticia=2469948
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