Propiedad privada y justicia social
La experiencia muestra que donde se suprimió la propiedad privada y se
puso valladares a la iniciativa del ser humano devino el desastre y la
involución en lugar del progreso
Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 21/06/2011
"La burguesía vino a demostrar que aquellos alardes de fuerza bruta que
la reacción tanto admira en la Edad Media tenían su complemento cumplido
en la haraganería más indolente. Hasta que ella no lo reveló, no supimos
cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre. La burguesía ha producido
maravillas mucho mayores que las pirámides de Egipto, los acueductos
romanos y las catedrales góticas. Ha acometido y dado cima a empresas
mucho más grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas".
"La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente
los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo
de la producción, y con él todo el régimen social. Lo contrario de todas
las clases sociales de cuantas la precedieron, que tenían todas como
condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción
vigente. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas
las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción,
por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por
una inquietud y una dinámica incesantes".
Quizás algunas personas al leer estos párrafos piensen que salieron de
la pluma de Margaret Thatcher, Ronald Reagan o Milton Friedman. Pues no.
Son parte de la obra más significativa de Carlos Marx y Federico Engels,
el Manifiesto Comunista, escrito a mediados del siglo XIX cuando el
capitalismo como régimen social todavía estaba en su estadio primario.
Cuando no se podía ni imaginar los niveles tecnológicos y los avances
sociales logrados por este "imperfecto" sistema.
El capitalismo en ese siglo, con su ya pujante desarrollo, mantenía
enormes inequidades e injusticias, que muy bien reflejaron autores como
el inglés Charles Dickens y el francés Honoré Balzac, con jornadas de
más de 12 horas de trabajo y una inclemente explotación, sin que los
trabajadores pudieran organizarse en sindicatos. Gracias al avance
social y las luchas obreras, los beneficios del crecimiento exponencial
de la productividad del trabajo no solo han sido para los dueños del
capital, sino también para amplios sectores de los trabajadores, lo que
no significa que todos los problemas estén resueltos y aún se pueda
avanzar más en el reparto equitativo de la riqueza. Máxime cuando quedan
en el planeta áreas que están por alcanzar los logros obtenidos gracias
al avance de la ciencia y la técnica.
Ciertamente hoy existen complicados momentos económico-sociales en
distintos países donde persisten los efectos de la crisis global que
irrumpió en el 2008. Las consecuencias son altas tasas de paro en varios
países, e incluso serios problemas de insolvencia financiera en algunos
que han demandado el apoyo internacional. No obstante, las consecuencias
de esta crisis, que muchos previeron serían similares a la de 1929, no
han sido tan graves. Por el contrario, muchas naciones, en particular
del mundo en desarrollo, han emergido rápido y fortalecidas de la
turbulencia económica. De todas formas a nadie se le ocurrió en los
momentos más álgidos de crisis recurrir a la planificación centralizada
y a la limitación forzada del mercado, incluidas China y Vietnam.
Así, los augurios de Marx y Engels —fundados en la realidad social que
conocieron— sobre la depauperación absoluta del nivel de vida de los
trabajadores y el inevitable fracaso del capitalismo víctima de
supuestas contradicciones insuperables, no se cumplieron. El sistema
capitalista ha sabido autocorregirse y adaptarse a nuevas condiciones;
las crisis que ha soportado han sido aprovechadas como momentos de
cambio para reordenar su potencial y hacerlo más eficiente y sólido. Con
ello se cumple paradójicamente la aserción de Marx y Engels que "la
burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los
instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de
la producción y con él todo el régimen social", a lo cual habría que
agregar: sin destruirlo.
En cambio, la experiencia muestra que donde se suprimió la propiedad
privada y se puso valladares a la iniciativa del ser humano devino el
desastre y la involución en lugar del progreso. Cuba es un ejemplo
práctico de lo que sucede cuando al individuo se le cortan las alas de
la creatividad y no puede desplegar libremente su instinto de
superación. Esto provoca estancamiento y luego la regresión económica y
en todos los aspectos sociales, lo cual se traduce en miseria,
penalidades, degradación e infelicidad de los seres humanos.
Por cierto, actualmente nadie con sentido común puede defender las
ambiciones de avance personal, la propiedad privada y el mercado sin
regulaciones. Las posiciones extremas neoliberales han demostrado ser
tan inviables como las concepciones estatistas. La vida sugiere
mecanismos que regulen las ambiciones y la propiedad privada para que
sean instrumentos de desarrollo, y permitan a las personas con
iniciativas beneficiarse, así como a toda la sociedad, evitándose las
convulsiones sociales provocadas por la falta de oportunidades y una
distribución de la riqueza sin equidad.
No se trata de elucubraciones vacías. El ejemplo de los países nórdicos
europeos, Países Bajos, Suiza, Canadá y otros resulta irrebatible; han
desarrollado niveles extraordinarios de riquezas e ingresos por
habitante, y mantienen la equidad y la seguridad social más altos del
planeta a través de un capitalismo con justicia social, que jamás
pudieron tener los fracasados intentos del "socialismo real". Pero no
solo cabe mencionar países, sino también a seres de carne y hueso como
Bill Gates que de estudiante talentoso y dedicado se convirtió en
multimillonario y benefactor de la Humanidad. Con su impulso a Internet
propició la conexión universal de las personas para compartir
conocimientos y relaciones, así como ha contribuido a la sociedad con el
pago de impuestos. Está también el relevante caso de Oprah Winfrey, que
de origen súper humilde, a base de coraje y talento, se convirtió para
bien de su país en una de la mujeres más acaudaladas del mundo, posición
que le permite, al igual que a Gates y su esposa, invertir millones de
dólares en proyectos de beneficio social en África y otras regiones
atrasadas del planeta.
Estos ejemplos de éxitos y beneficios compartidos no se dan en Cuba,
donde impera el concepto de que el progreso de los negocios privados es
reprobable, y "está excluida la concentración de la propiedad en
personas jurídicas y naturales", con lo cual se bloquea el aporte de los
individuos emprendedores y talentosos al desarrollo social.
Hoy es más claro que nunca que la iniciativa privada es indispensable
para el desarrollo de las naciones, en un marco debidamente regulado, en
combinación con la actividad pública, como factor indispensable para el
progreso y la sustentabilidad de políticas de justicia social."
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/propiedad-privada-y-justicia-social-264392
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