jueves, 3 de abril de 2014

Vendiendo cacahuates ganaría más que un médico con aumento salarial

Cuba: Vendiendo cacahuates ganaría más que un médico con aumento salarial

Lunes, 31 Marzo 2014 00:00 Escrito por Jeovany Jimenez Vega



Jeovany Jimenez Vega | El rumor ya dio paso a la certeza: llega para

nuestro sector un incremento salarial que para algunos duplica –y hasta

cuadruplica en algunos casos– nuestro salario básico. Pero lo que

debería ser sin reservas una excelente noticia, nos llega con una

extraña mezcla de incertidumbres y pasmosas evidencias, con un

desagradable lastre de dudas que deslustran un tanto lo que bajo otras

circunstancias sería una alegría absoluta.



Como bien recordaremos, nuestro salario actual es resultado del anterior

incremento hecho a nuestro sector en 2005 bajo la égida de Fidel Castro.

Si bien aquel fue francamente irrespetuoso, esta vez no es tanto el

incremento en sí lo que enturbia la noticia como aquellas obvias

condiciones que le cuelgan, y es que en la Cuba de hoy, como en la de

entonces, la solución del asunto continúa siendo no tanto cuestión de

salarios como cuestión de precios: es evidente que mientras no se

produzcan cambios a nivel macroeconómico que devuelvan al salario su

básico sentido motivacional, ningún aumento salarial tendrá sentido.



Varias aristas del tema saltan al análisis más insulso e imponen una

pléyade de obligadas preguntas: ¿de qué nos sirve este aumento salarial

cuando se produce con una moneda francamente devaluada? ¿Vale la pena

considerarlo como el estímulo que pretende ser mientras esté vigente la

infame política de precios seguida por el Gobierno cubano, hace dos

décadas, en toda la red de comercio minorista, y que nos grava la vida

de forma bestial? ¿Cómo quedan otros sectores, tan imprescindibles como

el nuestro, mientras el gobierno no tome medidas concretas al respecto?

Se hace evidente que el único modo en que algo similar tendría

consecuencias prácticas, que nos alcancen a todos, sería mediante la

implementación impostergable de precios justos y adecuados al poder

adquisitivo del salario promedio –algo que de momento no parece estar en

el tintero de los decisores de este país.



Pero aquí todo análisis objetivo debe adecuarse a una regla de oro:

situar cada cosa en su contexto. Si bien es cierto que esa mensualidad

que se pagará al médico cubano a partir de mayo la gana su colega en

Miami en menos de un par de horas –gana más de mil veces nuestro salario

en Cuba– no creo nada más absurdo, sin embargo, que caer en semejantes

comparaciones. Salta a la vista que Cuba difiere sustancialmente del

primer mundo por miles de motivos obvios. De hecho era menos este

cuestionamiento hacia afuera y más el que hacíamos hacia adentro, lo que

motivaba aquella iniciativa nuestra en 2005: saber de otros sectores

que, a pesar de no tener ni por asomo nuestro peso en la economía, eran

holgadamente mejor atendidos.



En lo particular no me molesta que un productor agrario que trabaja de

sol a sol gane millones, pero sí me revientan el dirigente corrupto que

defalca el tesoro público de mi nación, el oficial de aduana que roba

con la mayor impunidad del mundo, cada policía que extorsiona a alguien,

y todos ellos tienen algo en común: ganarán un "salario" bastante mayor

que el mío. Es en este contexto que llega el actual incremento salarial:

nos llega a sabiendas de que vendiendo maní ganaríamos el doble de

nuestro futuro salario, de que un maletero del aeropuerto o de un hotel

ganará más en un solo día y que en todos esos lugares hay ladrones que

igual ganan más de $1000.00 USD ¡en cada turno de trabajo! Todos tenemos

pacientes que no se molestarían en salir de su casa por menos de $500.00

pesos diarios, mientras nosotros ganaremos entre $1000.00 y $2000.00

pesos mensuales.



Si bien hay que reconocer que el incremento actual difiere

sustancialmente del pretendido en 2005, también resulta insoslayable que

se produce en circunstancias bien diferentes a aquel: ahora están

derogadas las leyes que prohibían masivamente a todos los cubanos viajar

al extranjero; ya están derogadas también las resoluciones ministeriales

del MINSAP que retenían a los profesionales de la salud durante al menos

cinco años si querían viajar; ahora las misiones de trabajo en el

extranjero están reportando ingresos records, pero a la vez se

evidencian señales inequívocas de deserciones desde las mismas, de

médicos y personal técnico que emigra temporal o definitivamente, así

como de un número sin precedentes de trabajadores de estas categorías

dentro de Cuba desvinculados debido a una profunda desmotivación. Es

indudable que este incremento salarial forma parte de una estrategia de

contención contra todas estas tendencias, aunque lo anunciado adolece de

grandes vacíos: no toma en cuenta a los jubilados del sector, no se paga

antigüedad, ni se mencionan para nada las guardias médicas que tan caras

nos cuestan en cuestión de salud personal. No descarto que estas últimas

cuestiones estén incluso decididas, pero que se lleven a efecto más

adelante.



De momento saludamos cuanto de sensato haya sido determinante en la toma

de esta decisión, que favorece a un sector social que muchísimo se lo

merece. Inevitables recuerdos me asaltaron ante la noticia, que llega en

vísperas de cumplirse justo dos años de nuestra rehabilitación para el

ejercicio de la Medicina, el 31 de marzo de 2012, después de una larga

batalla que contó con el apoyo de cientos de personas de buena voluntad

dentro y fuera de Cuba. Valió la pena cada post, cada tweets, cada

mensaje de aliento, cada palmada en el hombro. Atesoro en la memoria

aquellas conmovedoras muestras de solidaridad: los largos minutos de

ovación que derivaron en catarsis colectiva cuando el padre Francesc

Carreró Vidal, después de misa, anunció la nueva en la Iglesia Católica

de Guanajay; la vecina que recibió el mismo día dos buenas noticias –que

habíamos sido vindicados, y el resultado de una biopsia que demostraba

que no tenía cáncer– y me aseguró con total certeza que se alegraba más

de lo primero; cada hombre que me estrechó las manos sin disimular las

lágrimas. Para todos ellos guardará siempre este cubano su deuda

perpetua de gratitud.



Jeovany Jimenez Vega

Médico cubano inhabilitado para el ejercicio

de la Medicina en Cuba

Tomado de su Blog Ciudadano Cero



Source: Cuba: Vendiendo cacahuates ganaría más que un médico con aumento

salarial -

http://www.elcorreodecuba.com/cuba/639-sabores-y-sinsabores-del-aumento-salarial-a-los-medicos-cubanos

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