miércoles, 27 de agosto de 2014

El impuesto revolucionario de los hermanos Castro

El impuesto revolucionario de los hermanos Castro
El régimen de La Habana obtiene una jugosa tajada que bien puede rondar
los 6 mil millones de dólares pagados desde el exilio.
Iván García Quintero
agosto 27, 2014

Es una industria en toda la ley. Un negocio del cual se desconoce el
monto total de moneda dura que mueve. Pero a vuelo de pájaro, el rédito
supera las exportaciones de tabaco y azúcar en su conjunto.

Incluso al turismo, la tercera locomotora de la economía cubana detrás
de los servicios médicos en más de 40 países y las remesas familiares
desde Estados Unidos o Europa.

El holding para recaudar dólares montado por la autocracia verde olivo
tiene sucursales en el extranjero. En Tampa, Miami, Madrid o Barcelona,
hay empresas de capital dudoso, con la anuencia del régimen, que se
dedican al traslado de paquetes, envío dinero y llamadas telefónicas.

Todos esos negocios tienen altas tasas impositivas y forman un monopolio
voraz con beneficios elevados. El costo de un billete aéreo de
Miami-Habana, apenas a 160 kilómetros, es el más caro del mundo.

Los trámites consulares para una estancia de 15 días en la Isla, el
Estado cubano lo cobra a precio de oro. "Las ofertas más baratas no
bajan de 370 dólares el billete de ida y vuelta en cualquier línea
aérea. Por esa cantidad, desde Miami se puede volar a cualquier nación
de Sudamérica y según la temporada, a España. A eso súmale el costo de
las llamadas a Cuba, a dólar la hora, la prohibición de usar Skype en la
Isla, que abarataría las llamadas al exterior, y el pago de divisas por
el pasaporte y otras gabelas. Siento curiosidad por saber la cantidad de
dinero y cómo lo utiliza el gobierno", comenta un cubanoamericano de
Nuevo México.

El cubano es probablemente el único ciudadano del planeta que debe
presentar pasaporte para visitar su propio país. Y, además, pagar
extravagantes impuestos.

El gobierno de los hermanos Castro habla poco del tema. Y cuando lo
hace, lo justifica con una estrafalaria teoría de Robin Hood, de
subsidiar los servicios públicos y sociales con el dinero de los
exiliados. O el embargo de Estados Unidos, que obstaculiza las cuentas
corrientes en dólares.

Para el régimen, un exiliado es sinónimo de una vaca a la que hay que
ordeñar. "Con lo que se gasta para viajar a Cuba, uno se puede pasar 20
días en un hotel cinco estrellas de Qatar", señala Erasmo, residente en
Hialeah.

La Aduana cubana tiene más normas que cualquiera otra del planeta. Un
libro de casi 90 páginas de papel bagazo, al detalle, te resume lo que
se debe entrar y la cantidad de dinero a pagar por el exceso de
cualquier pacotilla industrial.

Esas políticas ponen en evidencia la naturaleza corrupta y de odio
reprimido, hacia aquéllos que un día decidieron largarse del manicomio
socialista.

Durante 30 años, el gobierno llamó a los exiliados 'gusanos'. No se
pueden olvidar los castigos de los años 60 impuestos a los que
abandonaban la revolución, en campamentos de trabajo forzados
recolectando café o cortando caña de azúcar.

Peor la pasaron los que en 1980 optaron por marcharse de su patria.
Debieron soportar linchamientos verbales, apedreamientos y
humillaciones. Antes de abordar una embarcación en el puerto del Mariel
rumbo a la Florida, profesionales tuvieron que firmar un acta donde
decía que eran vagos, homosexuales o prostitutas.

Hasta la fecha, el gobierno cubano no se ha disculpado públicamente por
las degradaciones que hicieron sufrir a miles de compatriotas que hoy
viven en la diáspora.

Con la caída del Muro de Berlín y la desaparición del comunismo
soviético -la teta que alimentaba las locuras y utopías castristas-, las
estrategias cambiaron. Se pactó con enemigos de antaño, como la religión
y el exilio. Siempre que mantuvieran un zipper en la boca y sus críticas
al régimen no fuesen públicas o notorias.

Vive en Nueva Jersey y tres veces al año visita Santa Clara. Se llama
Juan y mensualmente le gira 500 dólares a su familia. Recarga tarjetas
telefónicas, envía medicinas, ropa y le compra smartphones a sus
parientes pobres de la Isla.

Pero Juan le huye al contacto con los disidentes como el diablo a la
cruz. Quiere mantener la alfombra roja en el aeropuerto de La Habana y
una visa segura en el Consulado de Washington.

Tipos como Carlos Alberto Montaner o Raúl Rivero, quienes escriben en
diferentes diarios, denunciando el atropello y la falta de libertades,
son personas non grata. Mientras esté un Castro en el poder, ni sus
cenizas podrán reposar en Cuba.

El régimen de La Habana obtiene una jugosa tajada que bien puede rondar
los 6 mil millones de dólares pagados desde el exilio. En la historia de
la humanidad se pueden rastrear gobiernos de larga data, colonizadores
voraces o perturbados de la peor calaña que administraron diferentes
Estados.

Sin embargo, más listos que los hermanos Castro no abundan. Le sacan
plata a los aliados y a los enemigos. Si no fuese tan grave, se podría
realizar un comic o un filme de ciencia ficción.

Source: El impuesto revolucionario de los hermanos Castro -
http://www.martinoticias.com/content/impuesto-revolucionario-de-los-hermanos-castro/73304.html

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