¿Qué puede esperarse?
Con acciones puntuales y poco conectadas entre sí, el modelo económico
de Raúl Castro no llegará muy lejos.
Elías Amor Bravo, Valencia | 28/05/2008
En los últimos años, los economistas han prestado especial atención a
las condiciones que explican por qué unos países, en el curso de una
generación, superan las trabas del subdesarrollo y se sitúan a la cabeza
del liderazgo mundial, en tanto otros se mantienen inmersos en el
círculo vicioso de la dependencia y el atraso.
Un reciente estudio de la Comisión de Crecimiento y Desarrollo del Banco
Mundial, Growth report: strategies for sustained growth and inclusive
development, ha indagado sobre estas cuestiones, aportando evidencias
que vienen a complementar los esfuerzos que se están realizando para
tratar de comprender mejor qué explica esas desigualdades.
Quizás las dos primeras conclusiones parecen evidentes. No es fácil
conseguir un crecimiento elevado y sostenido para un país, por mucho que
los responsables de las políticas se empeñen en ello; y tampoco resulta
sencillo una mera traslación de las experiencias de éxito de unos países
a otros.
La constatación de estas dos restricciones hace que el problema parezca
más complejo aún de lo que es, pero sus repercusiones, en términos de
bienestar y riqueza para un amplio volumen de la población mundial,
exigen prestar la máxima atención y compromiso para tratar de promover,
de la manera más acertada posible, las condiciones de vida y las
oportunidades de desarrollo personal y social que se abren para
numerosas sociedades.
Experiencias probadas
Analizando las características del conjunto de 13 países que han
mostrado un mayor dinamismo en sus tasas de crecimiento, con un
componente de estabilidad y desarrollo equitativo, se obtienen una serie
de puntos en común:
-Sacaban el máximo provecho de su posición en la economía mundial.
-Mantenían la estabilidad macroeconómica.
-Alcanzaban niveles elevados de ahorro e inversión.
-Dejaban la asignación de los recursos en manos de los mercados.
-Contaban con gobiernos comprometidos, confiables y capaces.
Cuando se observa estos puntos comunes de los países con más éxito en la
economía mundial, se llega a la conclusión de por qué Cuba se encuentra
tan lejos de estos indicadores y, sobre todo, en qué medida el régimen
comunista será incapaz de conseguir que las condiciones de vida de los
cubanos mejoren.
En repetidas ocasiones, se ha destacado cómo es imposible que Cuba
supere el "círculo vicioso" en que se encuentra dentro de la economía
mundial, como consecuencia de su tradicional dependencia de subvenciones
y donaciones procedentes del exterior (primero soviéticas, después
"bolivarianas"), lo que impide que se desarrollen sectores fuertemente
competitivos que aporten recursos a la economía. En vez de sacar estas
conclusiones, el régimen se empeña en culpar al embargo de EE UU, y así
le va.
Si algo caracteriza el manejo de la política económica en Cuba es la
absoluta falta de control macroeconómico. No tanto por la ausencia de
instrumentos para hacerlo, sino por la complejidad de un sistema
intervencionista y planificado que, sin embargo, no es capaz de aplicar
las normas occidentales macroeconómicas. Ahí está la polémica reciente
con CEPAL por el cálculo del PIB de la economía cubana, el señoriaje
realizado con el déficit durante el período especial, o la falta de
capacidad del Banco Central para mantener sus políticas y actuaciones en
materia cambiaria.
Ahorro e inversión. Justo lo que necesita la economía cubana para
reflotar el capital productivo y de infraestructuras del país. ¿Por qué
no se construyen viviendas, transportes, edificios, vías de
comunicación, telecomunicaciones, energía? Porque no existe ahorro
público para hacerlo. La población se ha visto instalada en una dinámica
de gasto para hacer frente a un nivel de necesidades muy insatisfechas.
A ello se une la falta de confianza en el futuro, que impide cualquier
apuesta financiera a medio plazo.
Y qué podemos decir de los mercados. A duras penas, el régimen
reconocerá la propiedad privada y el mercado como instrumentos básicos
de asignación, a pesar de la recomendación del Banco Mundial. En vez de
ello, recurre a fórmulas trasnochadas, como la cesión de tierras a
agricultores, que no van a dar los resultados deseados en términos de
productividad.
Nada de nada
Es hora de que los cubanos puedan volver de nuevo a desarrollar
proyectos personales de empresa, al margen del intervencionismo
estalinista. Además, el modelo de sector público debe orientarse hacia
la gestión privada; pero es difícil que estas medidas se abran camino
dentro de la ortodoxia comunista.
En cuanto a un gobierno comprometido, confiable y capaz, nada de nada.
La calidad de la gestión administrativa y gubernamental en Cuba es de
las más bajas del planeta y la ineficiencia, denunciada en numerosas
ocasiones por Raúl Castro, va de arriba hacia abajo y de abajo hacia
arriba, sin que nadie pueda mostrar resultados que animen a pensar lo
contrario.
Son los males de la burocracia estalinista en un siglo que no es el
suyo, y que, tarde o temprano, debe modernizarse y adaptarse a los
tiempos que corren.
Como se observa a partir de este rápido diagnóstico, Cuba, por
desgracia, no cumple ninguno de los puntos comunes de los países que han
tenido éxito en sus procesos de desarrollo y transformación, a juicio de
los autores del Banco Mundial. ¿Qué podemos esperar de todo ello? Otro
medio siglo más de atraso y de ausencia de estrategia para salir de la
crisis estructural castrista, más miseria y escasez de bienes, menos
expectativas en el futuro y ninguna confianza en las posibilidades
reales de la sociedad.
No es el mejor escenario para una transición a la democracia. Por mucho
que se quiera presentar el modelo económico de Raúl Castro como un
éxito, y que los cambios (tener móviles o tostadoras) son el futuro, la
realidad que se impone es bien diferente.
Con estas acciones puntuales y poco conectadas entre sí, no se avanzará
muy lejos. Y lo peor de todo es que las autoridades miran para otro
lado. No parecen darse cuenta de que para que la Isla salga de su atraso
secular, la mejor solución es que dimitan, se marchen a casa y que una
nueva clase política pase a dirigir el futuro del país.
http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/que-puede-esperarse-87405
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