Alianza del Pacífico, Economía
El régimen castrista y la Alianza del Pacífico
La economía cubana se encuentra aislada de todos los procesos de
integración y sumida en una ideología que puede acabar por provocar un
estallido social
Elías Amor Bravo, Valencia | 13/06/2012 10:28 am
Una vez más, el régimen castrista, preso de sus contradicciones y de la
manifiesta incapacidad para evolucionar hacia un sistema político de
libertades, respeto a los derechos humanos, democracia y compatible con
una economía de mercado y abierta, observa desde el rencor, el odio y la
distancia cómo en América Latina se forja un proceso estratégico, la
denominada Alianza del Pacífico, que deja a Cuba fuera de cualquier
planteamiento de integración regional.
La iniciativa parte de naciones democráticas y respetuosas con el marco
internacional de derechos de propiedad y la seguridad jurídica.
Colombia, Chile, México y Perú, a las que se han sumado como
observadores, Panamá, Costa Rica, Canadá y España, representada por el
Rey Juan Carlos, se han reunido en Antofagasta con el objetivo de
impulsar el comercio de América Latina con Asia. Se trata de un proyecto
de integración estratégico y bien diseñado, porque acierta a la hora de
definir el Pacífico como el nuevo eje de la economía mundial, integrando
las economías de la región con las asiáticas.
La búsqueda de un acuerdo entre Colombia, Chile, México y Perú para la
Alianza del Pacífico, sienta las bases de un proyecto que arrancó de la
"Declaración de Lima de 2011", cuyo objetivo es dar respuesta a una
realidad que en los últimos años se ha venido manifestando, que es la
concentración del comercio de América Latina con los países de Asia. El
acuerdo parte de ese reconocimiento y trata de coordinar las políticas
comerciales de los países de la cuenca del Pacífico con vistas a ser un
espacio con mejores accesos y más atractivo para el comercio y las
inversiones extranjeras. En un mundo global, la presencia de Canadá y
España en este evento, cobra, si cabe, mucha más importancia
Los objetivos del Acuerdo son realmente ambiciosos y se plantean en una
serie de ámbitos amplios, como el movimiento de empresas y facilidades
para el tráfico migratorio, incluyendo la cooperación policial; comercio
e integración económica; promoción del comercio y la cooperación
aduanera; servicios y capitales, con la posibilidad de promover la
integración de bolsas de valores y mecanismos de solución de diferencias.
Este Acuerdo es muy relevante para la historia de América Latina. Los
países de la región deciden orientar su acción económica y comercial
hacia una zona del mundo que ha ido abriendo espacios gracias al proceso
creciente de globalización de la economía mundial. No existe intención
de cuestionar otros acuerdos a nivel regional. Buena parte del éxito de
América Latina en estos años de crisis global tiene su razón en la
concentración de comercio e inversiones con Asia, de ahí que apostar por
una acción común y coordinada, supone un salto cualitativo de gran
relevancia. La vocación de este Acuerdo de seguir integrando otros
países supone una apuesta definitiva por hacer bien, muy bien, las cosas.
Y aquí es donde nos encontramos con la economía cubana dependiente del
petróleo de Venezuela, que toca a su fin, aislada a nivel regional, sin
nada que ofrecer al resto de países de América Latina, y que en fases de
fuerte crecimiento económico como la actual, se descuelga por su
ineficacia, su orientación interna y la escasa capacidad para dinamizar
sus fuerzas productivas. Incluso, los acuerdos de integración en los que
la economía castrista se ha afianzado, como el ALBA, han sido un rotundo
fracaso, y a la vista de la Alianza del Pacífico, quedan relegados a un
plano de práctica irrelevancia.
Cabe formularse dos preguntas. ¿Tiene interés para Cuba la Alianza?
¿Puede integrarse Cuba en esa Alianza?
A la primera cuestión, la respuesta parece haberla dado el presidente
Santos de Colombia, al señalar que "la Alianza para el Pacífico
representa cerca de 206 millones de consumidores; tiene un PIB, entre
los cuatro países, de cerca de 1,7 billones de dólares; eso es más o
menos el 35 – 36 % del PIB de toda América Latina, y representa más del
55 % de las exportaciones de la región". Es una asociación orientada por
principios de mercado libre, de economía basada en el consumo y la
inversión realizados por individuos y empresas libremente, sin coerción
o dirección de organismos burocráticos de planificación central. En
suma, economías que están en las antípodas de la antigua economía
castrista de corte estalinista. El régimen castrista podría tener
interés en encontrar una financiación gratuita que le permitiera
mantener sus obsoletas estructuras, pero no parece que este sea el
objetivo de la Alianza.
En cuando a la segunda, el castrismo ha apostado con firmeza por el
ALBA. Otras vías de integración tradicionales, Mercosur o la CAN, nada
tienen que ver con la economía cubana. Además, el régimen castrista
nunca ha mostrado interés alguno en apostar por la concertación
política, en acuerdos como Unasur o CELAC. La experiencia del régimen
castrista en materia de acuerdos de cooperación en América Latina es
bastante limitada. La mayor flexibilidad que ofrece la Alianza y, sobre
todo, el menor burocratismo, no están en el genoma del estatismo castrista.
Aislada de todos los procesos de integración, y sumida en una ideología
que puede acabar por provocar un estallido social, la economía cubana
difícilmente puede participar en pie de igualdad con países que apuestan
férreamente por estructuras democráticas y plurales de poder. Sin
estrategia de referencia con la Unión Europea, y dispuesta a no asumir
los retos planteados por la Posición Común, que define cualquier acción
política con el régimen castrista, Cuba tampoco podrá obtener ventajas
de una eventual integración de cumbres de CELAC y de la Unión Europea,
como parecen proyectar los autores de la Alianza.
Cuba podría jugar un papel inteligente si realmente el régimen castrista
evolucionara hacia un marco de libertades políticas, pluralismo y
democracia, como el que le exigen las naciones líderes de América
Latina, y del mundo. Ese papel podría venir representado por el activo
de unas relaciones correctas con el régimen comunista Chino, en el que
cada vez más, las consignas políticas e ideológicas van quedando
relegadas a un segundo plano en función de los objetivos económicos y
comerciales de sus grandes corporaciones. El castrismo posee igualmente
relaciones diplomáticas favorables con Vietnam, y los intercambios y
relaciones culturales con estos países han sido frecuentes. El problema
es el mismo de siempre. Sin capacidad económica, sin capacidad inversora
y con una economía aletargada por la presión estatal, poco puede hacer
Cuba en esa Alianza. Otra oportunidad perdida.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-regimen-castrista-y-la-alianza-del-pacifico-277617
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