miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un capitalismo de Estado híbrido

ECONOMÍA



Un capitalismo de Estado híbrido

ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 27 Nov 2013 - 8:31 am.



El 'raulismo' se mueve entre el modelo chino, el fascista, y el de la

Rusia postsoviética. La esperanza de los cubanos es que fracase.



El modelo económico que pretende establecer Raúl Castro es una mezcla de

elementos del capitalismo de Estado chino y del fascista; junto a otros

de la Rusia postsoviética, vendría a conformar un sistema socioeconómico

híbrido y nada edificante.



Con respecto a China, el régimen se queda a mitad del camino y adopta

una versión muy limitada de las reformas de mercado realizadas por

Beijing. Por dos razones: el enfermizo afán castrista de controlarlo

todo en la Isla, y por temor a que con más amplias libertades las

fuerzas productivas se le vayan de las manos, sobre todo por la cercanía

de Estados Unidos y la pujante comunidad cubana de Miami.



Por eso, aunque con un discurso "actualizador" y aun formalmente

marxista-leninista, la estrategia del raulismo se asemeja más a la que

propugnaban los fascistas en Italia y Alemania: establecer una tercera

vía para crear un sistema socioeconómico alternativo que no fuese ni el

capitalismo liberal del laissez faire, ni el comunista.



Ante la inviabilidad de la economía centralmente planificada, el régimen

flexibiliza la rigidez estalinista, pero mantiene el dominio del Estado

en todo el quehacer económico, cada vez más en manos militares (rasgo

fascista).



La nomenklatura es consciente de que para sobrevivir y quitarle presión

a la caldera social, debe permitir el trabajo por cuenta propia, la

creación de cooperativas, la inversión extranjera, mayor competencia

sectorial, y la entrega de tierras en usufructo a los agricultores.



Pero no se quiere ir tan lejos como en China, donde se ha desmontado en

buena medida el monopolio estatal de la economía, al punto de que el

sector privado genera ya más del 60% del Producto Interno Bruto (PIB)

del país, el segundo mayor del mundo tras el estadounidense.



'Enriquecerse es glorioso'



O sea, en Cuba no hay espacio para el individuo como productor en

grande, a la manera China. Tras la muerte de Mao Tse Tung, al iniciar

las reformas de mercado, Deng Xiaoping lanzó la consigna de que

"enriquecerse es glorioso", con la cual hizo trizas al marxismo en el

país asiático. Hoy los 75 diputados chinos más ricos superan la posesión

total de bienes de todos los congresistas de Estados Unidos. Los dos más

ricos tienen más de $6.000 millones de dólares en activos.



A los Castro poco les importa que gracias a las reformas capitalistas

cientos de millones de chinos han salido de la pobreza y el PIB haya

pasado de $60.656 millones en 1978 a $8.2 billones en 2012; tampoco que

China se haya convertido en el primer exportador del mundo.



Lo que sí tiene en cuenta la dictadura militar cubana es que el

capitalismo de Estado solo es posible en un sistema político totalitario

de partido único, con el monopolio de los medios de comunicación, sin

derechos ni libertades civiles y con mucha represión policial. En China

gobierna hoy el mismo Partido Comunista que, encabezado por Mao, acabó

con la propiedad privada, impuso la colectivización forzosa de las

tierras, el "Gran Salto Adelante" y la "revolución cultural", eventos

que causaron decenas de millones de muertos —de hambre o ejecutados— e

impidieron el desarrollo del país durante 30 años.



Los Castro desean compartir con China su faceta totalitaria

institucional, pero no su "socialismo de mercado", como le llama

Beijing. El pueblo chino sigue sometido a una tiranía política, pero al

menos la economía crece rápidamente. En Cuba igualmente hay tiranía y el

país se empobrece cada vez más. Esa es la diferencia.



Rasgos fascistas



Del fascismo europeo el raulismo asimila el abrumador protagonismo de

las fuerzas armadas en la gestión económica, así como la represión

brutal de la oposición política. La "apertura" va convoyada con una

masiva intervención de las fuerzas armadas en la conducción de la

economía. Algo muy parecido a lo que hicieron Mussolini y Hitler.



En Italia y en Alemania ello fue decisivo para construir una gigantesca

maquinaria bélica e industrial con la cual expandir el fascismo por

Europa. En el caso de Cuba los militares se están apropiando de empresas

y estamentos económicos claves no solo de cara al presente, sino como

parte del diseño del postcastrismo, con la anuencia de los Castro, para

cuando ambos hermanos, por razones biológicas, abandonen el escenario

político.



El capitalismo de Estado fascista no suprimió la propiedad privada, pero

las industrias fueron de hecho militarizadas y obligadas a producir lo

que el Gobierno les ordenaba, y quedaron ensambladas al Estado. Los

pequeños y medianos negocios fueron sometidos a las directrices

fascistas. El gobierno nazi fijaba y regulaba los precios, los salarios,

los dividendos e inversiones, y limitaba la competencia. Es decir,

eliminó el mecanismo regulador del mercado (la "mano invisible" de Adam

Smith).



En Cuba, generales, coroneles, sus familiares y allegados, y los grandes

jerarcas de la burocracia civil partidista y estatal, se entrenan hoy

como gerentes de las únicas industrias y actividades que son rentables,

o que podrían llegar a serlo.



Un adelanto del futuro de los militares en Cuba es el Grupo Corporativo

GAE, perteneciente al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias

y al Ministerio del Interior. El GAE opera restaurantes, hoteles,

instalaciones turísticas, transporte aéreo, marítimo y terrestre, más de

300 tiendas recaudadoras de divisas (las "shoping"), y otros muchos

establecimientos. Tiene tentáculos bancarios por todo el mundo y emplea

en la Isla a miles de trabajadores. Pues bien, el GAE no rinde cuentas a

nadie y sus ingresos no van directamente al presupuesto nacional, sino

que pasan por un limbo financiero que es primeramente "ordeñado" casi de

forma secreta por la Junta Militar y el generalato, para garantizar las

nuevas inversiones de los militares y la dolce vita de que gozan en la

actualidad.



Por otra parte, tal y como las bandas de camisas pardas y negras de

Hitler y Mussolini, respectivamente, en Cuba las brigadas fascistas de

"respuesta rápida" hostigan y dan palizas a opositores políticos y

periodistas independientes, incluso si se trata de mujeres indefensas.



El 'putinismo'



En tanto, de la Rusia de Vladimir Putin el castrismo no toma nada en

materia política, inversiones extranjeras o libertad para los negocios;

toma solo el posicionamiento ya citado por parte de los militares y la

alta burocracia del Partido Comunista de los sectores estratégicos de la

economía. Desde estas posiciones, la nueva casta empresarial constituirá

una burguesía de corte mafioso que participará o manipulará las

instituciones del Estado, siempre con una agenda postrevolucionaria en

un régimen bajo su control.



La buena noticia en todo esto es que, como dice la frase popular, "una

cosa piensa el borracho y otra el bodeguero". Con los Castro fuera del

escenario político puede que los acontecimientos no ocurran como hoy lo

planea la Junta Militar que dirige el país.



Esa es precisamente la esperanza de los cubanos, que el postcastrismo no

se parezca al modelo chino, ni al fascista, ni al postsoviético, sino

que la nación se enrumbe al fin hacia una democracia liberal y un Estado

de derecho en el que impere la auténtica economía de mercado que edificó

el mundo moderno que hoy conocemos.



Source: "Un capitalismo de Estado híbrido | Diario de Cuba" -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1385456072_6083.html

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