Más experimentos. Ahora en Isla de la Juventud
[03-06-2014 11:15:52]
Elías Amor
Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).- El régimen castrista arrancó su programa
de confiscaciones a comienzos de los años 60, primero sobre las empresas
de Estados Unidos y las grandes explotaciones de tierra. Después, centró
sus ataques sobre los intermediarios, a los que llegó a penalizar y
muchos acabaron sufriendo graves penas de prisión y el robo organizado
de sus propiedades. Luego, con la llamada "ofensiva revolucionaria" de
1967 terminaron de borrar de la escena económica de la Isla a los
pequeños comerciantes que todavía luchaban por intentar desarrollar sus
funciones dentro de la organización estalinista que se iba abriendo paso
a golpe de violencia, temor y represión política.
Esa historia de atrocidades en gestión de la economía, eliminando los
derechos de propiedad en Cuba, y sometiendo a todos los agentes
económicos a las decisiones del organismo de planificación central del
estado, ha conducido a la economía castrista al panorama de desolación,
incompetencia y escasez que la caracteriza.
En un intento por dar solución a los graves problemas que subyacen al
modelo económico imperante, los llamados "Lineamientos" han venido
proponiendo una serie de iniciativas más o menos dispersas y de escasa
concreción, cuyos resultados no han conseguido mejorar las cifras de
crecimiento del PIB. Ahora, casi 55 años después, deshaciendo la madeja
de despropósitos económicos del castrismo, se pretende recuperar el
primer mercado al por mayor en el que agricultores y ganaderos podrán
comprar suministros agrarios sin subsidiar en la Isla de la Juventud.
Como si se tratase de un nuevo experimento, cuyos resultados ya se
podrán comprobar, el estado omnipotente autoriza la comercialización de
forma experimental y a precios minoristas sin subsidios "insumos,
equipamientos y servicios técnicos especializados en el sector
agropecuario", de acuerdo con lo dispuesto en resoluciones de los
Ministerios de la Agricultura (Minag) y de Finanzas y Precios (MFP).
Con este tipo de medidas, el régimen reconoce el fracaso absoluto de la
planificación central como instrumento de control económico y lo
certifica, pero al mismo tiempo, se resiste a su eliminación, porque
teme perder el control político que lleva aparejado. El estado deja de
cumplir sus funciones en Isla de la Juventud para que propietarios de
pequeños negocios, granjeros y sus empleados puedan operar de manera
privada y gestionar sus propios cultivos, dentro de las leyes de la
oferta y la demanda. Pero cuidado, puede tratarse de una trampa.
Estos experimentos castristas no suelen dar el resultado previsto. Casi
siempre fracasan, como ha venido ocurriendo en la zona de Artemisa,
donde hace poco tiempo se impulsó este mismo tipo de medidas. De nada
sirve actuar sobre los mercados y la distribución, si previamente no se
atienden los graves problemas de la oferta. Los pequeños agricultores
que han obtenido tierras en arrendamiento dentro de las reformas de los
"Lineamientos" han mostrado una mayor productividad y eficiencia que las
granjas estatales para producir. Pero, subsiste el problema de la
propiedad y la libre atribución de las rentas obtenidas con la actividad
económica.
Ni las mejoras del crédito, ni la parcial libertad de la venta de
insumos y equipamientos, exceptuando los piensos, han servido para
estimular la oferta de bienes producidos. El resultado es que todavía se
importa el 60% de la materia prima, en parte porque los agricultores
siguen dependiendo de la situación y distribución de los suministros
subsidiados. Hasta ahora la venta de estos suministros a los
agricultores era controlada y a precios subsidiados por el Gobierno.
Entraban en esta categoría insecticidas, fertilizantes, medicamentos,
piensos, implementos agrícolas, neumáticos. La pregunta es ¿por qué no
todos?
Por otra parte, la norma que entra en vigor exige que los compradores
del mercado se acrediten con el Certificado de Tenedor Inscrito, que
expide el Registro de Tenencia de la Tierra, y además, los pagos
realizados deben ser en efectivo o mediante cheque en el momento de la
compra, con excepción del equipamiento que se acordará a través de
contrato económico. Más trabas burocráticas que restan agilidad y
flexibilidad al comportamiento libre de demandantes y oferentes en el
mercado.
No es extraño que estos cambios no provoquen interés ni despierten una
reacción favorable de los productores independientes del campo cubano.
Algunos señalan, que "las reformas son una cosa y todas las regulaciones
son otra. Lo sientes como si la tierra se sigue moviendo bajo nuestros
pies. Nada funciona como ellos dicen que será. Prometen mucho".
En alguna ocasión, hemos destacado que cuando se abren las fuerzas del
mercado, ya nada vuelve a ser igual. Los experimentos castristas dejan
un cierto sabor amargo que confirma la escasa voluntad de las
autoridades por aprovechar las ventajas que se derivan de la libre
competencia. Un ejemplo, las ofensivas del régimen contra el mercado
negro provocan una elevación de los precios a los que se vende el
combustible, 4,5 $ el galón, lo que lleva a muchos a perder el valor de
lo producido. Como consecuencia de ello, algunos productores que se
habían convertido en transportistas para obtener ventajas de la
distribución de las cosechas, se ven obligados a abandonar la actividad,
lo que vuelve a producir problemas de escasez en los mercados de consumo.
Las enseñanzas económicas nos dicen que el estado planificador,
intervencionista y burocrático no puede afrontar estos procesos que
surgen del libre juego de las fuerzas de la oferta y demanda. Los
experimentos castristas suelen acabar mal, porque la capacidad del
mercado para crecer y desarrollar nuevas relaciones y servicios supone
un ejercicio de cambio continuo. Hay que estar preparado para ello.
Source: Más experimentos. Ahora en Isla de la Juventud - Misceláneas de
Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/538d92483a682e061c811388#.U43BMPmSwx4
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