La tradición es ineficiente y con frecuencia corrupta
POR DAVID ADAMS | St. PETERSBURG TIMES
June 14, 2008
LA HABANA - Si se camina por casi cualquier calle en la capital cubana,
es fácil detectar letreros de mala calidad, de cartón y pintados a mano,
con la leyenda: Se permuta.
Cuando los cubanos se quieren mudar, esa es la palabra que usan. Así es
que una familia que busca un departamento con una recámara más para el
nuevo infante, podría permutarlo con una pareja de mayor edad cuyos
hijos ya se hayan mudado. La permuta, que en gran medida se propaga de
boca en boca, es típica de las maquinaciones complicadas que los cubanos
han desarrollado para hacer las cosas dentro de las constricciones
socialistas del país.
"Puede sonar extraño pero funciona", dijo Gladys Jane de 60 años, quien,
el otro día, buscaba la permuta de una casa en la Avenida Prado, una
calle sombreada en el límite del distrito colonial e histórico que funge
como mercado no oficial de permutas en La Habana.
Sin embargo, esta tradición peculiarmente cubana, ineficiente y con
frecuencia corrupta, podría desaparecer si los funcionarios establecen
una reforma que hasta ahora sólo ha sido insinuada por el gobierno de
Raúl Castro: darle a la gente el derecho a vender sus casas.
Proporcionaría una fuente de ingresos gravables para el gobierno, y sus
efectos en la población ansiosa de dinero serían igualmente profundos.
Ya que cerca de 90 por ciento de los cubanos posee títulos de propiedad
de sus casas, dijo Antonio Zamora, un abogado de Miami y experto en
temas de propiedades cubanas, "De un día para otro, el gobierno podría
entregarles un activo financiero con valor de capital".
En busca de la igualdad
Gladys Jane dijo que ha estado buscando durante un año, con
desesperación cada vez mayor, permutar su departamentito de una recámara
y el de su madre de 81 años por un lugar más grande, donde pudieran
vivir ellas dos y su hijo.
Hace poco, a su madre la operaron de un cáncer y ya no podía subir las
escaleras para llegar a su departamento en el segundo piso.
En la Prado, Jane se detuvo a hablar con Jesús Valdés, un corredor, lo
más cercano que Cuba tiene a un agente de bienes raíces. Los corredores
cobran cinco pesos (20 centavos de dólar) por cada dato sobre una
permuta potencial.
Valdés tiene libretas con asas, llenas de direcciones y números de
teléfono, en cada uno de los barrios de la ciudad.
Para que el Instituto de la Vivienda apruebe una permuta, las casas
deben tener "valor igual", lo cual es casi imposible. Sin embargo, el
sistema es flexible ya que se toman en cuenta factores como si hay línea
telefónica, y se permite que una parte haga reparaciones y mejoras para
satisfacer las necesidades de la otra.
Se supone que nada de dinero cambia de manos, pero es frecuente que sí
suceda. "En ocasiones, para obtener lo que se quiere, se hace un pago
que el gobierno no puede ver", dijo Valdés, de 78 años, sonriendo.
Sin recurrir a los corredores, Jane encontró una posible permuta.
Alguien más que buscaba mudarse le proporcionó la dirección de Néstor
Redondo, un estibador retirado, de 66 años.
Después, en la tarde, Jane fue a la casa de Redondo, que comparte con su
hija y su familia en el distrito central de La Habana. Le gustó la casa
espaciosa, aunque típicamente descuidada, con tres recámaras, un patio
grande y cocina con pollos en el traspatio.
"Estoy muy interesada", le dijo a Redondo, y le dio las direcciones de
su departamento y el de su madre. "Tengo teléfono. Venga y échele una
mirada", agregó antes de retirarse para decirle a su madre la noticia
que podría haber una permuta en puerta.
Las frustraciones de las permutas están tan enraizadas en la cultura
cubana que fungen como un elemento confiable para una trama. Una comedia
cubana de los ochenta, titulada Se permuta, presenta una cadena
absurdamente compleja de permutas entre seis contactos distintos, que se
viene abajo en el último momento.
Y uno de los sitios en la Red más populares, una novedad relativa en un
país donde hay pocas computadoras, es www.sepermuta.com, donde la gente
puede buscar permutas en línea. El sitio tiene un inventario de 21,000
propiedades, con fotografías y comentarios. El operador del sitio dice
que lo creó para ayudar a otras personas después de haber pasado el
proceso de su propia permuta. Aun cuando no está autorizado por el
Estado, él dice que espera que un día pueda vender anuncios, lo que
ahora es contra la ley.
"La reforma inmobiliaria podría ayudar a aliviar algunos de los
problemas económicos", dijo Oscar Espinosa Chepe, un economista que pasó
algún tiempo en la cárcel por criticar al gobierno. "Crearía una lista
casi interminable de nuevas posibilidades", dijo.
http://www.sun-sentinel.com/news/local/cuba/sfl-flelamcuba0614brjun14,0,4414223.story
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