Consejos que matan
Oscar Espinosa Chepe
"El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros".
Fidel Castro*
La Dra. Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), visitó La Habana recientemente.
Durante su estancia, además de brindar entrevistas a la prensa
internacional y a la TV cubana, impartió una conferencia en el Aula
Magna de la Universidad de La Habana.
En su disertación la Dra. Bárcena manifestó que los países
latinoamericanos tienen que aprender mucho de Cuba sobre las políticas
para reducir las desigualdades, según reseñó Granma, diario oficial del
Partido Comunista de Cuba. Resulta difícil discernir cómo llegó a esa
conclusión, si las autoridades cubanas no brindan datos a ningún
organismo internacional sobre los niveles de pobreza e indigencia en la
Isla. Mucho menos ha informado el Coeficiente GINI de Cuba, valioso
indicador usado para medir el grado en que la distribución de los
ingresos (o del consumo) entre individuos u hogares de un país se desvía
con respecto a una distribución en condiciones de perfecta igualdad.
Parece que la visitante desconoce que el nivel del salario medio y las
pensiones medias mensuales equivalen a US$18.32 y US$10.20,
respectivamente, al cierre del 2011. El salario medio mensual real
representó en el 2011 menos del 30.0% del nivel existente en 1989, según
cálculos realizados por académicos cubanos, coincidentes con los
efectuados por Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de
Pittsburgh, y entre otras cosas colaborador de la CEPAL.
Ciertamente la desigualdad existente en la mayoría de los países de
América Latina y el Caribe resulta inaceptable, y podría concordarse en
que se debe en gran medida, como la Dra. Bárcena expresó, a que "el
modelo basado solamente en el mercado lleva a una mayor desigualdad". No
obstante, ir al otro extremo para concluir que todo debe ser estatizado
como sucede en Cuba, y recomendar el fracasado modelo cubano como
fórmula para resolver las desigualdades de América Latina y el Caribe
constituye un absurdo. Habría que preguntarse si los latinoamericanos
desean que se les aplique un racionamiento que cumple 50 años el próximo
12 de marzo, entre cuyas "bondades" se encuentra que a los niños al
cumplir 7 años se les deja de vender el litro de leche que les
corresponde, y a los adultos al mes solo 230 gramos de picadillo
mezclado con soya y 230 gramos de aceite comestible.
Podría responderse que los productos de primera necesidad son
adquiribles en el mercado libre, lo cual es cierto, pero siempre y
cuando se posea moneda convertible para comprarlos en las tiendas de
venta en divisas del gobierno; moneda que no reciben los trabajadores a
través de sus salarios, pagados en el depreciado peso cubano. Para
comprar en ese mercado libre es indispensable tener FE (familia en el
exterior que envíe remesas), ser un ciudadano obediente que pueda lograr
una plaza en el turismo o en alguna firma extranjera, trabajar
arduamente en el incipiente cuentapropismo, o vivir en la ilegalidad
mediante operaciones en el mercado negro, u otras cosas peores.
Puede imaginarse la respuesta que darían los ciudadanos latinoamericanos
y caribeños, si conocieran que en sus países existe un plan para
despedir alrededor del 25.0% de los trabajadores como sucede en Cuba,
donde está en proceso "la reubicación" de 1.3 millones de personas.
Quizás la visión idílica de la Dra. Bárcena se haya forjado leyendo las
estadísticas oficiales cubanas, donde las tasas de desempleo no han
sobrepasado el 2.5% en los últimos años. Dato tan falso –como otros
muchos de las estadísticas oficiales– que cualquier persona común puede
rechazar tan solo con recorrer las calles y plazas del país para
observar gran cantidad de jóvenes deambulando a cualquier hora.
Tampoco los especialistas y estudiantes universitarios latinoamericanos
y caribeños desearían seguir la suerte de sus colegas cubanos, que mal
retribuidos y sin reconocimiento social, en gran cantidad prefieren
servir como maleteros, mozos de limpieza, choferes y camareros en los
hoteles para obtener las ansiadas divisas, descalificándose como
profesionales y con el sueño de abandonar masivamente el paraíso
totalitario, si recibieran el permiso de salida, conocido "la tarjeta
blanca".
Pudieran alegarse la gratuidad en la salud pública y la educación que
supuestamente tenemos los cubanos. Pero como explicó la Dra. Bárcena a
la TV nacional, los gastos sociales necesitan una sustentación
económica. Esa es la razón por la cual en estos momentos los avances
logrados en esas esferas retroceden, sin acceso a modernas técnicas de
aprendizaje como la Internet.
En Cuba se ha logrado la igualdad en la miseria y la falta de derechos
humanos para la mayoría de la población, con la existencia de un grupo
que ha disfrutado durante decenios de las mieles del poder. Difícilmente
este sea el destino apetecido por nuestros hermanos de América Latina y
el Caribe.
Economista y periodista independiente cubano.
*Respuesta a una pregunta de Jeffery Goldberg, periodista
norteamericano, septiembre de 2010.
http://www.elnuevoherald.com/2012/02/22/1132864/oscar-espinosa-chepe-consejos.html
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