lunes, 4 de noviembre de 2013

Unificación monetaria - causas y límites

Unificación monetaria: causas y límites

DIMAS CASTELLANOS | Lleida | 4 Nov 2013 - 9:31 am.



El camino para salir de la crisis está claro, lo que falta es voluntad

política para transitarlo.



Entre las reformas parciales del gobierno de Raúl Castro se anunció la

puesta en vigor de un cronograma de medidas para eliminar la dualidad

monetaria, implementada a raíz de la pérdida de los subsidios

soviéticos. Una mirada retrospectiva al tema ayuda a identificar algunas

de las causas y limitaciones del anunciado cronograma.



En el período comprendido entre las dos grandes guerras de independencia

que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XIX cubano, la Isla se

convirtió en el primer país en arribar al millón de toneladas de azúcar,

de la cual más del 90% se exportaba hacia Estados Unidos. Ello permitió

al país vecino imponer a España el tratado de reciprocidad comercial

conocido como Bill Mc Kinley, mediante el cual se estableció la libre

entrada de azúcar cubana a esa nación. De forma simultánea se desarrolló

una alta concentración de la propiedad agraria, especialmente en

compañías norteamericanas. En esa condición de dependencia económica, al

cesar la dominación española el gobierno de ocupación introdujo el dólar

como patrón monetario básico, el cual se fue imponiendo hasta la

desaparición de las monedas restantes (francesas, españolas, mexicanas),

lo que explica la presencia del dólar en los primeros años de la

República nacida en 1902.



En ese contexto, con el propósito nacionalista de disminuir la

dependencia respecto al dólar norteamericano, el gobierno del general

Mario García Menocal dictó en 1914 la Ley de Defensa Económica, la cual

dio nacimiento a la moneda nacional. Esa ley estableció un patrón de oro

como unidad monetaria con el mismo peso y ley que el dólar. Así, de una

decisión nacionalista, emergió la primera versión de dualidad monetaria

en Cuba, que duró hasta los años 50 del pasado siglo.



De forma diferente, en 1991, la desaparición de la Unión Soviética

provocó la pérdida de las enormes subvenciones basadas en relaciones

ideológicas, las cuales solaparon durante décadas la ineficiencia del

modelo cubano. Ese hecho, unido a la depresión en los precios del

azúcar, condujo al país a una profunda crisis estructural bautizada con

el eufemismo de Período Especial en Tiempos de Paz. En respuesta a la

crisis, el gobierno cubano, en lugar de emprender una reforma profunda

dirigida a lograr una economía propia y eficiente, definió una

estrategia dirigida a salvar al modelo y conservar el poder. Con ese fin

introdujo varias medidas coyunturales.



En 1993 se crearon las Unidades Básicas de Producción Cooperativas,

mediante las que se les entregó una parte de las tierras ociosas del

Estado a los trabajadores en condición de usufructo; se autorizaron los

mercados campesinos y el trabajo por cuenta propia; se dio la entrada al

turismo y a la inversión extranjera; se admitieron las remesas

familiares del exterior; se despenalizó la tenencia del dólar y, en

1994, se autorizó su libre circulación, dando lugar a la actual dualidad

monetaria.



Como puede apreciarse, la dualidad monetaria introducida en 1914 fue

motivada por razones diametralmente opuestas a la ocurrida en 1994. La

primera creó e introdujo la moneda nacional paralela al dólar, la

segunda legalizó al dólar paralelo a la moneda nacional.



El camino y la voluntad política



Las causas que condujeron a la dolarización en 1994 tienen su raíz en

las primeras medidas revolucionarias, cuyo fin declarado era la

desaparición de todas las relaciones mercantiles y, con ellas, del

dinero. En 1960 se nacionalizaron todas las entidades bancarias

nacionales y extranjeras que existían en Cuba, en 1961 se centralizaron

en manos del Estado, mientras la dirección de esas actividades se puso

en manos de los revolucionarios procedentes de la lucha armada. Así

ocurrió con figuras cuya concepción de la economía difería de las del

líder de la revolución, como ocurrió con el economista Felipe Pazos

Roque, fundador y primer presidente del Banco Nacional de Cuba desde su

fundación en 1948, quien a pesar de renunciar a esa responsabilidad por

su posición contra el Golpe de Estado de 1952 y ser nombrado nuevamente

al frente de esa institución en 1959, fue sustituido unos meses después

por el comandante Ernesto Guevara.



La marcha del proceso fue más o menos la siguiente: se introdujo el

dólar en 1994; se creó el peso convertible (CUC), una segunda moneda

nacional como alternativa al dólar y con el mismo valor que éste; en

2004 se eliminó la circulación del dólar; luego se impuso un impuesto al

dólar del 10% y se revaluó el CUC con relación al dólar en un 8%; en

marzo de 2011 se retomó el valor original de uno a uno pero se mantuvo

el impuesto del 10%. En resumen, se mantuvo la dualidad gracias a la

cual Cuba es el único país del mundo con dos monedas nacionales, ninguna

de las cuales es realmente convertible.



La dolarización y la dualidad monetaria, además de multiplicar la

diferenciación social, aumentaron la pérdida del poco valor que ya tenía

el peso cubano, una de cuyas manifestaciones fue la inflación expresada

en los precios del mercado negro, en la disminución de los menguados

salarios y en el desestímulo a la producción.



La moneda cubana, representación del dinero, perdió o disminuyó sus

funciones como medida de valor, instrumento de adquisición de bienes,

medio de atesoramiento, instrumento de liberación de deudas y medio de

pago. Por ese resultado la unificación monetaria, si bien constituye un

paso imprescindible para el actual o para cualquier otro Gobierno, no

resolverá la actual crisis estructural, debido a que la moneda cubana

no está respaldada por el Producto Interno Bruto, es decir, por la suma

de los bienes y servicios que le permitan reasumir sus funciones y

equipararse a las monedas foráneas.



La salida está en priorizar la eficiencia productiva, para lo cual se

requiere de la inversión nacional y extranjera, que provea al país de

capital, tecnología y mercados, lo que a su vez exige una nueva Ley de

Inversiones y la elevación de los salarios actuales, que no alcanzan

para cubrir más de la tercera parte de las necesidades básicas.



Pero como solo se puede distribuir lo que se produce, el Gobierno se

enfrenta a una compleja contradicción: sin aumentos de salarios los

cubanos no están dispuestos a producir y sin producción es imposible

elevar los salarios, por lo que la unificación monetaria por sí sola

resultará fútil.



En fin, que continúa en falta un proyecto integral que incluya la

descentralización de la economía, permita la formación de una clase

media, destrabe los obstáculos que frenan la producción y restituya los

derechos y libertades ciudadanas. El camino está claro, lo que falta es

la voluntad política para transitarlo.



Source: "Unificación monetaria: causas y límites | Diario de Cuba" -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1383508055_5785.html

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