miércoles, 2 de abril de 2014

Nueva Ley de Inversiones disgusta a pequeños negociantes en Cuba

Nueva Ley de Inversiones disgusta a pequeños negociantes en Cuba
Hay cubanos que han prosperado en los negocios privados y que pueden
invertir en micro empresas de transporte, ventas de ropa y mercancías...
Iván García Quintero
abril 02, 2014

Una paradoja. En un elegante bar particular del Vedado, un extranjero le
describía al dueño los pormenores de la Ley para las inversiones
extranjeras aprobada por el Parlamento cubano el pasado 29 de marzo.

"¿Pero cómo es posible que no estés informado sobre esa ley?"-indagaba
asombrado el forastero. "Por dos razones, una, que por higiene mental no
leo la prensa oficial. Dos, que esta nueva ley no me trae ningún
beneficio", respondió el propietario.

Más o menos por esa cuerda andan las opiniones entre los cubanos dueños
de pequeños negocios. Yoenis, propietario de tres autos y dos jeeps
americanos de los años 50 que los alquila como taxis, sí leyó en Granma
todo lo concerniente a la Ley de Inversiones Extranjeras.

"Es otra muestra del desprecio del gobierno hacia los cubanos que
vivimos en la isla. Otro nuevo apartheid. Se sigue prohibiendo la
participación del capital nacional en futuros negocios. Una estupidez
colosal. Lo que hace que una nación se desarrolle son las pequeñas y
medianas empresas. ¿Cuántos inversionistas foráneos vendrán a Cuba con 2
mil o 3 mil millones de dólares para invertir? Muy pocos. Sin embargo,
hay cubanos que han prosperado en los negocios privados y que pueden
invertir en micro empresas de transporte, ventas de ropa y mercancías.
Si se nos autorizara a importar vehículos e insumos directamente del
extranjero, muchos problemas económicos se resolverían a la vuelta de
unos pocos meses", dice Yoenis.

Habaneros como Yoenis, con pequeños negocios dedicados a la
transportación, se encuentran en un limbo jurídico. Algunos tienen una
flotilla de hasta 6 o 7 vehículos. Y le dan trabajo a un promedio de 15
personas, entre choferes y mecánicos.

Han demostrado una mayor y mejor gestión que las empresas estatales.
"Fíjate, solo en La Habana ruedan alrededor de 10 mil 'almendrones'
(carros viejos) fabricados hace más 60 años en Estados Unidos. Hace 6
años, el gobierno le compró 500 ómnibus articulados a China y por falta
de piezas, hoy la mitad está parado. Un chofer de ómnibus urbano gana
legalmente, sin robar el pasaje de la alcancía, entre 900 y 1,200 pesos
mensuales. Yo trabajo 12 horas diarias para un señor que es dueño de
cuatro autos y en un día malo gano 300 pesos. Trabajo 24 días y al mes
como promedio obtengo entre 9,500 y 11 mil pesos. Compara las
diferencias", señala un taxista habanero.

Charles, dueño de un paladar, enciende un cigarrillo y progresivamente
se va enfadando mientras disecciona la nueva ley de inversiones. "Además
de racista y aislacionista con los cubanos, tiene agujeros que provocan
dudas. ¿Por qué un empresario extranjero no puede contratar directamente
al personal que trabajará en su negocio si es él quien pone el capital?".

Luego de aplastar el cigarrillo en un cenicero, añade: "La respuesta es
simple. Es para el gobierno darle empleo a sus partidarios y militares
jubilados. Lo positivo es que rebajan las tasas de interés, lo hacen por
pura necesidad económica. Tampoco abiertamente la nueva ley dice que los
cubanos residentes en el exterior puedan invertir en Cuba. La otra ley,
de 1995, decía lo mismo. Es verdad que lo que una ley no prohíbe es
permitido, pero una comisión gubernamental es la que autoriza los
negocios. Esta ley penaliza a un grupo de cuentapropistas, que no somos
pocos, casi medio millón, que de una forma u otra hemos recuperado
sectores como el gastronómico, de transporte o reparaciones menores
donde el rol del Estado era altamente ineficiente", acota Charles.

Silvio, economista jubilado, es más rotundo. "El régimen envía un
mensaje claro al mundo. Por ahora, tendrán bajas tasas arancelarias y
una serie de concesiones, debido al hundimiento de las finanzas y lo
descapitalizada que se encuentra la economía local. Pero existe un doble
rasero. Si de verdad hubiese voluntad de liberalizar la economía, las
primeras medidas serían rebajar los excesivos impuestos que ahogan el
trabajo por cuenta propia y enmendar, en los lineamiento económicos, el
epígrafe donde se plantea que a los particulares se les debe fiscalizar,
para que no acumulen grandes cantidades de dinero".

Osniel, propietario de dos camiones dedicados al flete y transporte de
pasajeros, asegura que "si se nos abriese la cancha de juego,
contribuiríamos de una forma mucho más efectiva a resolver nudos
gordianos como la producción agrícola y el transporte. Nuestra
participación en esos dos sectores no entra en contradicción ni afecta
al capital extranjero. Más bien se complementan".

Héctor, campesino dueño de una finca en el centro de la isla, está
convencido que la respuesta para despegar definitivamente la producción
agrícola la tiene el gobierno en sus manos.

"Cuando se eliminen trabas como los centros estatales de acopio, al cual
debemos venderles un alto por ciento de las cosechas a precios injustos,
cuando los campesinos podamos comprar paquetes tecnológicos, insumos de
trabajo, fertilizantes, tractores o solicitar préstamos, directamente en
otros países, tú verás que el marabú desaparece y habrán tantos
productos agrícolas que nos convertiríamos en exportadores. Todo pasa
por cambiar las reglas del juego".

Y en valorar la capacidad de sus ciudadanos para los negocios. Cuando en
1959 Fidel Castro llegó al poder, buena parte de la prosperidad
económica e industrial de la República, estaba en manos de pequeños,
medianos y grandes empresarios nacidos en Cuba o cubanos naturalizados.

Source: Nueva Ley de Inversiones disgusta a pequeños negociantes en Cuba
-
http://www.martinoticias.com/content/nueva-ley-de-inversiones-disgusta-a-peque%c3%b1os-negociantes-en-cuba/33623.html

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