sábado, 24 de mayo de 2014

Conseguir un ordenador, el imparable frenesí

Conseguir un ordenador, el imparable frenesí

Los precios siguen altos, a pesar de la legalización de la venta de

productos informáticos, y las tiendas oficiales no pueden competir con

las redes clandestinas. Mientras, la brecha digital crece a favor de los

que tienen CUC

ROSA LÓPEZ, La Habana | Mayo 23, 2014



Ana María nunca olvidará aquella mañana de marzo de hace seis años en

que se despertó con la noticia de la liberalización de la venta de

ordenadores. No solo iba a terminar con el secretismo, después de tanto

tiempo escondiendo su portátil de la vista de amigos y conocidos: podría

incluso plantearse una renovación. Sin embargo, cuando visitó las

tiendas, los precios de los nuevos productos hicieron aterrizar sus

ilusiones.



Una de las primeras medidas tomadas por Raúl Castro al comenzar su

mandato en 2008 fue permitir el libre comercio de computadoras,

periféricos informáticos y otros electrodomésticos en las tienda

estatales. Hasta ese momento, solo las empresas y los extranjeros

estaban autorizados a comprar estos equipos. Los potenciales

compradores, y muchos curiosos, se volcaron entonces en examinar las

modernas torres, los monitores, los lectores de CD-ROM o los discos

duros que llenaban algunas vidrieras. Los cubanos estaban convencidos de

que la tecnología informática se abarataría y diversificaría, pero las

predicciones no se cumplieron.



La última encuesta oficial sobre uso de la información y tecnologías

reveló la lenta evolución en la compra de computadoras en Cuba. En 2012

había en la Isla 74 ordenadores por cada 1,000 habitantes, frente a los

45 de 2007 o 56 de 2008. Lejos de tener un repunte a partir de la

liberalización, como cabría esperar, el índice ha aumentado lentamente

año tras año. Al menos en lo que al mercado legal se refiere.



Hay que utilizar el ingenio o cometer muchas ilegalidades para conseguir

una computadora personal

Estas cifras son producto de las restricciones que regían en el país

desde 2003 sobre la venta de PC. Solo los extranjeros residentes en la

Isla, las empresas y determinados colectivos (médicos, artistas,

científicos...) podían comprar estos equipos, una medida justificada

desde el Gobierno por la crisis energética y la necesidad de priorizar

sectores que trabajaran "al servicio de la sociedad". El resto de la

población debía utilizar el ingenio o cometer muchas ilegalidades para

conseguir una computadora personal.



De ahí la sensación de llegada de Reyes Magos que embargó a muchos

cuando las primeras computadoras salieron a la venta libre. Uno de los

pioneros en el mercado fue un modelo chino, marca QTECH, cuyo precio

oscilaba entre los 700 y los 800 CUC, el salario de tres años de un

profesional. Se ofertaban, además, equipos sin monitor por la friolera

de 610 CUC, pero los adictos a la tecnología no se desanimaron.



"Lo mío no es un gusto, es una necesidad", explica Magaly Fuentes,

diseñadora de interiores. "Tener una buena máquina es indispensable para

mi profesión porque ningún cliente va a entender que me demore por hacer

los planos a mano". Cuando se le pregunta cómo se las agenciaba durante

la "veda" a la comercialización de ordenadores, responde: "Hice como

muchos otros, me ensamblé una Pentium III que me resolvió mucho".



El mercado informal estaba allí para suministrar piezas a quienes como

Magaly se atrevieron a armar su propio Frankenstein. Hoy día, sigue

siendo el principal entorno de comercialización de productos

informáticos que hay en Cuba. Las tiendas oficiales apenas pueden

competir con esas redes clandestinas que están por doquier.



El circuito ilegal



Alejandro, un joven universitario, se percató de las dificultades para

realizar sus tareas según avanzaba el curso. Los profesores exigían

hacerlas en ordenador e imprimirlas, además de facilitar a los

estudiantes mucha bibliografía en formato digital. "No tenía opción, me

tuve que comprar una computadora", asegura.



Después de mucho trabajo y sacrificio, Alejandro logró, con la ayuda de

sus padres y familiares en el extranjero, reunir el dinero que le hacía

falta. Recorrió varias tiendas pero la suerte no lo acompañó. Pocas y

viejas computadoras, con al menos una década de fabricadas, era lo que

quedaba en oferta.



Sin darse por vencido, el joven decidió buscar otras alternativas.

Preguntó a un amigo de la universidad cómo había adquirido la suya. "La

compré en Revolico", le respondió. El popular sitio digital es una lista

de clasificados de compra y venta. El acceso a la página se encuentra

bloqueado en Cuba pero en las calles circulan mil y un trucos para

saltarse la prohibición, entre ellos la distribución en memoria flash de

todo el contenido que aparece semanalmente en la web.



En Revolico se anuncia todo tipo de mercancía, incluyendo ropas,

calzados y equipos electrodomésticos. También promocionan servicios,

ofrecen empleos, publicitan cafeterías, lugares donde hospedarse, venta

de casas, permutas y hasta mascotas. Pero la sección que domina --con

más de 150.000 anuncios--. es la de ordenadores, piezas, periféricos y

programas informáticos. Abundan las ofertas para escoger. Ese fue el

camino por el que finalmente Alejandro alcanzó su sueño.



El joven estuvo en la disyuntiva de escoger entre entre un PC o un

ordenador de la firma Apple, pero esta última marca tiene aún precios

exorbitantes en el mercado informal. Así que optó por un Dell Intel Core

I2 con 3 GB de memoria y 350 de disco duro que le costó 450 CUC. "¡Un

cañón!", asegura ahora con orgullo. Tuvo suerte de toparse con un

suministrador que le permitió elegir por catálogo para recortar gastos.

Una práctica que cada día se extiende más.



Moisés es uno de los tantos vendedores de "computadoras a pedido". Las

trae desde Panamá a través de una red de cubanos nacionalizados

españoles que pueden hacer viajes cortos y sin necesidad de visado.

"Todo lo que ofrezco es de primera, mis clientes eligen a partir de sus

gustos y bolsillos". Mientras dice eso muestra un catálogo con fotos,

precios, descripción de cada equipo y hasta "módulos fijos" que el

usuario puede elegir si anda corto de dinero.



Las entregas son a domicilio y no hay que pagar por adelantado. Los que

viajan no comercian directamente con los clientes, sino que la venta se

realiza a través de intermediarios como Moisés que gana entre el 7 y el

10% del pago cuando logra concretar una entrega. "Yo le suministro

también a artistas que me piden cosas muy exclusivas. Hace unos días un

famosos trovador quería un MacBook Pro con Core i7, así que tuve que

mandarme a correr", cuenta alardeando de su eficiencia.



Y es que en el mercado informal las desigualdades también son evidentes.

La producción independiente de videoclips, documentales y grabaciones

musicales exige un mejor equipamiento técnico, por eso directores y

editores audiovisuales son algunos de los clientes de la mejor

tecnología de punta que circula en el país. La brecha digital se abre

también entre quienes tienen acceso a la moneda convertible y quienes

no, entre las provincias y la capital cubana.



Cruzar la frontera



Sostener un negocio de importación y venta de ordenadores supone

relaciones en la aduana para que algún empleado se haga de la vista

gorda ante la entrada de tantos equipos. Cada maleta que llega al país

por vía aeroportuaria es pasada por un escáner y se le coloca una

señalización si contiene una computadora, un disco duro o un monitor.

Para cubanos residentes la primera importación anual de uno de estos

productos se paga en moneda nacional, pero las siguientes deberán ser

abonadas en pesos convertibles.



Otro camino de entrada a la Isla es el equipaje de miles de galenos que

realizan misiones médicas en el extranjero. "Yo traje una laptop para mi

hijo y otra que vendí para sacarle algo de dinero", cuenta Yusimí, quien

por dos años fue técnica de rayos X en la misión "Barrio Adentro", en

Venezuela. "Algunos de mis colegas todavía están comiendo de una

computadora que lograron vender", agrega.



Diplomáticos extranjeros, turistas y empresarios foráneos han

introducido también un número incalculable de ordenadores al país.

"Ahora la gente muchas veces viaja con su computadora privada o su

tablet, así que se ha hecho más difícil para nosotros saber qué viajero

la trae para dejarla o cuál se la llevará de vuelta", comenta un

funcionario del Aeropuerto José Martí que prefiere guardar anonimato.

"Antes era más fácil controlar", remacha con cierta frustración.



A seis años de autorizarse la venta libre de ordenadores, Cuba se ha

informatizado al margen de las llamadas "reformas raulistas". Las

tiendas en pesos convertibles no han podido ganarle el pulso al mercado

informal. Mientras las vitrinas de los mercados autorizados parecen

museos de vieja tecnología, las redes ilegales se muestran capaces de

seducir a los más cautelosos compradores. Los cubanos ya no se conforman

con menos. Rompen las barreras de la desinformación y apuestan por el

futuro.



Source: Conseguir un ordenador, el imparable frenesí -

http://www.14ymedio.com/reportajes/Ordenadores-margen-ley_0_1565243461.html

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