Martes 11 de Mayo de 2010 09:56 Agencias
Investigadores canadienses destacaron este lunes la cooperación entre el
Instituto Finlay, de Cuba, y la empresa brasileña Bio-Mangunhos como un
modelo de colaboración entre firmas biotecnológicas de países en
desarrollo que están mejorando el acceso a los medicamentos en las áreas
más pobres del mundo, informó EFE.
Investigadores de cinco países en desarrollo, en colaboración con el
Centro McLaughlin-Rotman de Sanidad Global de Canadá (MRC), publican en
la revista médica Nature Biotechnology el primer estudio a gran escala
de colaboración Sur-Sur en el campo de la biotecnología relacionado con
sanidad.
Los investigadores dijeron que las empresas biotecnológicas en los
países en desarrollo dependen cada vez menos de firmas de países más
industrializados del mundo y que las relaciones futuras entre
instituciones del Sur y del Norte serán cada vez más equilibradas.
Halla Thorsteinsdottir, la directora del estudio e integrante del Centro
McLaughlin-Rotman, señaló a EFE que la relación surgida entre el
Instituto Finlay y Bio-Mangunhos para responder a un brote de meningitis
en África en 2007 es un modelo de esas colaboraciones.
En 2007 se produjo un brote en el "cinturón de meningitis", una franja
de países subsaharianos de África que cubre de Senegal a Etiopía. La
Organización Mundial de la Salud (OMC) empezó a buscar una compañía que
pudiese producir una vacuna adecuada para la epidemia, recordó
Thorsteinsdottir.
Miles de personas murieron y decenas de miles resultaron afectadas por
la enfermedad, que consiste en la inflamación de una fina capa que rodea
el cerebro y la columna vertebral a consecuencia de una infección
bacteriana.
La OMC determinó que la colaboración entre el Instituto Finlay, que
tiene una amplia experiencia en la lucha contra meningitis en Cuba, y la
empresa Bio-Mangunhos era la mejor opción.
"Las vacunas contra la meningitis producidas por las grandes empresas
farmacéuticas eran más complejas y caras que las producidas por Brasil o
Cuba porque están diseñadas para combatir varios tipos de meningitis",
explicó Thorsteinsdottir.
"Y no cubrían la cepa de África. Por otra parte, las vacunas de empresas
occidentales costaban 80 dólares por unidad mientras que el precio de la
producida por la cooperación entre Cuba y Brasil era de menos de 1
dólar", añadió.
"Los dos países rápidamente desarrollaron una vacuna efectiva para
África, un claro ejemplo de cómo la colaboración Sur-Sur está motivada
por solidaridad con cada uno y puede mejorar activamente la sanidad
mundial", afirmó uno de los autores del estudio, el doctor Tirso Sáenz,
de la Universidad de Brasilia.
El olvido de las grandes compañías farmacéuticas de enfermedades que
afectan a los países en vías de desarrollo es uno de los principales
motores que impulsan el creciente número de relaciones Sur-Sur.
En el continente asiático, empresas de Bangladesh y la India están
desarrollando de forma conjunta una nueva vacuna para luchar contra los
persistentes brotes de cólera que matan cada año centenares de personas.
Si la investigación termina con éxito, la vacuna será producida por la
firma india Bilogical E.
Según el estudio, compañías de Brasil, China, Cuba, Egipto, India y
Sudáfrica han iniciado casi 280 colaboraciones Sur-Sur para el
desarrollo de medicinas y tratamientos.
El país que más tiene es Brasil, con 64, seguido por Sudáfrica, con 61,
e India, con 54. Cuba tiene 34, 7 más que China.
Los investigadores también señalaron que los países del África
subsahariana importan casi el 90 por ciento de sus medicinas, pero esta
cifra se puede reducir rápidamente con el aumento de colaboraciones
entre empresas.
Por ejemplo, la cooperación ha permitido que países como Egipto o Túnez
estén ahora produciendo entre un 60 y un 95 por ciento de los
medicamentos que necesitan.
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