Fernando Ravsberg | 2011-08-18, 11:35
"El baro está perdido", repiten los cubanos para dar a entender que ya
no circula tanto dinero como antes, que no se puede vender cualquier
cosa a cualquier precio porque la gente medita mucho más los gastos que
hace.
Es verdad que se mueve menos efectivo en las calles y tal vez una de las
causas principales sea cierta contracción en el mercado negro, fuente de
ingreso de la mayor parte de las fortunas que han existido en la Cuba
socialista.
Y no hace falta salir de casa para constatarlo, han ido espaciándose los
vendedores que golpeaban mi puerta a diario para ofrecer queso, jamón,
leche en polvo o atún en lata, todo robado de los almacenes del Estado.
Es cierto que son sustituidos por otros que venden aguacates, tortitas
de morón o escobas caseras. Sin embargo, la actividad de estos
trabajadores autónomos no mueve ni por asomo las millonarias sumas del
mercado negro.
No es que el "bisne"(1) haya desaparecido sino que se ha reducido. Si
antes se podía conseguir de inmediato cualquier cantidad de pintura para
la casa, ahora hay que encargarla con tiempo y conformarse con el color
que aparezca.
La razón parece sencilla, los tiros ahora apuntan hacia arriba, al
inicio de la cadena de robos, a los dirigentes corruptos. Tiene también
un efecto preventivo porque las condenas son públicas y producen temor
entre los potenciales delincuentes.
Durante demasiado tiempo la policía se dedicó a perseguir al obrero que
se llevaba un puñado de habanos de la fábrica pero ahora dirigen sus
esfuerzos a los gerentes que roban contenedores completos para venderlos
fuera del país.
Es verdad que aún queda el trabajador que "resuelve" lo imprescindible
para sobrevivir pero ese delito es económicamente menor y muchos creen
que estará moralmente justificado mientras los salarios no se equiparen
al costo de la vida.
Otro de los factores que podría estar influyendo en la falta de dinero
circulante es el acceso de los cubanos a un mayor consumo. Durante años
poco podían comprar, gastaban sus ingresos en comida, ropa, la cerveza y
el cabaret.
Las cosas han cambiando, ya pueden ampliar la casa, hacer turismo en
hoteles, usar celulares y adquirir electrodomésticos. Además,
oficialmente se anunció que pronto podrán comprar viviendas, automóviles
y salir de vacaciones... ¡al extranjero!.
Por décadas el gobierno se preocupó del exceso de circulante y los
ministros probaron mil formulas, como subir el precio del ron y los
cigarrillos, pero la cantidad de dinero era tal que esas medidas fueron
apenas gotas en el océano.
Por si esto fuera poco ahora se promueve el trabajo autónomo con lo que
muchos ciudadanos invirtieron parte de sus reservas monetarias o de la
ayuda familiar en crear un negocio propio, cuyo número se triplicó en
menos de un año.
En la calle 5 del Casino Deportivo, un barrio de La Habana, abrieron 3
restaurantes en la misma cuadra, semejante crecimiento de la oferta
redujo las ganancias de los que tenían negocios desde antes de la actual
apertura económica.
Un amigo mío piensa emigrar porque los beneficios de su cafetería se
redujeron de US$2.500 a US$1.000 mensuales. Tienen empleados pero su
esposa nos explica que "al paso que vamos tendremos que ponernos a
trabajar nosotros".
Ofertan cajas de comida, pollo o cerdo, acompañado de arroz, vianda y
ensalada. Los compradores son trabajadores de la zona, ellos fueron una
"clientela cautiva" hasta que en el barrio se abrieron decenas de
cafeterías más.
Durante décadas se limitó el trabajo por cuenta propia y el consumo por
temor al nacimiento de una nueva clase. Ahora la realidad demuestra que
eran esas mismas restricciones las que facilitaban el enriquecimiento de
unos pocos.
Y finalmente la clase surgió pero fue antes de la apertura, conformada
por algunos dirigentes empresariales del Estado, los que llevan en el
mismo bolsillo el carnet del Partido Comunista y las tarjetas de crédito
de sus cuentas en el extranjero.
(1) Meterse en "bisnes" es hacer negocios ilegales.
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2011/08/se_perdio_el_dinero.html
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