¿Y los cítricos qué?
Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles 16-08-2011 - 12:37 pm.
La producción de cítricos en Cuba ha caído casi un 70%. ¿Podrán 200
millones de dólares venezolanos revertir la situación, tal y como augura
Raúl Castro?
La economía de los Castro es una pulga prendida al lomo de un perro.
Muerto el animal, fallece la pulga, o se muda a otro perro, no importa
si habla ruso o español.
Como si fueran pocas las promesas incumplidas en medio siglo, el régimen
insiste ahora en que con una inversión de 200 millones de petrodólares
"bolivarianos" el país va a recuperar su producción de cítricos, que se
ha reducido en dos terceras partes desde que dejó de ser subsidiada por
la Unión Soviética.
Y así se le informa al mundo. Claro, los corresponsales que reportan
desde La Habana tan formidables augurios probablemente eran adolescentes
—más interesados en The Beatles que en cualquiera otra cosa—, o incluso
no habían nacido, cuando en 1967 Fidel Castro anunció que Cuba se
convertiría en una potencia exportadora de cítricos. Llegó a decir que
la isla produciría tantas naranjas y toronjas como Estados Unidos, que
los cubanos se iban a saturar con el 20% de la cosecha, y el 80%
restante se iba a exportar.
Dos años antes, el 21 de enero de 1965, en un discurso pronunciado en la
CTC, el Comandante había afirmado: "Ya para el año 1970 seremos,
posiblemente, uno de los pueblos mejor alimentados de todo el mundo".
Era la época en que se iniciaba la versión fidelista de El Gran Salto
Adelante maoísta, pero con dinero del Kremlin, con sus promesas de que
en 1970 se alcanzaría la producción azucarera más alta de todos los
tiempos en la tierra, que nos bañaríamos con leche de vaca, que la carne
de res sobraría y la exportaríamos, que seríamos grandes exportadores de
café, y que el arroz cubano inundaría la isla desde San Antonio a Maisí.
De aquellos planes faraónicos basta un solo dato: la Isla importa hoy el
82% de los alimentos que consume, y la cartilla de racionamiento cumplió
ya 49 años.
Si algo permite detectar rápidamente el carácter parasitario de la
agricultura socialista cubana es la producción citrícola. Cuando
llegaban a la Isla los subsidios soviéticos ($100.000 millones en 27
años), el país elevó la producción. Pero al desaparecer la URSS, en
1991, todo se vino abajo, al igual que toda la producción agropecuaria,
que ya desde los años 60 ostentaba el título de la más improductiva de
Latinoamérica.
Quedó al desnudo que la producción de toronjas y naranjas sólo era
viable si sus costos corrían a cargo del "tío Boris", quien entregaba
puntualmente todos los insumos, fertilizantes, pesticidas, el
transporte, el combustible y el equipamiento tecnológico para cosechar,
envasar y exportar cítricos, frescos o enlatados. O sea, la agricultura
castrista no era sustentable por sí misma, como tampoco lo es hoy.
Ahora, con el dinero que Hugo Chávez le escamotea al pueblo venezolano,
se habla de "recuperación" citrícola, en una ofensiva mediática en la
que todos los planes económicos están encaminados a recuperar niveles de
producción de la era de los subsidios soviéticos.
El gobierno culpa del descalabro citrícola a los huracanes, las plagas
—menciona al "dragón amarillo"—, y a la falta de insumos y equipos que
no pueden ser adquiridos porque el país no obtiene suficientes divisas y
créditos debido al "criminal bloqueo yanqui".
Todos menos Cuba
¿Por qué entonces los embates climáticos y las enfermedades no derrumban
la producción de cítricos en el resto del mundo? Todos los productores
de cítricos, tropicales y de clima templado —Brasil, Estados Unidos,
México, China, España, India, Sudáfrica, Argentina, Costa Rica, Irán,
Israel, Pakistán, Irán, etc—, sufren calamidades climáticas, pero no
dejan de incrementar sus cosechas, al punto de que la producción mundial
pasó de 64 millones de toneladas métricas (TM) en 1990 a 119 millones en
2010. Y la firma holandesa Rabobank pronostica un aumento de producción
y demanda a largo plazo, sobre todo de jugo de naranja.
Fue en 1990, último año de los subsidios soviéticos, que Cuba logró
llegar al millón de toneladas (1. 015.873 TM) de cítricos y ocupó el
puesto catorce a nivel mundial. Pero en 2010, tuvo una cosecha de
321.600 TM. Es decir, que mientras el planeta casi duplicó la producción
de cítricos en estos 20 años, el Estado cubano la redujo en casi un 70%.
Con financiamiento de Moscú, Cuba llegó a exportar 456.689 TM en 1990,
por valor de $145 millones. Pero en 1992, luego de desinflarse el
"socialismo real", exportó apenas 32.772 TM, por $6.8 millones, según la
Oficina Nacional de Estadísticas del gobierno.
En la medida que Venezuela fue reemplazando a la URSS como el tío
dadivoso, la producción de cítricos volvió a subir y alcanzó casi
800.000 TM en 2001. Pero desde entonces viene descendiendo como
expresión de la crisis terminal del socialismo criollo.
No son los huracanes, las plagas o el embargo estadounidense las causas
del descalabro citrícola. Además de que había subsidios, y ya no, un
factor clave es que el plan de producción nació tarado. Castro ordenó
que las plantaciones de cítricos fuesen atendidas por niños y
adolescentes. Se construyeron cientos de "escuelas en el campo" de
enseñanza secundaria en las plantaciones citrícolas.
Decenas de miles de menores de edad, todos citadinos, fueron convertidos
en obreros agrícolas de media jornada para formar así al "hombre nuevo"
comunista. Es de imaginarse la eficiencia que tenían aquellos mocitos
para cultivar toronjas y naranjas, algo que exige una destreza que por
supuesto no podían tener. A esa edad, el retozo prima sobre la
responsabilidad, la productividad era ínfima y los costos estratosféricos.
El general Raúl Castro, que acaba de suprimir —con medio siglo de
retraso— el "trabajo voluntario" porque es incosteable, y ha abandonado
aquellos planes de niños-agricultores que causaban daños irreparables en
ellos al ser separados de sus padres en una edad decisiva, es tan
culpable como su hermano de haber convertido a la otrora próspera
economía cubana en puras ruinas.
El dictador menor falta el respeto a los cubanos cuando habla hoy del
pasado como si él hubiese estado en otra galaxia. Y sobre todo, sabe
bien que con esos 200 millones de dólares recibidos de Caracas no se
puede "recuperar" y menos aún impulsar la producción estatal de
cítricos, ni ninguna otra. Ya es muy tarde.
Ello sólo será posible cuando las fuerzas productivas sean liberadas. El
general también lo sabe, pero no lo hará.
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