Cooperativas, pero sin libertad
Las cooperativas cubanas, que hasta el momento solo son agrícolas, no
surgieron por la libre asociación de los campesinos
Nadia García, La Habana | 20/09/2011
El Partido/Estado cubano ha hecho una pausa en la promoción de la
iniciativa privada y en programar inversiones de capital extranjero con
acuerdos no demasiado ventajosos. Quizás para despistar a los que
avizoran una transición al capitalismo, han decidido vestirse con el
traje caricaturesco del socialismo que pregonan y permiten que la
palabra "cooperativas" se filtre, no sin dificultad, en los medios
nacionales.
Los campesinos hablan en el programa Mesa Redonda sobre lo felices que
están por la disminución de los precios de los insumos e instrumentos
para utilizar en el campo y sale a relucir la frase: no se concibe un
campesino que no esté asociado a una cooperativa.
Asombra también el artículo "Cooperar con la economía desde otras vías"
[1], de Anneris Ivette Leyva, una periodista de Granma que en los
últimos tiempos ha ganado alabanzas y críticas por su trabajo "El
derecho a la Información" (trata la falta de investigación y profundidad
en el trabajo periodístico oficial del país).
Los dirigentes cubanos ponen el tema sobre la mesa con atraso y a
regañadientes, ya que desde 2007, con los debates populares, surgieron
propuestas de este tipo y en los últimos años el estudio de las
relaciones cooperativas toma auge en gran parte del mundo (la ONU ha
declarado 2012 Año Internacional de las Cooperativas) y también en Cuba,
sobre todo en el sector intelectual.
Varios espacios han analizado este tópico como el "Hagamos nuestra la
Revolución", promovido por el Centro de estudios Juan Marinello, e
intelectuales como Julio César Guanche y Ariel Dacal; "Último Jueves de
la revista Temas" y también la red de proyectos Observatorio Crítico
(OC), en sus encuentros anuales y actividades periódicas, han abordado
el tema de las cooperativas, prestando esmerada atención a las
propuestas de Pedro Campo Santos. Una parte de la blogósfera en aumento
de la Isla se ha sumado al análisis y discusión de esta opción, como el
sitio Havanatimes.org y publicaciones digitales como SPD (Socialismo
Participativo y Democrático) y Compendio OC.
Sin embargo, que los medios nacionales tengan la orden de difundir
información sobre la opción de crear cooperativas puede ser más
peligroso que beneficioso para aquellos que ven el cooperativismo como
un método socializante y antiburocrático, y desean despertar el interés
de los trabajadores cubanos.
Los que no estén de acuerdo solo tienen que repasar las tradiciones que
en materia de cooperativas se han generado desde 1959 hasta el presente.
Fruto de un experimento
Las cooperativas cubanas, que hasta el momento solo son agrícolas, no
surgieron por la libre asociación de los campesinos. Los experimentos
cooperativistas fueron engendrados en las oficinas con aire
acondicionado y música indirecta del INRA (Instituto Nacional de Reforma
Agraria) [2].
Con Fidel Castro como director, el INRA, convertido en un fuerte
monopolio estatal, expropiaba las tierras a los latifundistas, convocaba
a campesinos y empleados a una asamblea y les daba la oportunidad de
formar cooperativas. El administrador era impuesto por el INRA y los
cooperantes solo podían designar un delegado para ayudar a la
administración. Los campesinos aceptaban, porque sin la alianza no
podían acceder a recursos para el trabajo.
Con poco pan y nada de libertad de asociación y decisión, los
trabajadores del campo solo relacionaron el cooperativismo con la
construcción de casas y la presencia de departamentos militares al mejor
estilo de los sovjos.
Por desgracia, estas no son viejas historias, a las CCS (Cooperativas de
Crédito y Servicios) de los años 60, se sumaron en los 70 las CPA
(Cooperativas de Producción Agropecuaria) y en 1993 las UBPC (Unidades
Básicas de producción Cooperativa) [3]. Estas últimas están más lejos de
la idea real de cooperativa, con trabajadores que reciben un salario
fijo y venden todo lo que producen al Estado. Los campesinos están en el
atolladero de no poder proveerse, si no es pactando con entidades del
gobierno, de productos como semillas, máquinas y fertilizantes. Por eso
no se concibe un campesino que no pertenezca a una cooperativa (como se
mencionaba en la Mesa Redonda). Ni los nuevos arrendadores de tierras en
usufructo se deslían de este mecanismo.
Nuevas cooperativas
¿Qué pasará entonces con las nuevas cooperativas que ya no solo se
subscribirán al sector agrícola y cuya posibilidad de puesta en práctica
acaba de ser aprobada mediante el lineamiento 25 del Congreso del
Partido Comunista de Cuba (PCC)?
Los especialistas que hablan para el Órgano Oficial del PCC nos dan una
idea. Estudiosos que incluso han asesorado procesos de cooperativización
en países del área llaman a no desestimar las experiencias de las
cooperativas en el marco agropecuario; y hacen hincapié en definir bien
las relaciones de las cooperativas que nacerán con las instituciones
estatales.
Mientras, surgen muchas interrogantes. ¿Permitirá el Estado el
surgimiento de cooperativas que no dependan de su tutelaje económico y
se manejen con el capital de los cubanos que han emigrado o donaciones
provenientes de otros grupos u organizaciones, por poner dos ejemplos?
Cooperativas que, por tanto, no tendrán deudas ni monetarias ni de otra
índole. ¿No se harán concesiones en las políticas de impuestos ante una
iniciativa económica en mayor concordancia con un proceso que se hace
llamar socialista? ¿La plusvalía que generarán estas asociaciones
también pasará a las manos de la clase dirigente?
Solo nos queda esperar que surja la nueva legislación sobre las
asociaciones cooperativas.
Las cooperativas que constituyen alternativas contrahegemónicas e
independizan a los trabajadores no son las férreamente controladas por
el Estado. Los asociados son los que dirigen y no un administrador
designado por algún ministerio o el PCC. Cada miembro tiene voz y voto,
y los representantes no reciben beneficios salariales por sus cargos.
Los objetivos laborales y productivos son definidos entre todos y el
desarrollo de la comunidad constituye un fuerte punto en el que se
invierte trabajo y capital, pero la cantidad es determinada también por
los trabajadores asociados y no por ninguna institución del gobierno.
Las cooperativas tienen la política de crear empleos, no de eliminarlos
en tiempos de crisis, como se practica en las empresas capitalistas y
en los regímenes totalitarios como el cubano.
Hemos presenciado el descalabro del gran número de "cooperativas"
agrarias en Cuba. Que Cuba importe más del 50% de los alimentos que sus
habitantes consumen es un dato que habla por sí solo. Nos corresponde
impedir que las relaciones de producción "Estado (explotador)/
trabajadores (explotados)" se impongan también en las nacientes formas
de desarrollo económico.
[1]Granma, 2 de septiembre 2011.
[2]Testimonios de la Revolución Cubana, de Agustín Souchy
[3]Aspectos fundamentales del desarrollo cooperativo cubano, del Dr.
Reynaldo Jiménez Ghethón (profesor FLACSO-Cuba)
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/cooperativas-pero-sin-libertad-268345
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